jueves, 4 de abril de 2019

Longchen Nyer-nga’i Man-ngag


Enseñanza Longchen Nyer-nga’i Man-ngag

Chögyal Namkhai Norbu
Merigar Oeste – 27 de Abril, 2014



Debemos recordar que estamos siguiendo y aprendiendo el principio de las Enseñanzas Dzogchen. Antes que nada, Dzogchen se refiere a nuestra condición. Todos y cada uno de los individuos tenemos el mismo estado llamado “Dzogchen”. No sólo los seres humanos tenemos esa condición; todos los seres sensibles, desde un ser humano hasta una pequeña hormiga, tienen esa condición. En general, no tenemos conocimiento de esto, aunque “sabemos” que tenemos el estado de Dzogchen y que los seres humanos tienen capacidades más elevadas que los animales; pero recién cuando tenemos la posibilidad de seguir a un Maestro y sus enseñanzas, finalmente podemos “descubrir” que tenemos el estado de Dzogchen. El estado de Dzogchen es el estado no dual de khadag y lhundrup; donde “khadag” que significa “puro desde el comienzo”, se refiere a cómo es la verdadera condición de la vacuidad. Pero nuestra condición no es sólo vacuidad; ya que la vacuidad tiene infinitas potencialidades. Por esta razón, decimos “khadag” y “lhundrup”, que aluden a todas las cualidades perfectas de por sí. ¿Cómo es esa condición? Para explicar este aspecto, damos detalles y explicamos muchas cosas. Para saber, debemos comprender qué quiere decir “no dual”. Khadag y lhundrup son no duales, son el verdadero estado del individuo que se puede descubrir sólo a través de la práctica, nunca de manera intelectual, juzgando y pensando. Jamás podremos entrar en el estado de ese modo.

Tenemos la condición donde, -desde el comienzo- el estado es totalmente perfecto. Algunas personas podrían decir: “Si tenemos ese estado desde el comienzo, ¿por qué estamos en el samsara?, y ¿por qué tenemos todos estos problemas?”. Estando en ese estado, no tenemos problemas. Sabemos, de manera intelectual, que tenemos el estado de Dzogchen; pero eso no quiere decir realmente Dzogchen. Para entrar en ese estado necesitamos la enseñanza, los Maestros y la trasmisión; ya que no sirve solamente conocer las cualidades del estado auto perfecto.

En la filosofía budista, existe una enseñanza de las cinco series de enseñanzas del Buda Maitreya. Para aprenderlas, se nos brinda un ejemplo que no es una explicación del estado de Dzogchen, ya que es una enseñanza del Sutra.

En las enseñanzas del Sutra se explica que todos los seres sensibles tienen una naturaleza búdica. A veces, se dice que tienen la “semilla” de Buda. Eso significa que quien siga esta enseñanza, tendrá la posibilidad de alcanzar ese tipo de realización. Pero, por ejemplo, el Hinayana no concuerda con esto; ya que dice que los seres sensibles nunca tendrán esa posibilidad. Por este motivo, existen muchas discusiones entre el Hinayana y el Mahayana. En relación a ello, el texto llamado gyud lama contiene muchas discusiones entre el Hinayana y el Mahayana, y da muchos ejemplos que dicen que “aunque tengamos una naturaleza búdica y una semilla búdica, si no lo sabemos, y si sólo aplicamos algún tipo de práctica, no podremos alcanzar esa realización”. Sólo tener una naturaleza búdica no ayuda. Incluso, un ser sensible como una pequeña hormiga tiene una naturaleza búdica; pero está muy lejos del conocimiento y del entendimiento de un ser humano.

Como un ejemplo simple, podemos mencionar el referido a un hombre muy pobre, a una cueva y a una roca. El anciano había entrado en la cueva y dormía dentro de ésta. Frente a la roca, había otra montaña en la que vivía un practicante que tenía una capacidad bastante desarrollada. El practicante veía que el anciano salía de la cueva cada mañana; y que retornaba a ella por la tarde. Un día no lo vio más, y pensando en qué podría haberle sucedido, deseó tener mayor claridad para poder verlo. Entonces, entró en el estado de contemplación y tuvo una experiencia de mayor claridad en la que pudo ver que el anciano había muerto adentro de la cueva. El hombre solía dormir allí, y como no tenía una cama, dormía cada noche apoyando su cabeza sobre un pedazo de piedra. Desde su experiencia de claridad, el practicante pudo ver que -dentro de la piedra donde el hombre apoyaba su cabeza- había un diamante gigantesco. El anciano había tomado contacto con el diamante durante toda su vida, pero lo ignoraba, y no sabía que allí había un diamante.

Este ejemplo muestra que todos tenemos una naturaleza búdica con todas sus cualidades auto perfectas; pero que al no saber cómo tratar con ellas y al ser ignorantes, no tendremos beneficios. Este ejemplo surge de la enseñanza del Buda Maitreya, que aunque es muy simple, nos brinda una idea bien concreta sobre este tema de si tenemos una verdadera naturaleza y no la descubrimos; o si no tenemos conocimiento de ella, entonces no tendremos ningún beneficio. Recuerden que en nuestro verdadero estado natural de Dzogchen, “lhundrup” se refiere a nuestro estado autoperfecto con todas sus cualidades. De este modo, se representa nuestra condición normal, y así se alude a nuestros pensamientos, a las funciones de la energía, a los movimientos, a todo; incluso a los movimientos asociados al nivel de la energía.

Por esta razón, si estamos en el estado original del dharmakaya, habrá causas secundarias para su manifestación; y por eso, tendremos infinitas potencialidades. Esas potencialidades se manifiestan a través del sonido, las luces y los rayos. De esta manera, podremos tener algún tipo de manifestación. Todo esto forma parte de nuestro lhundrup, la cualidad autoperfecta.

Los seres iluminados que se manifiestan de este modo no caen en el dualismo. No podemos decir que todos los seres sensibles sean como los seres iluminados que no caen en la visión dualista. En nuestra verdadera naturaleza existe una base. En Dzogchen, la base es denominada “zhi”, que significa “base”. Recuerden que tenemos esencia, naturaleza y energía, las tres sabidurías primordiales que forman parte de nuestra base. Incluso, la verdadera naturaleza o base es “khadag”, o sea “vacuidad”; pero su cualidad autoperfecta es movimiento. El movimiento “zhi nang” alude a la visión de todas las cualidades. Cualidades y manifestaciones son parte del movimiento, no del dharmakaya.

No hay límites para las manifestaciones. Cuando los seres iluminados se manifiestan de ese modo, no caen en el dualismo. No podemos decir que todos los seres sensibles sean como los seres iluminados que no caen en la visión dualista. En nuestra verdadera naturaleza está la base, llamada “zhi” en Dzogchen.

Si no tenemos este conocimiento de manera precisa y pensamos, por ejemplo, que: “acá hay un color”, caemos en la visión dualista. Incluso, los seres sensibles tienen la base del estado autoperfecto en el cual existe la manifestación del “zhi nang”, a partir de la cual caemos en la visión dualista cuando consideramos que hay un sujeto y un objeto. Esta es la raíz de todos nuestros problemas. Por ejemplo: cuando estamos en el estado de contemplación, pueden manifestarse distintos tipos de pensamientos y emociones; y por eso, caemos en el dualismo, en el samsara. Si -en cambio-, estamos en el estado de contemplación, aunque surjan distintos pensamientos y emociones, no caeremos en el dualismo. A esto se lo denomina la “continuación del estado de contemplación”. No es tan fácil; ya que incluso, si descubrimos que nuestra verdadera naturaleza es la base, y tenemos visiones de la base, podemos caer fácilmente en el dualismo. Ustedes pueden comprenderlo fácilmente cuando se observan a sí mismos.

Por ejemplo: cuando hacemos el Guruyoga, nos relajamos y estamos en el estado de Guruyoga. Después de cantar el Canto del Vajra, no hacemos ningún tipo de visualización. La visualización sucede dentro del espacio y del tiempo, y utiliza conceptos mentales; por eso, integramos con el sonido de todas las palabras del Canto del Vajra. Producimos los sonidos del Canto del Vara, por ejemplo, Ema kiri kiri, uno por uno; y luego, integramos y nos relajamos en ese estado. Este es el modo como hacemos Ati Guruyoga. Todos saben que cuando cantamos el Canto del Vajra nos observamos un poquito. Cuantas veces están distraídos pensando, integrando, y después de un ratito se dan cuenta que están pensando en algo distinto, o que están distraídos. Por este motivo, caemos fácilmente en la visión dualista, que es la fuente de todos nuestros problemas.

Cuando caemos en la visión dualista, aunque nuestra verdadera naturaleza sea la de las cinco sabidurías, la naturaleza de los cinco elementos, las cinco sabidurías son la cualidad del estado de lhundrup. Pero, cuando estamos distraídos, las cualidades de las cinco sabidurías se convierten en las cinco emociones: entonces, aceptamos y rechazamos, estamos distraídos con esto y producimos karma negativo. Día a día, acumulamos este tipo de negatividades; y con esas características tenemos consecuencias de la visión kármica; lo cual significa que las visiones son producidas por nuestro karma.

“Karma” quiere decir “acción”. No importa si no usamos esta palabra en sánscrito, ya que todos saben qué significa acción. No permanecemos nunca sin hacer nada, porque, aunque no necesitemos estar haciendo algo, física o energéticamente, con nuestra mente nunca nos detenemos. Siempre estamos creando y pensando: “esto es bueno , esto es malo, esto está bien, esto no está bien.” De esta manera, podemos comprender cómo estamos condicionados por la mente con la que infinitamente producimos karma negativo.

Al producir karma negativo relacionado con nuestras emociones, sabemos que cada una de esas emociones tiene sus características, ya que la rabia no es apego, y ambas tienen relación; pero el modo de manifestarse es bien distinto. La ignorancia no es apego. Somos ignorantes de nuestra verdadera naturaleza: ése es el verdadero significado de la ignorancia en esta enseñanza. En general, pensamos que en nuestra condición real, la ignorancia se refiere a alguien no tiene educación; y por eso, -sin saberlo- decimos: -“esta persona es ignorante”. En la enseñanza, “ignorancia” no quiere decir eso. “Ignorancia” significa que somos ignorantes de nuestra verdadera naturaleza. No hay nadie en nuestra situación samsárica que no tenga este tipo de ignorancia. Algunas personas dicen: -“Soy profesor de la universidad, sé todo, ya que soy muy inteligente.” Tienen esa idea, pero - en realidad-, son ignorantes de su verdadera naturaleza. Este tema es muy importante, por eso deben entender que “ignorancia” quiere decir esto.

En la enseñanza del Sutra, el Buddha explicó la interdependencia, los doce eslabones de la cadena del origen de la interdependencia, que es la fuente de todo el samsara y de sus problemas. ¿Cuál es el primer eslabón del origen de las negatividades? El que se denomina “marigpa”, que quiere decir “ignorancia”; y que significa que no sabemos cómo es nuestra verdadera naturaleza. En consecuencia, es muy importante entender esto en la enseñanza Dzogchen.

Algunos Tantras del Dzogchen dicen: “zhi chig lam nyi, zhi chig” que significa “la base para todos”. ¿Por qué la misma base? Porque, incluso un animal muy pequeño como una hormiga, tiene el mismo estado natural autoperfecto. No hay diferencia alguna desde Samantabhadra hasta una pequeña hormiga. Es lo mismo para quien quiera que tenga esa base, ya que es la verdadera naturaleza. Por eso, “zhi chig” quiere decir “no hay diferencia alguna”. “Lam nyi” alude al camino tal como se manifiesta concretamente, el cual se convierte en dos vías distintas: la de quienes saben y descubren esto de manera directa o de alguna otra forma, y así se liberan del samsara. La otra vía, la de quien es totalmente ignorante y no lo sabe. A ésta, se la denomina “rig tang marig”, donde “rig” significa “rigpa”; y quiere decir que estamos en nuestra verdadera naturaleza de la enseñanza Dzogchen. “Marigpa”- en cambio- quiere decir “ignorancia”.

En las enseñanzas Dzogchen se dice “dzogpa chenpo sa chigpa”, que alude a la única vía del camino del Dzogchen en el cual no se explican los cinco caminos, ni los diez bhumis, tal como se hace en el estilo Sutra. Considerar a estos caminos y a los bhumis es un tipo de desarrollo del estadio del progreso, del progreso relativo, no definitivo. Ustedes, definitivamente, necesitan estar en el estado de contemplación, ya sea estando o no estando… ya que si no están en el estado de contemplación, son ignorantes y no tienen conocimiento de la cualidad de la contemplación. Este punto de la enseñanza es sumamente importante.

Transcripto y editado por Naomi Zeitz
Posteado por : Naomi Zeitz // Featured, Teachings // May 15, 2014.
Traducción al castellano y edición : Laura Yoffe.
Colaboración: Neli Saporiti.

Sutra: La Nave


Estudio del Sutta: La Nave

Peter Doobinin


En el Nava Sutta (La Nave), el Buddha describe el objetivo del camino como el “final de los efluentes”. Es una buena manera de pensar acerca de qué es la práctica del dharma. Como seres humanos estamos sujetos a una variedad de experiencias: visiones, sonidos, olores, gustos, sensaciones corporales, impresiones mentales (pensamientos, emociones). Ninguna de estas experiencias, ya sean agradables o desagradables, es un problema; nuestros “problemas” se manifiestan en los efluentes, las formas en que agregamos a la experiencia, las formas en que nos oponemos y buscamos la experiencia, las formas en que corrompemos la experiencia, las formas en que tomamos lo que es y lo convertimos en otra cosa.
El diccionario define efluente como “algo que fluye o emana; drena”. Los efluentes son lo que fluye de la mente: nuestro pensamiento poco hábil y las acciones no hábiles que siguen. Los efluentes también pueden significar aguas residuales. Nuestra tendencia, podríamos decir, es tomar nuestra experiencia humana básica y contaminarla, profanarla, dando lugar a una descarga de aguas residuales. Palabras fuertes tal vez, pero cuando miramos lo que está saliendo de la mente, estamos muy presionados para estar en desacuerdo.
Los efluentes son nuestro pensamiento doloroso, nuestras narraciones, nuestras formas poco hábiles de relacionarnos con nuestra experiencia humana. El Buddha estaba interesado en aprender a relacionarse hábilmente con su posición como ser humano. Lo que aprendió es algo que también podemos aprender. ¿Pero cómo? ¿Cómo podemos aprovechar al máximo nuestro precioso tiempo en este reino humano? ¿Cómo podemos poner fin a los efluentes?
Como lo expresa el sutta, la cesación de los efluentes proviene del conocimiento y la visión. En otras palabras, de la sabiduría, no de la sabiduría adquirida al leer libros o escuchar charlas, sino de la sabiduría que proviene de nuestra propia visión clara. Aquí llegamos a un entendimiento que se encuentra en el corazón del sutta y las enseñanzas del Buddha: logramos nuestras metas atendiendo a las causas fundamentales. No simplemente eliminamos los efluentes después del hecho, como tampoco eliminamos la contaminación simplemente drenando el agua en un arroyo. Para eliminar efectivamente la contaminación, necesitamos cortar su fuente, abordar sus causas. Para terminar con los efluentes, nuestro objetivo es desarrollar las causas que llevarán a su eliminación final.
Acabamos con los efluentes mediante el conocimiento y la visión, específicamente el conocimiento y la observación de nuestro apego. En el sutta, el Buddha delinea los cinco agregados y aferramientos: la forma, el tono de sensación, la percepción, la fabricación y la conciencia, las cinco formas en que nos aferramos cuando nos aferramos a nuestra experiencia del cuerpo y de la mente, y aprendemos a ver los inconvenientes de nuestro apego. Es a partir de este apego que se vierten los efluentes. Cuando tomamos lo que es, una sensación, un movimiento mental, y nos aferramos a ello, producimos efluentes. Cuando vemos claramente en nuestro apego, nos desencantamos con él y, a su vez, nos inclinamos a no más aferrarnos. Cuando dejamos de aferrarnos, los efluentes dejan de fluir.
Que el aferrarse conduce al sufrimiento no es una lección exclusiva del Nava Sutta. Más bien, este sutta es notable por su énfasis en la forma en que lo soltamos: lentamente y con gran esfuerzo.
A medida que aprendemos que el apego es la pieza clave, comenzamos a “desear” terminar con el apego y los efluentes. Pero, como enseña el sutta, este deseo no es suficiente. Dicho de otra manera, no podemos simplemente “soltarlo”. No funciona así. Ciertamente no es lo que el Buddha enseña. Soltar, nos dice el Buddha, vendrá cuando “desarrollemos” la sabiduría. En el sutta, enumera las prácticas que comprenden el “desarrollo”: “Los cuatro marcos de referencia, los cuatro esfuerzos correctos, las cuatro bases del poder, las cinco facultades, los cinco puntos fuertes, los siete factores para el Despertar, el noble camino de ocho puntos”. El soltarse del apego ocurre cuando desarrollamos estos elementos del camino, a veces denominados “alas para despertar”.
Desarrollamos estas alas para despertar, en gran parte, en el servicio del cultivo de la concentración. Específicamente, la concentración del Buddha, conocida como jhana. Al desarrollar esta concentración a través de una práctica de meditación, podemos lograr la sabiduría que traerá el final de los efluentes. Este esquema representa, por supuesto, una relación integral de causa y efecto en el dharma del Buddha: el desarrollo de la concentración conduce al desarrollo de la sabiduría, que conduce a liberarse del sufrimiento, el final de los efluentes.
Podríamos decir que el desarrollo de la concentración a través de la práctica de la atención consciente de la respiración es el “trabajo duro” de la práctica del dharma. Es donde se aplica la mayor parte del tiempo y del esfuerzo.
En el Sutta Nava, el Buddha ofrece algunas metáforas maravillosas para describir el “trabajo” de la concentración. Primero, da el ejemplo de la gallina y sus huevos. Para que sus huevos eclosionen, para que nazcan sus polluelos, la gallina debe sentarse en los huevos para incubarlos. Ella debe hacer el trabajo, poner en el tiempo y esfuerzo. Es la única forma en que logrará los resultados deseados. El simple hecho de desear que los huevos se incuben no lo hará; ella tiene que sentarse en ellos.
En lo que respecta a gallinas y huevos, esto puede parecer bastante obvio; pero cuando se trata de la práctica del dharma podemos fallar en apreciar las leyes de causa y efecto; es posible que queramos que cesen nuestros efluentes, que disminuya nuestro sufrimiento y, sin embargo, no estamos trabajando, no estamos sentados en nuestros huevos.
Con simplemente desear que las cosas sucedan no hará que ocurran. El simple hecho de hablar sobre el dharma o escuchar las charlas en línea sobre el dharma no pondrá fin a los efluentes. Es un camino de acción. Una y otra vez, en sus enseñanzas, el Buddha enfatiza esto. Esto es importante de implicar en la cultura tecnológica moderna de hoy. No estamos tan acostumbrados a ser proactivos, a poner un esfuerzo decidido en el desarrollo de las causas. En nuestra cultura, hemos llegado a esperar resultados rápidos, sin tener que trabajar mucho. Hacemos clic en un ícono en la computadora y, voilà, tenemos resultados. Instantáneamente recibimos todo tipo de experiencia sensorial, información, estimulación; con unos pocos clics, podemos comprar casi cualquier cosa y se entregará al día siguiente. No estamos acostumbrados a hacer un esfuerzo lento y constante, el tipo de esfuerzo que hace la gallina.
La determinación, la paciencia y la ecuanimidad son algunas de las cualidades que debemos desarrollar si vamos a poner fin a los efluentes. Necesitamos aprender a sentarnos en nuestros huevos, sabiendo que eventualmente nuestros polluelos eclosionarán.
En la segunda metáfora, el Buddha describe cómo, cuando un carpintero usa una azuela (una herramienta similar a un hacha), no puede discernir el desgaste del mango de madera; sin embargo, él sabe que la madera se está desgastando muy lentamente. Es lo mismo con la práctica del dharma. Cuando meditamos, al principio no podemos ver resultados, pero gradualmente nos daremos cuenta de que las cosas han cambiado, que el mango de madera se ha desgastado. Después de usar su azuela muchas veces, el carpintero puede detectar los cambios en ella a simple vista; después de realizar un esfuerzo decidido para desarrollar la concentración, el estudiante del dharma comienza a darse cuenta de que los efluentes han disminuido. Han estado disminuyendo todo el tiempo, pero de manera muy gradual y casi imperceptible. Ahora es capaz de detectar resultados.
Es difícil para los estudiantes en sus primeros años de práctica del dharma; a menudo no pueden ver los cambios que se están produciendo, la forma en que se desarrollan la concentración y la sabiduría, la forma en que los efluentes están perdiendo su poder. Después de haber practicado durante varios años, estamos más capacitados para ver nuestro progreso. Y avanzamos con confianza, sabiendo que si continuamos trabajando, los efluentes disminuirán.
Finalmente, el Buddha proporciona la metáfora de la nave, por la cual se nombra el sutta. Después de estar en el mar durante seis meses, el barco se retira por el invierno y, al estar en la orilla, permanece “marchito y podrido”. Los soportes de un barco son las cuerdas que sostienen sus mástiles. Resistidas por el largo tiempo en el mar, humedecidas durante el invierno lluvioso, estas cuerdas se desintegran. Lo mismo ocurre con nuestro apego, nuestro pensamiento fundamentado por la aversión y el deseo, nuestra acción no hábil; poco a poco, a medida que desarrollamos las causas, las cuerdas que nos atan se marchitan y se pudren. Y estamos libres.
Peter Doobinin fue el maestro conductor del Downtown Meditation en New York City por 16 años y ahora enseña meditación de visión penetrante en Berlín. También fue cofundador del New York Insight y es el autor de The Skill of Living.