lunes, 13 de junio de 2016

Breve disertación sobre la esencia no conflictiva de los variados linajes del budismo
 Khenpo Sodargye


Nuestro maestro sublime, el Buddha Shakyamuni, expuso numerosos métodos de práctica del Dharma, diversas escuelas de enseñanza y distintos caminos de liberación, adecuados a las respectivas capacidades y aspiraciones de los seres sensibles. A pesar que los distintos métodos o prácticas de rituales pueden variar en las diferentes tradiciones, todas las enseñanzas comparten absolutamente el mismo principio medular, que en esencia es inseparable de los maestros de las diferentes tradiciones. Padmasambhava de la tradición Nyingma, Je Tsongkhapa de la tradición Gelug, Jowo Atisha de la tradición Kadam, Dhakpowa de la tradición Kagyu y Kunga Gyaltsen de la  tradición Sakya, todos son emanaciones del uno. Distintos grandes maestro han testimoniado esta verdad esencial. El cuarto Panchen, Lobsang Chokyi Gyaltsen, dijo:
El siddha de suprema sabiduría Padmasambhava se manifestó como el Glorioso  Atisha y estuvo personificado como Tsongkhapa. En nadie más sino en él, tomo refugio.
El segundo Dalai Lama, Gedun Gyatso, también afirmó:
Siddha Rigdzin Padmasambhava; Atisha coronado con quinientos ornamentos; Buddha Vajradhara Tsongkhapa, danzando libremente en distintos cuerpos, a usted, rindo homenaje.
La encarnación de Manjushri, Gungthang Rinpoche, también anotó:
Padmasambhava, que trajo el budismo a la Tierra de las Nieves; Atisha, que cultivó diligentemente esta enseñanza verdadera; Tsongkhapa, que dispersó  las visiones adversas contra el Dharma; los tres eran nada más que una sola autoridad de las escrituras.
La biografía de Padmasambhava señala que:
Shakyamuni Buddha profetizó que Tsongkhapa, la encarnación de Atisha, aparecería en las montañas de Dokham. Su emanación honraría con felicidad a Tíbet.
La Historia imparcial del Budismo, cita a Shabkar Tsogdruk Rangdrol, que dijo:
En la historia inicial del budismo tibetano, la emanación de Shakyamuni Buddha, Padmasambhava, encendió la lámpara del Dharma; en la historia posterior, él apareció como Jowo Atisha, que luego se manifestó en muchas figuras, de las cuales una fue el virtuoso maestro Tsongkhapa.
Además, un relato similar y más elaboración, pueden encontrarse en Una breve historia de la secta Gelug del budismo tibetano de Setsang Lobsang Paldan. El gran Thuken también confirmó el punto en su Libro de la sabiduría:
Jowo Atisha, el incomparable Dhakpowa, y el rey del Dharma Tsongkhapa, son manifestaciones de Guru Rinpoche.
Pema Kathang, la Crónica de Padma — una biografía de Guru Rinpoche declara:
Nacido en Sa'gya de su padre llamado Manju y su madre llamada Droma, Kunga Gyaltsen será mi encarnación para restaurar mi sagrado palacio.
Estas palabras predijeron que Sakya Pandita sería la encarnación de Padmasambhava. Muchos maestros tibetanos han testificado que Sakya Pandita, Tsongkhapa y Longchenpa, los tres son manifestaciones del Bodhisattva Manjushri. Patrul Rinpoche afirmó:
Al maestro de las cinco ciencias, Sakya Pandita, la fuente de instrucciones exotéricas y esotéricas, a Tsongkapa, y al maestro de todas las enseñanzas del Dharma, Longchenpa, rindo homenaje a estas tres emanaciones de Manjushri en la Tierra de las Nieves.
Por lo expuesto se demuestra que el Gurú Rinpoche no es distinto de los budas y bodhisattvas. Tertön Orgyen Lingpa describe en Pema Kathang:
El Bodhisattva de la Luz Infinita (Amitabha) de la Tierra Búdica de la Felicidad, el Bodhisattva Protector Avalokiteshvara y el Nacido en el Loto de Dhanakosha (Padmasambhava), aunque aparecen en tres encarnaciones diferentes, su identidad es indivisible.
El libro revela más:
Samantabhadra rey de la expansión primordial, Vajardhara de Akanishtha, Shakyamuni Buddha de Bodhgaya, todos son inherentemente el mismo Nacido en el Loto.
Las citas mencionadas hacen evidente que los maestros de los diferentes linajes en esencia son uno. Además, ante los ojos de los yoguis, que han realizado la inseparabilidad de fenómenos y vacuidad, no hay ninguna diferencia fundamental entre las prácticas esenciales elegidas por los maestros, sea Gran Perfección (Dzogchen), Mahamudra, Gran Madhyamaka, Yamantaka o la Realización de la Verdadera Naturaleza en la práctica del Chan [Zen]. El omnisciente Gangshar Rangdrol dijo:
Mahamudra, Dzogchen y Madhyamaka, todos los que revelan una verdad coherente para el sabio; sólo los necios rechazarían una u otra.
Mipham Rinpoche escribió en su Faro de Certidumbre:
Si alguien afirma que su linaje de Dzogchen es superior al Mahamudra u otros linajes, entonces no ha trascendido los conceptos relativos, ni alcanzado la verdadera realización; solo una mente iluminada reconocerá que todas estas enseñanzas hablan la única verdad absoluta.
El libro afirma más:
El Gran Madhyamaka, libre de cualesquier conceptos y elaboraciones y la Gran Perfección, realización de la naturaleza luminosa de la mente, ofrecen la misma enseñanza muy extraordinaria en sus diferentes etiquetas y expresiones.
El Vajra auto surgido, Tercer Karmapa, asimismo dijo:
El Gran Madhyamaka, libre de conceptos y elaboraciones, como el Mahamudra, libre de análisis y lógica, son uno, con la omni abarcante Gran Perfección.
Milarepa escribe en su Enseñanza Elaborada sobre Chakrasamvara:
La indivisible unión de luminosidad y vacuidad de la naturaleza de la mente es expresada por el Mahamudra como "no discriminación", por el Dzogchen como "expansión absoluta" y por el Prajnaparamita como "naturaleza vacua".
Se dice en Un breve discurso sobre la realización de la Naturaleza Verdadera:
Las Tres Vacuidades realizadas a través de la práctica de trekchöd en el Dzogchen es similar a la realización de la verdadera naturaleza del Chan; el cuerpo de arco iris logrado mediante la práctica de thödgal en Dzogchen es comparable en el Chan al Dharmakaya que trasciende todo. La consecución en el Chan se basa sólo en auto-cultivación sin muchos medios hábiles para la transferencia y por lo tanto progresa lentamente; mientras que la práctica del Tantrayana genera empoderamiento del Buddha para complementar el esfuerzo propio del practicante y proporciona una guía con medios hábiles, que acelera el logro del fruto de la realización.
Un Tratado sobre la entrada esencial a la verdad por medio del despertar instantáneo, también afirma:
Dhyana (Ch'an) es la cesación de los pensamientos ilusos; samadhi es la realización de la naturaleza auténtica a través de la meditación.
El Sutra del Prajna Paramita dice:
Rindo homenaje a la inconcebible sabiduría trascendental que nos lleva a la otra orilla de la iluminación. Esta sabiduría es vacua por naturaleza, nonata e incesante, la sabiduría misma que es realizada individualmente (por varios seres santos) y es la sabiduría que es la madre de todos los budas del pasado, presente y futuro.
Hay mucha más evidencia escritural exotérica y esotérica, como el Tratado sobre la red de ilusión mágica de Longchenpa, que habla de la esencia indivisible de variadas enseñanzas. No voy a citar todo esto aquí sino guardar eso para una futura elaboración.
Todas estas enseñanzas profundas del Dharma también tienen que ver con las conexiones kármicas de los practicantes. Como escribió Jamyang Khyentse Wangpo:
Estudié las escrituras Sakya pero en cambio me convertí en experto en tantras Nyingma, tal es el increíble karma de vidas pasadas;
Practiqué según el vehículo resultante del Mantra Secreto, sin embargo, logré la auto manifestada Gran Perfección – tal es el increíble karma de vidas pasadas;
Rogué al Señor Yogisvara, pero recibí las bendiciones de Padmasambhava, tal es el increíble karma de vidas pasadas;

Todos estos linajes son inseparables del  Dharma esotérico. La obra japonesa, Mikkyō kōyō (Fundamentos de las Enseñanzas Esotéricas), cita que el Maestro Kūkai le dice a su emperador:
Cada linaje del Dharma tiene su propio mérito, pero ninguno de ellos se desvía de la enseñanza tántrica. Ninguna podría ser escuelas del budismo sin la enseñanza tántrica, el Tantraya es la manifestación de la mente de todos los budas – ¿Qué sería una enseñanza del Buddhadharma sin la mente búdica? Por lo tanto el Dharma tántrico es el método más completo, más hábil y más rápido de todos; es la vía más segura a la iluminación de todos los budas del pasado, presente y futuro.
Estas palabras revelan las cualidades excepcionales del Dharma esotérico. Je Tsongkhapa recibió las enseñanzas del maestro Nyingma de Dzogchen Lhodrak Namkha Gyaltsen. Esto quedó anotado en El flujo del río Ganges: Un registro de las enseñanzas recibidas. La obra de Tsongkapa sobre el Dzogchen, Rosario del néctar Medicinal Supremo, ahora se incluye en sus 'Obras completas'. Además, los relatos de varios grandes maestros de Jonang y la tradición Kagyu que estudiaron Dzogchen pueden encontrarse en sus respectivas biografías y en La historia del Dharma del Gurú Tashi. En estos días, un número creciente de maestros venerados, seres santos y personas inteligentes en todo el mundo, especialmente en China, han desarrollado fe en el Dzogchen y se dedican a practicar esta transmisión tántrica suprema, que hace posible el logro de la completa liberación en esta vida.
A lo largo de la historia, los seres realizados y los grandes sabios del Tíbet y de la China, los que mantuvieron opiniones imparciales hacia los distintos linajes, abrazando y dando fuerza a partir de diversas prácticas, establecen buenos ejemplos para que los practicantes de hoy sigan su ejemplo. Aunque no hay diferencia fundamental entre las variadas tradiciones, sólo es natural que una mente ordinaria y discriminativa los catalogue de forma diferente. Dicho esto, uno nunca debe insultar o criticar las instrucciones de otra tradición debido a que se apartan de su propia opinión, la enseñanza profunda de budas y bodhisattvas está más allá de la concepción de un hombre ordinario.
El Tantra Chakrasamvara dice:
Las manifestaciones de la enseñanza del Buddha son tan inconmensurablemente variadas como las capacidades de los seres sensibles; ante una transmisión que es diferente a la de uno, no la critiques, sino comprométete a ser capaz de entenderla en el futuro.
El Tantra Mahāvairocana tiene la siguiente cita sobre este punto:
¡Hijos de Buddha! El Buddha educa a los seres a través de numerosos medios hábiles, según la variedad de las facultades de los individuos. Hay seres sensibles que pueden ser entrenados por los bodhisattvas, los shravakas o los pratyekabudas; hay aquellos que pueden ser sometidos por dioses, nagas o reyes, y aquellos que pueden ser transformados por la meditación, el estudio del Dharma, la claravidencia o el poder milagroso.
El Sutra Avatamsaka (Sutra de la Guirnalda de flores) también lo confirma:
El Sugata (se refiere al Buddha) se manifiesta en formas ilimitadas, que se identifican con los seres sensibles, para acercarse y guiarlos.
El Sutra la Unión del padre y el hijo, reconoce:
El Buddha puede liberar seres hasta asumiendo una forma demoníaca.
En definitiva, es imposible para nosotros los seres ordinarios entender que pueda existir una encarnación de Buda o de bodhisattva; por lo tanto, uno siempre debe mantener la percepción pura. Mi bondadoso maestro, su Santidad Jigme Phuntsok Rinpoche, solía siempre explicar cómo los linajes del Dharma no se contradicen uno a otro, presentando evidencias doctrinales y razonando con sus alumnos en Tíbet, China y otros países. También los aconsejó seriamente: aunque las esencias de diversas tradiciones son concordantes, uno deberá sobre todo estudiar, reflexionar sobre y practicar la enseñanza de su linaje para recibir las bendiciones de la transmisión ininterrumpida. Vagando sin rumbo de una escuela a otra no te llevará a la Visión integral.
Desafortunadamente esta era degenerada ha sido testigo de más hechos ilícitos contra el consejo de los sabios. Por ejemplo, algunos tibetanos acusan falsamente a los linajes budistas chinos de ser apócrifos. Me gustaría preguntar a los acusadores: ¿Han leído cualquiera de las obras de los maestros chinos Chan o las preciosas escrituras traducidas por los tres grandes traductores de la dinastía Tang? Si no, entonces su acusación es simplemente una calumnia infundada. Por otro lado, hay algunos que son prejuiciosos contra la enseñanza tántrica tibetana, alegando que no es verdadero Dharma y no debe ser seguida. Insto a aquellas personas a, en primer lugar, estudiar, contemplar acerca de ellas y dominarlas, las escrituras del vasto océano del Vajrayana tibetano como los Dieciocho tantras de la primera época de propagación. De lo contrario, sáltese las denuncias temerarias, sin ningún conocimiento de las doctrinas tántricas, que sólo podrán cometer pecado de difamar el Dharma esotérico. Por lo tanto, es crucial en nuestros estudios considerar todas las transmisiones y las realizaciones del Buddhadharma con fe genuina y visión pura. En cambio, si uno llega a ser muy arrogante por la inteligencia pobre que uno pueda tener en ciertas áreas, o formas de apego al propio linaje, o tener resentimiento y celos contra los demás o exhibir ignorancia, o calumniar las sagradas enseñanzas y así cometer crímenes cardinales, uno terminará en ninguna otra parte sino en el infierno Vajra. Por lo tanto uno debe prudentemente protegerse contra estos comportamientos.
El Shastra Uttaratantra (Tratado sobre el  Continuum Sublime) dice:
Quien se convierte en cruel amigo y muestra agresividad contra el Buddha, quien mata a sus padres, quien mata arhats, o quién crea cisma en la sociedad de la Sangha, todavía puede encontrar redención por contemplar el Dharmata; sin embargo, quien mantiene aversión hacia el Dharma, está más allá de la liberación.
El Sutra del Corazón del Sol, menciona:
Antes destruiría mi cuerpo que calumniar el Dharma.
Se dice en el Sutra Lámpara lunar:
Si alguien fuera a destruir toda las estupas en el continente de Jambudvipa, y si otro fuera a difamar el Dharma, este último crimen sería mucho más grave;
Si uno fuera a matar a tantos arhats como granos de arena existen en el río Ganges, y si otro fuera a difamar el Dharma, este último crimen sería mucho más grave.
En La Sabiduría Trascendente en Ochocientos Versos se declara:
Los cinco crímenes con retribución inmediata no son tan atroces como el de calumniar el Dharma.
También se dice:
Quien calumnia el Dharma,
En los millones de años por venir,
Sufrirá agonía en el infierno, luego
Renacerá en el reino animal y
Renacerá como un hombre malvado y
Sin las facultades sensoriales intactas,
Así nunca oirá de las Tres Joyas.
Pueden encontrarse muchas más escrituras autorizadas en relación con el delito de difamación del Dharma. Mipham Rinpoche dice así en su Consistencia esencial en los tres conjuntos de votos:
Tomar partido entre un linaje y otro es como si dos hijos de un padre discutieran sobre el tener dos orígenes diferentes.
Todo esto dice, para nosotros discípulos budistas, que incluso si no podemos cumplir la gran misión de propagar el Dharma y beneficiar a los seres, por lo menos debemos evitar profanar intencionalmente el néctar del Buddhadharma. Como Sakya Pandita dijo:
Uno puede carecer de la capacidad para difundir el Dharma, pero uno nunca debe denigrar su enseñanza.
Es mejor no decir nada antes que proferir palabras de falta de respeto. Como dije en La guirnalda preciosa: El imprudente mejor haría en quedar callado. Esto coincide con lo que a menudo dicen los sabios: Cuando el necio cierra su boca, el Dharma estará libre de daño.
En resumen, el budismo en China puede ser categorizado como compuesto de ocho o diez sectas, incluyendo la secta Chan (dhyāna), la secta de Tierra Pura y la secta Avatasaka. En el Tíbet hay ocho tradiciones, incluyendo Nyingma y Gelug, con la primera dividida en sub linajes como Katok, Palyul, Dzogchen y demás. No importa cómo ellas sean identificadas individualmente, todas ellas representan la sabiduría completa y trascendente del Sutrayana y el Tantrayana, enseñada por los budas, como Shakyamuni y Samantabhadra. Estas instrucciones auténticas han sido fielmente sostenidas por varios maestros del linaje y seguirán guiando a muchos a la realización, hasta este día. No debemos negar la autenticidad de una u otra, ni aceptar arbitrariamente una y rechazar a otra. Je Tsongkhapa dijo:
Si uno ve a través de los múltiples linajes, de su núcleo consistente, uno cogerá las instrucciones medulares de todas las escrituras y fácilmente encarnará el verdadero mensaje subyacente del Buddha.
Sólo cuando nos adherimos a tal actitud se puede dar la bienvenida al futuro auspicioso del budismo, a la que siempre ha aspirado el presidente de la Asociación budista de China, Zhao Puchu:
Que la presencia del Dharma pueda durar,
Adornando nuestra tierra con gloria y armonía,
¡Ofrendando  bienestar y dicha a los seres sensibles!
Escrito con reverencia en Larung Five Sciences Buddhist Academy, 3 setiembre, 1994
Khenpo Sodargye, es un maestro de la escuela Nyingma, linaje Palyul -- discípulo del terton e impulsor del renacimiento del budismo en Tíbet después de la Revolución Cultural China, Kyabje Khenchen Jigme Phuntsog Rinpoche --, autor de numerosas obras y traductor infatigable de tratados del tibetano al chino. 

Versión al español, el editor
Los hechos de la vida

Pema Chödrön




El Buddha enseñó que hay tres características principales de la existencia humana: impermanencia, ausencia de yo y sufrimiento o insatisfacción. Según el Buddha, la vida de todos los seres está marcada por estas tres cualidades. Reconocer que estas cualidades son reales y verdaderas en nuestra propia experiencia nos ayuda a relajarnos con las cosas como son.

Cuando escuché por vez primera esta enseñanza me parecía remota y académica. Pero cuando estuve alentada a prestar atención --por curiosidad acerca de lo que estaba pasando con mi cuerpo y mi mente-- algo cambió. Desde mi propia experiencia pude observar que nada es estático. Mi estado de ánimo está cambiando continuamente como el clima. Definitivamente no controlo qué pensamientos o emociones van a surgir, ni puedo detener su flujo. La quietud es seguida por el movimiento, los flujos del movimiento vuelven a la quietud. Incluso el más persistente dolor físico, cuando le presto atención, cambia como las mareas.

Siento gratitud hacia el Buddha por señalar que lo que luchamos contra todo en nuestras vidas puede ser reconocido como experiencia ordinaria. La vida continuamente va con subidas y bajadas. Las personas y situaciones son impredecibles, como también todo lo demás. Todo el mundo conoce el dolor de conseguir lo que no queremos: Santos, pecadores, ganadores, perdedores. Me siento agradecida de que alguien vio la verdad y señaló que no sufrimos este tipo de dolor a causa de nuestra incapacidad personal para hacer bien las cosas.

Que nada es estático o fijo, que todo es fugaz y efímero, es la primera marca de la existencia.  Es la situación normal de las cosas.  Todo está en proceso. Todo: cada árbol, cada brizna de hierba, todos los animales, insectos, seres humanos, edificios, lo animado y lo inanimado, está siempre cambiando, momento a momento. No tenemos que ser místicos o físicos para saber esto.  Sin embargo, en el nivel de experiencia personal, nos resistimos a este hecho básico. Significa que la vida no siempre va a seguir según nuestro modo. Significa que hay tanto pérdida como ganancia. Y no nos gusta esto.

Cierta vez estaba cambiando de trabajos y de casas al mismo tiempo.  Me sentía insegura, incierta y sin base. Esperaba que dijera algo que me ayude a trabajar con estos cambios, me quejé ante Trungpa Rinpoche acerca de los problemas con las transiciones.  Él me miró fijamente y dijo: "Siempre estamos en transición". Luego dijo: "Si sólo puedes relajarte con eso, no tendrás ningún problema."

Sabemos que todo es impermanente; sabemos que todo se desgasta. Aunque podemos adquirir intelectualmente esta verdad, emocionalmente tenemos una arraigada aversión hacia ella.  Queremos permanencia; esperamos permanencia.  Nuestra tendencia natural es buscar la seguridad; creemos que la podemos encontrar. Experimentamos la impermanencia a nivel cotidiano como frustración. Utilizamos nuestra actividad diaria como un escudo contra la ambigüedad fundamental de nuestra situación, gastando enormes energías tratando de alejar la impermanencia y la muerte. No nos gusta que nuestros cuerpos cambien de forma. No nos gusta envejecer. Estamos temerosos ante las arrugas y la flacidez de la piel.  Utilizamos productos de salud como si en realidad creyéramos que nuestra piel, nuestro cabello, nuestros ojos y dientes, podrían de alguna manera escapar milagrosamente a la verdad de la impermanencia.

Las enseñanzas budistas aspiran a liberarnos de este limitado modo de relacionarse. Ellas nos animan a relajarnos gradualmente y de todo corazón en la ordinaria y clara verdad del cambio. Reconocer esta verdad no significa que buscaremos en el lado oscuro. Lo que esto significa es que comenzamos a entender que no hay ni uno solo que pueda mantener todo junto. No creemos más que haya gente que ha manejado evitar la incertidumbre.

La segunda marca de la existencia es la ausencia de yo.  Como seres humanos somos tan efímeros como todo lo demás. Cada célula en el cuerpo está continuamente cambiando. Los pensamientos y las emociones surgen y desaparecen sin cesar. Cuando estamos pensando en que somos competentes o que estamos desesperados; ¿en que nos basamos?  ¿En este momento fugaz? ¿En el éxito o el fracaso de ayer? Nos aferramos a una idea fija de qué somos y nos incapacita. Nada ni nadie esta fijado.  Si la realidad del cambio es una fuente de libertad para nosotros o una fuente de ansiedad horrible, hace una diferencia significativa. ¿Hace que los días de nuestras vidas agreguen más sufrimiento o aumenten la capacidad para la alegría? Es una pregunta importante.

Algunas veces la ausencia de yo se denomina no-yo. Estas palabras pueden ser engañosas. El Buddha no implicaba que desaparezcamos, que podríamos borrar nuestra personalidad. Como un estudiante una vez le preguntó; "No experimentar la ausencia de yo ¿hace a la vida un tipo de grisura?" No es así. El Buddha señalaba que la idea fija que tenemos sobre nosotros mismos como sólidos y separados entre sí está dolorosamente limitándonos.  Es posible moverse a través del drama de nuestras vidas sin creer tan fervientemente en el personaje que actuamos.  Es un problema para nosotros el que nos tomemos tan en serio a nosotros mismos, que seamos tan absurdamente importantes en nuestra propia mente.  Nos sentimos justificados en estar molestos con todo el mundo. Nos sentimos justificados en denigrarnos o en sentir que somos más inteligentes que otras personas.  La auto importancia nos duele, nos limita al estrecho mundo de nuestros gustos y disgustos. Terminamos muertos de aburrimiento con nosotros mismos y con nuestro mundo.  Nunca acabamos satisfechos.

Tenemos dos alternativas: O bien ponemos en duda nuestra creencia de que no es así.  O bien aceptamos nuestras versiones fijas de la realidad, o comenzamos a desafiarlas.  En opinión del Buddha, prepararse en mantenerse abierto y curioso --  entrenarse en disolver nuestros supuestos y creencias -- es el mejor uso de nuestras vidas humanas.

Cuando nos entrenamos en despertar la bodichitta, estamos nutriendo la flexibilidad de nuestra mente.  En los términos más comunes, la ausencia de yo es una identidad flexible. Se manifiesta como curiosidad, como adaptabilidad, como humor, alegría.  Es nuestra capacidad para relajarse con no saber, no calcular todo lo externo, a no estar en absoluto seguros de que somos - o de que nadie sea tampoco.

El hijo único de un hombre fue reportado muerto en la batalla. Inconsolable, el padre se encerró en su casa durante tres semanas, rechazando todo apoyo y bondad.  En la cuarta semana el hogar el hijo regresó. Viendo que no estaba muerto, la gente del pueblo estaba conmovida hasta las lágrimas. Muy contentos, acompañaron al joven a casa de su padre y tocaron la puerta. "Padre, llamó al hijo, estoy de vuelta." Pero el anciano se negó a responder. "Tu hijo está aquí, no fue muerto," le decía la gente. Pero el anciano no acudió a la puerta. “¡Vayánse y dejenme hacer el duelo!  gritó.  "Sé que mi hijo se ha ido para siempre y no puede engañarme con sus mentiras". Así pasa con todos nosotros. Estamos seguros de quiénes somos y cómo son los demás y esto nos ciega. Si otra versión de la realidad llama a nuestra puerta, nuestras ideas fijas nos impiden aceptarlo.

¿Cómo vamos a pasar esta vida breve? ¿Vamos a fortalecer nuestra capacidad perfeccionada para luchar contra la incertidumbre, o nos vamos a entrenar en dejar ir?  ¿Vamos a aferrarnos tercamente a "yo soy así y tú eres así"?  ¿O vamos a ir más allá de esta mente estrecha?  ¿Podríamos empezar a entrenar como un guerrero, aspirando a reconectarse con la flexibilidad natural de nuestro ser y ayudar a otros a hacer lo mismo? Si empezamos a movernos en esta dirección, comenzarán a abrirse posibilidades ilimitadas.

La enseñanza sobre la ausencia de yo apunta a nuestra dinámica, a nuestra naturaleza cambiante. Este cuerpo nunca ha sentido exactamente lo que está sintiendo ahora. Esta mente está pensando en un pensamiento que, por repetitivo que parezca, no será nunca estar pensando una y otra vez. Puedo decir: "¿No es esto maravilloso?" Pero generalmente no lo experimentamos como maravilloso; lo experimentamos como desconcertante y peleamos por tenerlo. El Buddha fue lo suficientemente generoso para mostrarnos una alternativa. No estamos atrapados en la identidad del éxito o fracaso, o en cualquier identidad en absoluto, ni en términos de cómo otros nos ven ni en cómo nosotros nos vemos.  Cada momento es único, desconocido, completamente fresco. Para un guerrero en formación, la ausencia de yo es una causa de alegría, en lugar de una causa de temor.

La tercera marca de la existencia es el sufrimiento, la insatisfacción.  Como lo dijo Suzuki Roshi, solo practicando a través de una sucesión continua de situaciones agradables y desagradables es cómo adquirimos verdadera fuerza. Aceptar que el dolor es inherente y vivir nuestras vidas desde esta comprensión es crear las causas y condiciones para la felicidad.

Para decirlo de manera concisa, sufrimos cuando nos resistimos a la verdad noble e irrefutable de la impermanencia y la muerte. Sufrimos, no porque somos básicamente malos o merecemos ser castigados, sino por tres malentendidos trágicos.

En primer lugar, esperamos que lo que está cambiando siempre debe ser abarcable y predecible. Nacemos con un deseo por la resolución y la seguridad que gobierna nuestros pensamientos, palabras y acciones. Somos como personas en un barco que se está cayendo a pedazos, tratando de mantenerlo a flote.

La dinámica, la energética y el flujo natural del universo no es aceptable para la mente convencional. Nuestros prejuicios y adicciones son patrones que surgen del miedo a un mundo fluido.  Sufrimos, porque tomamos equivocadamente como permanente lo que siempre está cambiando.

En segundo lugar, procedemos como si estuviéramos separados de todo lo demás, como si fuéramos una identidad fija, cuando nuestra realidad es carente de yo. Insistimos en ser un yo, con Y mayúscula.  Tenemos seguridad de definirnos a sí  mismos como inútiles o dignos, superiores o inferiores.

Perdemos tiempo precioso exagerando o idealizando o menospreciándonos con una seguridad complaciente que sí, que es lo que somos.  Confundimos la apertura de nuestro ser - el asombro inherente y la sorpresa de cada momento – por un yo sólido, irrefutable.  Sufrimos, a causa de este malentendido.

En tercer lugar, buscamos felicidad en todos los lugares equivocados. El Buddha llamó a este hábito "tomar erróneamente el sufrimiento por felicidad," como una polilla volando hacia la llama.  Como sabemos, las polillas no son los únicos que se destruyen a sí mismas con el fin de encontrar alivio temporal. En cuanto buscamos la felicidad, todos estamos como el alcohólico que bebe para detener la depresión que se intensifica con cada trago, o el drogadicto que se sobrepasa para conseguir alivio al sufrimiento que aumenta con cada dosis.

Un amigo que siempre está en una dieta, indica que esta enseñanza sería más fácil de seguir si nuestras adicciones no ofrecieran alivio temporal. Debido a que experimentamos satisfacción efímera con ellas, nos mantenemos enganchados.  En nuestra búsqueda repetida de gratificación instantánea, perseguimos todo tipo de adicciones - algunas aparentemente benignas, algunas obviamente letales – para continuar reforzando los viejos patrones de sufrimiento. Fortalecemos los patrones disfuncionales.

Así nos volvemos menos capaces de vivir con hasta la más fugaz inquietud o malestar.  Nos habituamos a alcanzar algo para aliviar el nerviosismo del momento.  Lo que comienza como un leve cambio de energía -- una tension menor de nuestro estómago, una sensación vaga, indefinible de que algo malo está a punto de pasar -- se intensifica en la adicción. Esta es nuestra manera de intentar hacer la vida predecible.  Porque confundimos siempre lo que resulta en sufrimiento como lo que nos traerá felicidad, seguimos atrapados en el hábito repetitivo de incrementar nuestra insatisfacción. En la terminología budista este círculo vicioso se llama samsara.

Cuando empiezo a dudar de que tengo todo lo necesario para estar presente con la impermanencia, la ausencia de yo y sufriendo, me animo a recordar la advertencia cariñosa de Trungpa Rinpoche de que no existe remedio para el calor y el frío. De que no hay remedio para los hechos de la vida.

Esta enseñanza sobre las tres marcas de existencia puede motivarnos a dejar de luchar una y otra vez contra la naturaleza de la realidad. Podemos dejar de dañar a otros y a nosotros mismos en nuestro esfuerzo por escapar de la alternancia de placer y dolor. Podemos relajarnos y estar completamente presentes en nuestras vidas.


Versión al español, el editor.