domingo, 26 de julio de 2015

Abandonando la experiencia espiritual

Dejar de aferrarse a los momentos cumbre y abrirse a la realización verdadera.


Traleg Kyabgon Rinpoche



Experiencias espirituales y realización

Habrá todo tipo de experiencias en el camino espiritual. Los períodos positivos de desarrollo — que son tranquilizadores y reconfortantes — son una parte importante del proceso. Es importante tener en cuenta, sin embargo, que incluso las experiencias positivas fluctuarán. Raramente, o nunca, percibiremos un desarrollo constante de ellas, precisamente porque las experiencias son inestables por naturaleza. Disfrutar de una serie de buenas experiencias no garantiza que continúen indefinidamente; pueden parar de repente. No obstante, siguen siendo una parte importante de la práctica espiritual, no menos importante porque ayudan a mantener nuestra motivación para seguir practicando.

La manera en que estas experiencias positivas se presentan también varía enormemente. Usted puede tener algunas experiencias increíblemente conmovedoras, algo como que un despertar espiritual parece surgir de la nada. De hecho, tales experiencias no vienen realmente de la nada; las condiciones psíquicas siempre las precederán, aunque aparecen como independientes de nuestra experiencia consciente. También pueden desaparecer tan rápidamente como aparecen. Otras veces, ciertas experiencias crecerán durante un período de tiempo, tendrán un auge y luego poco a poco se desvanecerán otra vez.
Como practicantes espirituales, somos instruidos en no dar demasiada importancia a esas experiencias. El consejo es resistir la tentación de fijarse en las experiencias mismas. Las experiencias vendrán y pasarán. Cada experiencia tiene que ser dejada ir o la mente se cerrará simplemente en su fijación de esa experiencia, dejando poco o ningún espacio para que surjan nuevas experiencias. Esto es porque su fijación fomentará preocupaciones y dudas que surgen en la mente e interferirán en el proceso de desarrollo. Si no hay ninguna fijación interviniendo en el proceso, las experiencias espirituales positivas comenzarán a llevarlo a las realizaciones espirituales.
En el budismo, podemos distinguir entre experiencias espirituales y realizaciones espirituales. Las experiencias espirituales suelen ser más vívidas e intensas que las realizaciones, porque generalmente van acompañadas de cambios fisiológicos y psicológicos. Las realizaciones, por otro lado, pueden ser sentidas, pero las experiencias son menos marcadas. La realización es sobre adquirir percepción penetrante. Por lo tanto, aunque las realizaciones surgen de nuestras experiencias espirituales, no son idénticas a ellas. Las realizaciones espirituales se consideran mucho más importantes porque ellas no pueden fluctuar.
La distinción entre experiencias espirituales y realizaciones se enfatiza continuamente en el pensamiento budista. Si evitamos fijarnos excesivamente en nuestras experiencias, estaremos sometidos a menos estrés en nuestra práctica. Sin ese estrés, seremos más capaces de hacer frente a lo que surge, se reducirá enormemente la posibilidad de padecer trastornos psíquicos y notaremos un cambio significativo en la textura fundamental de nuestra experiencia.
Hay muchas relatos en la literatura budista tibetana de cómo pueden surgir los disturbios espirituales, pero todos apuntan como causa la fijación en las experiencias. La fijación en nuestras experiencias es vista como otra variación de la fijación en el yo.
En el contexto general del viaje espiritual, es importante recordar que la auto transformación es un proceso continuo, no un evento único. No se puede decir: "Solía ser una persona no espiritual, pero ahora me he transformado en una persona espiritual. Mi viejo yo está muerto.” Nosotros constantemente estamos siendo transformados cuando viajamos en el camino. Mientras podemos ser la misma persona en un nivel, en otro nivel somos diferente. Siempre hay una continuidad, y aún en cada punto de inflexión en el viaje nos hemos transformado porque ciertos hábitos han sido dejados a un lado. El viaje espiritual es dinámico y siempre tiende hacia adelante porque no estamos fijándonos en las cosas.

Dejar ir

El viaje espiritual, entonces, es un camino de desprendimiento, de un proceso de aprender a soltar. Todos nuestros problemas, miserias e infelicidad son causadas por la fijación, aferrarse a las cosas y no ser capaces de soltarlas. Primero, tenemos que dejar la fijación en las cosas materiales. Esto no significa necesariamente deshacernos de todas nuestras posesiones materiales, sino implica que no debemos buscar una felicidad duradera en las cosas materiales. Normalmente, nuestra posición en la vida, nuestra familia, nuestra posición en la comunidad, etc., son consideradas la fuente de nuestra felicidad. Esta perspectiva tiene que invertirse, según las enseñanzas espirituales, renunciando a la fijación en las cosas materiales.
Soltar la fijación es efectivamente un proceso de aprender a ser libre, porque cada vez que soltamos algo, nos liberamos de ello. Sea lo que sea en lo que nos fijamos nos limita, porque la fijación nos hace dependientes de algo distinto de nosotros mismos. Cada vez que soltamos algo, experimentamos otro nivel de libertad.
Finalmente, con el fin de ser totalmente libres, aprendemos a dejar ir los conceptos. En definitiva, necesitamos renunciar a la fijación en la cosificación de los conceptos, de las cosas siendo "esto" o "aquello". Reflexionar en esto y en lo que nos ata a una forma particular de experimentar las cosas. Hasta las experiencias espirituales no se darán completas, espontáneas, sin mediación de la expresión en la medida en que la clase de distinción conceptual más sutil esté presente. La experiencia aún estará mediada, adulterada y contaminada por todo tipo de contenidos psíquicos cuando hacemos discriminaciones. Por lo tanto, seguirá siendo siempre imposible ser verdaderamente libres.
El paso final en el proceso de dejar ir es renunciar a la idea de que la corrupción material y la libertad espiritual son inequívocamente opuestas la una a la otra y que tenemos que renunciar a la anterior para alcanzar la última. Mientras que esto es una distinción importante a observar al principio del viaje espiritual, tenemos que superar esa dualidad. Tenemos que trascender tanto la seducción del placer samsárico que resulta ser tan ilusorio como la seducción de nuestro objetivo espiritual que parece estar ofreciendo la felicidad eterna. Una vez que la atracción entre estos dos polos es armonizada y trascendida, estamos listos para volver a casa.

La fructificación del camino espiritual

El objetivo final de la jornada espiritual es darse cuenta de la unión de su mente y la realidad última. Descubrir finalmente que no sólo está en la realidad, sino que también encarna esa realidad. Su cuerpo ordinario se convierte en el cuerpo de un buda, su habla ordinaria se convierte en el habla de un buda, y su mente ordinaria se convierte en la mente de un buda. Esta es la gran transición que tienes que hacer, renunciar a su fijación en la separación de los seres samsáricos y budas. Cuando podemos hablar de ellos como realmente lo mismo, cuando esta transformación real se produce en un individuo, es algo verdaderamente grande. Es notable porque un ser ordinario, confundido aún, conserva esa continuidad preexistente entre un ser ordinario y un ser iluminado, en el sentido de que lo que en lo que usted se transforma es lo que siempre ha sido. Al final del viaje, usted simplemente regresa a casa.

Sin embargo, el viaje mismo era absolutamente necesario. Era necesario para abandonar su entorno familiar y aventurarse a través de diversas pruebas y tribulaciones. Era necesario enfrentarse con muchas cosas inesperadas, lidiar con sus fuerzas demoníacas interiores. Era necesario ir a través de la lucha espiritual y participar en disciplinas vigorosas. La lucha espiritual es valiosa para la purificación de la mente. Su mente tiene que ser limpiada de las ilusiones y emociones conflictivas que son el producto de vuestro karma, el producto de los pensamientos negativos y de las acciones que se han acumulado en vuestro continuo mental durante un largo período de tiempo.
Después de un punto, sin embargo, tiene que facilitar esta lucha. En tanto se avance en el camino, las cualidades positivas requeridas para más progreso se convertirán en parte suya, y poco a poco aprenderá a asimilar y convertirse en estas cualidades positivas, en lugar de considerarlas como algo a ser alcanzado y poseído. Así que después del foco inicial en el aprendizaje de cómo reemplazar vicios con virtudes, debemos aprender a dejar ir nuestra fijación en las virtudes. Tenemos que dejar de pensar en acumular virtudes, cualidades espirituales, experiencias y realizaciones como si fueran una forma de riqueza. No requerimos riqueza espiritual; más aún, la riqueza espiritual sólo puede ser acumulada por la no fijación en ella. Todas las fijaciones conducen solamente a todo tipo de problemas; envidia, posesividad y egoísmo, por ejemplo. Es entonces que realmente nos perdemos y erramos por el sendero espiritual.
En tanto nuestras cualidades virtuosas de amor, compasión, alegría, coraje, determinación, voluntad, atención consciente, consciencia y sabiduría se desarrollan, progresamos más en el camino. En algún momento, tenemos que lograr un acto final de desprendimiento, que es dejar completamente de cosificar los conceptos. Incluso los conceptos de virtud y vicio, redención, karma y liberación tienen que ser abandonados. A modo de ejemplo, me gustaría compartir una historia de la tradición Zen.
No es extraño para los estudiantes de meditación Zen mantener un contacto regular con sus maestros acerca de su progreso espiritual. En esta historia particular, un estudiante de Zen tiene una predilección por escribir cada mes a su maestro contándole sobre su desarrollo. Sus cartas comenzaron a tomar un giro místico cuando él escribió: "Estoy experimentando una unicidad con el universo". Cuando su maestro recibió esta carta, simplemente la miró y la tiró lejos. Al siguiente mes el estudiante escribió: "He descubierto que la divinidad está presente en todo". Su maestro usó esta carta para encender su fuego. Un mes más tarde, el estudiante se había vuelto aún más extático y escribió: "El misterio del uno y muchos se me ha revelado ante mi asombro," ante lo cual su maestro bostezó. Al mes siguiente, llegó otra carta, que simplemente decía: "No hay ningún yo, nadie nace y nadie muere". Ante esto su maestro levantó sus manos desesperado. Después de la cuarta carta, el estudiante dejó de escribir a su maestro, y después de un año, el maestro comenzó a sentirse preocupado y escribió a su alumno, pidiéndole que le mantuviera informado de su progreso espiritual. El estudiante escribió en la parte posterior de la misiva las palabras: "¿A quién le importa?" Cuando el maestro leyó esto, sonrió y dijo: "¡Por fin! ¡Finalmente lo entendió!"
Al final del viaje, usted podrá ser capaz de participar en todo, tanto en lo material como en los planos espirituales sin ser contaminados por ellos, porque un ser espiritualmente realizado ya no es más afectado por el mundo de la misma manera como le pasa a una persona ordinaria. Sin pasar por las pruebas y tribulaciones de este viaje, sin embargo, usted nunca encontrará su hogar. Simplemente no puede quedarse en casa y decir: "Estoy donde quiero estar." Es sólo el viaje el que le hace darse cuenta de su verdadero potencial, y sólo al final del viaje, comprenderá que el objetivo no es separarse del punto de partida. Es el logro de la budeidad, el estado natural de vuestra propia mente.

Traleg Kyabgon Rinpoche es el presidente y  director espiritual del Kagyu E-Vam Buddhist Institute, establecido en Melbourne, Australia. De: Mind At Ease: Self-Liberation Through Mahamudra Meditation, © 2004 de Traleg Kyabgon. Publicado con autorización de Shambhala Publications.


Versión al español M.N.G.

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