domingo, 12 de noviembre de 2017

CANCIÓN DEL PROFUNDO
QUÍNTUPLE CAMINO DEL MAHAMUDRA (3)

Práctica de la deidad Yidam

Si el cuerpo de uno, el rey de las deidades,
En este fundamento inalterable no está estabilizado,
El séquito de dakinis no se reunirá.
Asegúrate, por tanto, de que tu cuerpo sea como el yidam.

Una vez que ha sido cultivada la mente bodhicitta, necesita ser perfeccionada. Por eso, aquí, la canción presenta la práctica Vajrayana, también llamada yoga tantra o de la deidad. El Buddha, desde su sabiduría omnisciente y desde su natural compasión omnipresente, enseñó los métodos completos por los que todos los seres sensibles pueden purificar sus muchos niveles de oscurecimiento y alcanzar paso a paso el estado absoluto de la iluminación. Cuando un practicante individual ha desarrollado suficiente capacidad y habilidad, el Vajrayana proporciona muchos métodos que permiten realizar la naturaleza búdica. Para entender el tantra, uno debe tener la aspiración, el interés y la plena dedicación. Sólo entonces uno tiene la posibilidad y la capacidad de practicar para asimilar su significado profundo y vasto.

Hay dos métodos en el Vajrayana: la iniciación o empoderamiento (abisheka) y la liberación. Antes de practicar la meditación tántrica, uno debe recibir todos los componentes de un empoderamiento (del vaso, del secreto, de la sabiduría y de la palabra preciosa) de un maestro vajra apropiado. A lo largo de la ceremonia, es importante recibir las instrucciones de la práctica y comprenderlas precisamente. Después de recibir una iniciación, hay dos prác-ticas de meditación del yoga de la deidad que permiten realizar perfectamente las enseñanzas: el surgimiento y la compleción.

En la etapa de surgimiento o generación, nuestra naturaleza búdica se manifiesta en la forma de una deidad. Para lograr esto, trabajamos con nuestro cuerpo físico, ya que es la base del samsara y de la iluminación. Nuestro cuerpo samsárico actual es una formación mental afligida basada en nuestro propio karma de vidas pasadas. Lo mismo será cierto en el futuro, la forma que estará basada en nuestro motivos y acciones presentes.  Por lo tanto, con el fin de realizar la iluminación y manifestar una forma pura, ahora establecemos la causa al habituarnos a ese estado por visualizarnos en la forma de la deidad.

Sin la creación de karma y de la formación mental, no podría ser alcanzado un cuerpo, porque no habría ninguna causa precedente para ello. En el estado samsárico carente de iluminación, nuestra ignorancia continuamente invita al sufrimiento y a las condiciones indeseables.  En su mayor parte, los pensamientos negativos tales como apego, odio, orgullo, celos, y así sucesivamente se presentan debido a este cuerpo. Porque tenemos un cuerpo, necesitamos alimentos, ropa, TV, computadora, coche, casa, etc. Trabajarmos duro para acumular necesidades materiales, generalmente creando de esta manera una multitud de acciones negativas y creando así un futuro de sufrimiento. Luego envejecemos, nos enfermamos y, finalmente, morimos.  Si no aprovechamos esta preciada vida humana para alcanzar la iluminación, será simplemente una base para el sufrimiento.

De otro lado, nuestra relación con el cuerpo puro del estado de iluminación es desarrollada a través de la práctica de la bodhicitta. Antes de practicar el yoga de la deidad, entrenamos este cuerpo para beneficiar y ayudar a los demás con el apoyo de las paramitas como generosidad, ética moral y paciencia. Aquí, para mejorar su efectividad, combinamos estas prácticas con la deidad o yidam, al practicar visualizán-donos siendo generosos y etc. mientras manifestamos el cuerpo de la deidad. Esto es a lo que se refiere Jigten Sumgön en la frase del cuerpo de uno, el rey de las deidades. Un rey tiene plena autoridad sobre su territorio. De igual manera, el yidam gobierna su mandala en un modo positivo y solo así transforma toda negatividad y confusión en el estado de la iluminación.

El cuerpo iluminado es estabilizado en el fundamento inalterable de la natura-leza búdica.  La naturaleza de la deidad es la de un buda. Cuando, por medio de las instrucciones de la etapa de surgimiento, manifestamos todo nuestro ser como yidam, llegamos a reconocer nuestra propia naturaleza búdica vien-do la naturaleza de la deidad. Esto nos permite darnos cuenta de la verdadera naturaleza de la mente. Todo nuestro ser, incluyendo nuestra mente y este cuerpo de forma, se convierte en la forma sambogakaya de la deidad. El cuerpo ordinario no ha ido a ninguna parte, sino que la mente está en el estado ilumi-nado de Chenrezig, Tara, Chakrasamvara o cualquier otra deidad.  La deidad también no ha venido de ningún lado, sólo es el estado iluminado. 

Tan pronto como nos liberamos de la visualización, este estado desaparece y volvemos a nuestro cuerpo ordinario. Pero la deidad no está totalmente desaparecida, nuestro estado ordinario de la mente permanece al mismo tiempo con el estado iluminado de la mente. Por lo tanto, tenemos que mantener este estado iluminado en nuestra conciencia hasta que nos convertimos en inseparables de él.

Cuando surgimos en el estado de la deidad yidam, nos establecemos en las tres cualidades de claridad, pureza y orgullo divino.

La cualidad de la claridad ocurre cuando vemos lúcidamente a la deidad como estando inseparable de la apariencia y la vacuidad. Es como ver el reflejo de la luna sobre el agua o ver un arcoíris. Podemos ver el reflejo o el arcoíris muy claramente aun cuando no podemos agarrarlos o sostenerlos. De igual manera, cuando visualizamos claramente, podemos ver la naturaleza clara de la deidad – el color, atributos y marcas antes que un cuerpo de sangre, huesos y carne sustanciales.

La perfección de las cualidades excelentes como las cinco sabidurías, las seis perfecciones y la personificación de los tres kayas se manifiesta a través de la cualidad de la pureza. Estas cualidades del Buddha no aparecerán hasta que nos manifestamos como la deidad. Por eso, en el estado de generación, desarrollamos la pureza al meditar en la aparición del yidam. El color, postura, ornamentos, joyas, ropas de seda, etc. de la deidad, todo es expresión de las distintas cualidades de la sabiduría y la compasión. Así, cuando nos convertimos en la deidad, recitamos mantras, hacemos la purificación y practicamos los otros elementos esenciales de una sadhana, se manifiestan sin esfuerzo la cualidades de la iluminación. La frase el séquito de las dakinis se refiere al conjunto de cualidades excelentes que se manifiestan cuando practicamos con éxito.

La tercera cualidad es el orgullo divino, por medio del cual construimos con-fianza en nuestra naturaleza pura. Nuestra naturaleza básica es la de la deidad yidam o el Buddha. Esto no es un concepto intelectual, una construcción arti-ficial o un estado atribuido. En realidad, es nuestra existencia samsárica la que es artificial, porque es confusión basada en pensamientos negativos. Todos los pensamientos negativos son elaborados y conseguidos por medio de la ilusión, y todo lo que es creado a través de la ilusión es artificial. Hemos construido de manera exitosa la dimensión del samsara por medio de la confusión basada en la gran ignorancia y, a causa de esto, el sufrimiento es inagotable.  Ahora que tenemos una preciosa vida humana y las enseñanzas plenas del Buddha, es momento de deconstruir el samsara con estos métodos e instrucciones autén-ticos de la iluminación. Nuestra naturaleza genuina es el estado de ilumina-ción, por eso es que debemos construir nuestra confianza.

En el estado samsárico tenemos una sensación falsa de la realidad; en verdad, el samsara es una ilusión que debe ser purificada. Pero cuando descansamos en nuestra mente en estado natural, la que está impregnada de bodhicitta, los pensamientos negativos no pueden existir.  Es por esta razón que de vez en cuando recibimos instrucciones de un maestro espiritual para descansar nuestra mente allí.

Después de manifestarnos de esta manera como la deidad yidam y convencernos de nuestra identidad como yidam, entonces practicamos la etapa de la compleción. Esta etapa se puede realizar con o sin signos, pero en el yoga de la deidad hacemos uso particular de la etapa de compleción con signos o soportes como la recitación del mantra, las prácticas de purificación para uno mismo y para los demás, así como el perfeccionar los canales y chakras. La compleción sin signos consiste en disolverse en la vacuidad o en mahamudra y descansar la mente en ese estado. Todas estas prácticas deben realizarse con la mente de bodhicitta basada en la sabiduría y la compasión.

El Vajrayana es eficaz debido a estos métodos; mediante el uso de ellos, se tarda mucho menos tiempo para alcanzar la budeidad que en los necesarios tres kalpas ilimitados en el camino del sutra. Con el yoga de la deidad tenemos un método completo para realizar el estado de la iluminación. Al recibir primero el empoderamiento y luego practicar según las instrucciones apropia-das, gradualmente se purifica los oscurecimientos y engaños que hemos acumulado por millones y millones de kalpas. El resultado es que este cuerpo muy afligido se transforma en un cuerpo puro, no afligido. Entonces meditamos en esto durante un período de tiempo para perfeccionar nuestra práctica.

Chakrasamvara es una de las más conocidas de las principales prácticas de yidam Vajrayana, por eso los participantes de retiros siguen por lo general la tradición de confiar en esta práctica. Los detalles deben ser recibidos de un maestro de retiro.

Aquí, he elaborado una práctica de purificación muy corta y simple que puede caber fácilmente en una vida muy ocupada en una base regular. Durante el yoga de la deidad, cante om ah hung. Estas tres sílabas son la esencia y la raíz de todos los demás mantras. El om blanco tiene la naturaleza del cuerpo de sabiduría del Buddha, el ah rojo es el habla de la sabiduría del Buddha y el hung azul es la mente de sabiduría del Buddha. El om blanco corresponde al nirmanakaya, el ah rojo al sambhogakaya y el hung azul al dharmakaya. Su naturaleza inseparable es el svabhavikakaya.

Para practicar esta meditación, respire profundamente y relaje su mente. Libere todo el estrés y la tensión.  Luego manifieste la forma de un buda con el cual está familiarizado – Vajrasattva, Chenrezig, Tara o Chakrasamvara – por ejemplo. Visualícese de manera precisa en forma de la deidad, de aparien-cia y vacuidad inseparables. Luego visualice un om blanco, la naturaleza de la sabiduría y la vaciedad, irradiando luz desde dentro del chakra encima del nivel de sus cejas. Recite el mantra om ah hung una ronda de mala o más, mientras que una luz blanca desde el om radiante llena completamente su cuerpo, purificando todos los obscurecimientos y karma negativo relaciona-dos con el cuerpo, sobre todo la ignorancia.  Entonces su cuerpo se transforma en apariencia y vacuidad inseparables, como un arco iris.

Después, visualice un ah rojo, la naturaleza de la sabiduría y la vacuidad, irradiando luz dese el chakra de la garganta.  Cante el mantra como antes, mientras que la luz roja irradia y llena completamente su cuerpo, purificando todos los obscurecimientos y el karma negativo relativo al habla, sobre todo el deseo y el apego.  Luego su voz se transforma en sonido y vacuidad inseparables, como un eco.

Luego visualice un hung azul, la naturaleza de la sabiduría y la vacuidad, irradiando luz desde el chakra del corazón en su pecho. Cante el mantra como antes, mientras la luz azul irradia e impregna totalmente su cuerpo y ser, purificando todas las obscuraciones y el karma negativo relativo a la mente, especialmente el odio y la aversión o rechazo. Entonces su mente es trans-formada en la mente del Buddha, inseparable de la luz clara y la vacuidad.

Cante el mantra por una cuarta ronda. Desde todas tres sílabas al mismo tiempo, las tres luces de colores irradian y llenan el universo con sabiduría y compasión. En primer lugar, purifican el universo externo y lo transforman en una tierra pura. Luego las luces tocan cada ser sensible; purificando todas contaminaciones, sufrimiento, y karma negativo relacionado con el cuerpo, habla y mente y establecen a todos los seres en el estado de budeidad. Ellos también se convierten en apariencia y vacuidad inseparables, como el reflejo de la luna en un lago.  Las luces retornan y se disuelven dentro de usted. Usted se siente feliz porque está siendo purificado, como lo son todos los seres sensibles.

Al final de la sesión, disuelva su cuerpo búdico visualizado en las tres sílabas. La sílaba om blanca luego se disuelve en el ah rojo, y el ah en el hung azul. El hung luego se disuelve desde abajo hacia arriba y desaparece en la vacuidad omniabarcante. Relaje la mente y medite en un estado de no elaboración, en la mente misma tal como es. Finalmente, dedique el mérito.

Esta práctica, especialmente el estado de compleción o disolución, da una muy profunda preparación para la realización en el momento de la muerte. Uno experimenta diferentes sensaciones durante el proceso de morir. Después de que los cuatro elementos se disuelven, ocurren las tres experiencias sutiles de surgimiento del blanco, aumento del rojo y del casi lograr la oscuridad. La gente común sin experiencia de meditación irá a través de estas tres breve-mente sin ninguna consciencia, totalmente inconscientes, como en un sueño profundo.

De otro lado, los meditadores que pueden mantener un equilibrio estable pue-den reconocer cada etapa que pasan. La etapa siguiente es la experiencia de luminosidad, el rostro original de la mente, la naturaleza directa de la mente libre de todas las limitaciones de barreras o bordes. Aquellos sin experiencia de meditación o sin instrucciones respecto a estas prácticas atravesarán esta etapa e irán al estado del bardo de acuerdo a su karma y propensiones habituales. Aquellos que están en alto logro en la práctica de meditación pueden reconocer la experiencia de luminosidad como una oportunidad para liberarse de manera instantánea del samsara y alcanzar la iluminación. Si practica una y otra vez con atención consciente, esta práctica de disolver las sílabas blanca, roja y azul ayuda a que el practicante utilice esta oportunidad y logre la realización.


Al final, si uno practica esto de manera cuidadosa y regular, y se acostumbra a ello, uno puede estabilizar la mente en la absorción meditativa. Uno entonces experimentará los efectos beneficiosos antes que nada como la purificación de todas las distintas obscuraciones y contaminaciones mentales. Siguiendo esto, uno experimentará la luminosidad primordial del mahamudra.

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