viernes, 27 de enero de 2017

Visiones distorsionadas del budismo: Agnósticas y ateas


B. Alan Wallace

En cuanto el budismo se encontró con la modernidad, trabajó contra los prejuicios generalizados, religiosos y antirreligiosos, y es común para todos aquellos con tales sesgos el tergiversar el budismo, ya sea intencional o no intencionalmente. Reputados estudiosos del budismo, tradicionales como modernos, todos coinciden en que el Buddha histórico enseñó una visión del karma y del renacimiento que fue muy diferente de los anteriores abordajes de estas ideas. Además, sus enseñanzas sobre la naturaleza y orígenes del sufrimiento, así como de la liberación son expresadas completamente en el marco del renacimiento. La liberación es precisamente liberarse del ciclo de nacimiento y muerte que es el samsara. Pero para muchos contemporáneos atraídos por el budismo, las enseñanzas sobre el karma y el renacimiento no les sientan bien, por lo que encaran un dilema. Una opción legítima es simplemente adoptar las teorías y prácticas de diversas tradiciones budistas que uno encuentra atractivas y beneficiosas y dejar de lado a las demás. Es una opción ilegítima reinventar al Buddha y sus enseñanzas basada en los prejuicios propios. Esto, lamentablemente, es la ruta seguida por Stephen Batchelor y otras personas afines que tienen la intención de remodelar al Buddha de acuerdo a sus propias imágenes.

La contraportada del libro más reciente de Batchelor, titulado Confession of a Buddhist Atheist [La confesión de un ateo budista], describe su obra como "una recuperación impresionante y revolucionaria del Buddha histórico y su mensaje." Una forma para que esto sea cierto, sería que su libro esté basado en un reciente descubrimiento de manuscritos budistas antiguos, comparables a los rollos del Mar Muerto o a la biblioteca de Nag Hammadi para el cristianismo. Pero no es así. Otra manera es que sus afirmaciones se basen en la investigación histórica sin precedentes por un muy logrado erudito en idiomas e historia de la India antigua. Pero no existe tal investigación profesional o erudita que sea evidente en este libro. En su lugar, sus afirmaciones sobre el Buddha histórico y sus enseñanzas son casi enteramente especulativas, cuando asesta otra puñalada al recrear el budismo conforme a su punto de vista actual.

Para obtener una imagen clara del enfoque agnóstico vuelto ateo de Batchelor sobre el budismo, no hay que buscar más que su trabajo anterior, Buddhism without Beliefs [Budismo sin creencias]. Pretendiendo abrazar la definición de agnosticismo de Thomas Huxley como el método de como tomará esto, él amonesta a sus lectores: "No pretendo que las conclusiones sean ciertas, que no sean demostradas o demostrables."1 Entonces procede a explicar quien fue realmente el Buddha y lo que realmente enseñó, en directa oposición a las enseñanzas atribuidas al Buddha por todas las escuelas del budismo. Si esto sigue el dictado de Huxley, esto implicaría que Batchelor ha alcanzado al menos la capacidad de ver directamente en el pasado, si no la completa omnisciencia en sí.
Algunos pueden creer que las libertades que toma Batchelor en la redefinición de las enseñanzas del Buddha están justificadas, ya que nadie sabe lo que él realmente enseñó, así que la opinión de una persona es tan buena como otra. Esta visión ignora el hecho de que las generaciones de budistas tradicionales, comenzando con el primer concilio budista poco después de la muerte del Buddha, han tomado reverentemente el máximo cuidado para preservar fielmente sus enseñanzas. Por otra parte, los estudiosos modernos laicos budistas también han aplicado sus formidables habilidades literarias, históricas y arqueológicas para tratar de determinar las enseñanzas del Buddha. A pesar de las muchas diferencias importantes entre las escuelas Theravada, Mahayana y Vajrayana del budismo, los budistas tradicionales de todas las escuelas reconocen los suttas Pali como que son los registros más indiscutibles de las enseñanzas del Buddha.
Ante ese consenso de académicos profesionales y de contemplativos a lo largo de la historia, es simplemente una expresión de arrogancia invalidar sus conclusiones, debido simplemente a sus propias preferencias o "intuición" (que es a menudo un mal disfrazado prejuicio). Ignorar la evidencia más convincente de lo que el Buddha enseñó y remplazarla por afirmaciones contrarias a tal evidencia es indefendible. Y cuando esas afirmaciones laicas, ateas sólo surgen para corresponder con las hipótesis materialistas de la modernidad, es simplemente ridículo atribuirlas al Buddha histórico.
Por ejemplo, contrario a toda evidencia histórica, Batchelor escribe que el Buddha "no afirma haber tenido la experiencia que le concedió el conocimiento esotérico privilegiado de cómo se realiza el universo." Por citar sólo dos de las innumerables declaraciones en el canon Pali pertenecientes al ámbito de conocimiento del Buddha: "Todo lo que en este mundo – con sus devas, maras y brahmas, sus generaciones totales con contemplativos y sacerdotes, príncipes y hombres – es visto, escuchado, sentido, conocido, logrado, buscado, ponderado por el intelecto, esto ha sido despertado plenamente por el Tathagata. Es por esto que es llamado el Tathagata."2 De forma similar, leemos: "el mundo y sus resultantes son conocidos plenamente por un Tathagata y está liberado de ambos; también sabe el final de esto y el modo de ello. Habla como lo hace; es inconquistable en el mundo."3

Batchelor aporta a su comprensión del budismo una fuerte antipatía hacia la religión y las instituciones religiosas, y este sesgo impregna todos sus escritos recientes. En lugar de simplemente rechazar los elementos de las enseñanzas del Buddha que le molestan por religiosos – lo que sería perfectamente legítimo –, Batchelor toma el paso ilegítimo de negar que el Buddha nunca enseñó nada que sería considerado como religioso por estándares occidentales contemporáneos, afirmando que "No hay nada particularmente religioso o espiritual en este camino". Por el contrario, las enseñanzas del Buddha fueron una forma de "agnosticismo existencial, terapéutico y liberador" que fue "reflejado a través de los símbolos, metáforas, imágenes de su mundo".4 Siendo un agnóstico él mismo, Batchelor anula la masiva cantidad de evidencia textual de que el Buddha era otra cosa antes que un agnóstico y recrea el Buddha a su propia imagen, promoviendo exactamente lo que Batchelor cree en sí, concretamente, una forma de agnosticismo existencial, terapéutico y liberador.

Puesto que Batchelor descarta todo lo que habla de renacimiento como una pérdida de tiempo, proyecta este punto de vista en su imagen del Buddha, declarando que él considera "solo como una distracción, la especulación sobre vidas pasadas y futuras." Esta afirmación va en contra de las incontables veces que el Buddha habló de la enorme importancia del renacimiento y el karma, que está en el núcleo de sus enseñanzas tal como está registrado en los suttas Pali. Batchelor es uno de los muchos maestros zen en la actualidad que consideran como una mera distracción las vidas pasadas y futuras. Pero al adoptar esta actitud, van contra las enseñanzas de Dogen Zenji, fundador de la Escuela Soto Zen, quien habló de la importancia de las enseñanzas sobre el renacimiento y el karma en su antología principal, Tesoro del Ojo del Verdadero Dharma (Shobogenzo). En su libro Una fe profunda en la causa y efecto (Jinshin inga), critica a los Maestros Zen que niegan el karma, y en el Karma de los tres tiempos (Sanji go), entra más detalle sobre este asunto.5

En cuanto a la fuente de las enseñanzas budistas sobre el renacimiento, Batchelor especula: "En su aceptación de la idea del renacimiento, el Buddha reflejó la cosmovisión de su tiempo". En el Kalama Sutta, el Buddha aconseja a los demás a no aceptar creencias simplemente porque muchas personas se adhieren a ellas, o porque están de acuerdo con una tradición, rumor, escritura o especulación. Así que Batchelor, de hecho, ¡acusa al Buddha de no seguir su propio consejo! En realidad, los relatos detallados del Buddha sobre el renacimiento y el karma difieren significativamente de las visiones de otros pensadores indios sobre estos temas; y ofrecen la amplia gama de visiónes filosóficas durante su época, en que no había una "visión del mundo de su tiempo," uniformemente aceptada.

En lugar de adoptar esta idea de meros rumores, el Buddha declaró que en la primera vigilia de la noche de su iluminación, después de purificar su mente con el logro del samadhi, ganó "conocimiento directo" de los detalles específicos de los muchos millares de sus propias vidas pasadas transcurridas en los muchos eones de expansión y contracción cósmica. En la segunda vigilia de la noche, observó los múltiples renacimientos de innumerables otros seres sensibles, observando las consecuencias de sus actos saludables y destructivos de una vida a la siguiente. Durante la tercera vigilia de la noche ganó conocimiento directo de las Cuatro Nobles Verdades, revelando las causas de obtener la liberación de este ciclo de renacimiento.6 Mientras que hay amplia evidencia de que el Buddha afirmó tener conocimiento directo del renacimiento, no existe evidencia histórica o textual de que simplemente adoptó cierta visión preexistente, lo cual habría sido la antítesis de todo su enfoque de no aceptar las teorías simplemente porque son comúnmente aceptadas. No habría nada de malo si Batchelor simplemente rechazara la autenticidad de la iluminación del Buddha y del núcleo de sus enseñanzas, pero en cambio rechaza los más fiables relatos de la visión del Buddha y los sustituye por los propios, aunque proyectándolos sobre el Buddha que sólo existe en su imaginación.

Quizás el tema más importante que los lacicistas ignoran con respecto a las enseñanzas atribuidas al Buddha es que hay métodos contemplativos – practicados por muchas generaciones de ardientes buscadores de la verdad – para poner muchas, si no todas, estas enseñanzas a la prueba de la experiencia. En concreto, las afirmaciones budistas sobre la continuidad de la conciencia individual después de la muerte y el renacimiento pueden ser exploradas a través de la práctica del samadhi, sondear más allá de la burda dimensión de la consciencia que depende del cerebro para un continuo más sutil de la conciencia que supuestamente prosigue de una vida a la próxima.7 Esta preparación del samadhi no requiere previa creencia en la reencarnación, pero demanda gran determinación y celo en el refinamiento de las habilidades de atención. Dicha preparación a tiempo completo y rigurosa puede requerir meses o incluso años de esfuerzo disciplinado, y es donde la ciencia budista de la mente realmente es iniciada. Si uno está contento con sus afirmaciones dogmáticas, materialistas – contento de aceptar la hipótesis no corroborada de que todos los estados de conciencia son producidos por el cerebro – entonces uno está obligado a permanecer ignorante acerca de los orígenes y la naturaleza de la conciencia. Pero si uno está decidido a progresar desde un estado de agnosticismo – sin saber lo que sucede en la muerte – directo al conocimiento de las dimensiones más profundas de la consciencia, entonces el budismo ofrece múltiples vías de descubrimiento experiencial. Muchos pueden acogerlo como una refrescante alternativa a la ciega aceptación de las conjeturas materialistas acerca de la consciencia que no se prestan de por sí a la confirmación o rechazo a través de la experiencia.

Batchelor, concluye que, puesto que diferentes escuelas budistas varían en sus interpretaciones de las enseñanzas del Buddha en respuesta a las preguntas de la naturaleza de lo que renace y de cómo se produce este proceso, todos sus puntos de vista se basan en nada más que en la especulación.8 Los científicos en todos los campos de investigación comúnmente difieren en sus interpretaciones de los resultados empíricos, por lo que si este hecho invalida las enseñanzas budistas, debe igualmente invalidar también los hallazgos científicos. Aunque en su opinión, el budismo comenzó como agnóstico, "ha tendido a perder su dimensión agnóstica al ser institucionalizado como una religión (es decir, un sistema de creencias reveladas válidas para todo tiempo, controlado por un cuerpo de élite de sacerdotes)."9 Puesto que no existe evidencia que el budismo fuera alguna vez agnóstico, cualesquier afirmaciones acerca de cómo perdió este estado son nada más que especulaciones sin fundamento, impulsadas por la tendencia filosófica que él trae al budismo.
Como budista agnóstico, Batchelor no considera las enseñanzas del Buddha como una fuente de respuestas a las preguntas de dónde venimos, a dónde vamos o qué sucede después de la muerte, con independencia de las enseñanzas extensas atribuidas al Buddha con respecto a cada uno de estos temas. Por el contrario, aconseja a los budistas a buscar esos conocimientos en lo que él considera los dominios adecuados: Astrofísica, biología evolutiva, neurociencias, etc. Con este consejo, él revela que es un miembro devoto de la congregación de la iglesia científica de Thomas Huxley, tomando refugio en la ciencia como la manera verdadera de contestar todas las preguntas más profundas sobre la naturaleza humana y el universo en general. Irónicamente, un número creciente de científicos cognitivos de mente abierta buscan colaborar con contemplativos budistas en el estudio multidisciplinar, intercultural de la mente. Los métodos budistas y científicos de investigación tienen sus fortalezas y limitaciones, y muchos de los que están ansiosos de encontrar respuestas a las preguntas de dónde venimos, dónde vamos, o qué sucede después de muerte reconocen que el budismo tiene mucho que ofrecer en este sentido. La postura de Batchelor, por el contrario, falla al no tener en cuenta las limitaciones de la ciencia moderna como también las fortalezas del budismo con respecto a estas cuestiones, por lo que la corriente de la historia está obligada a dejarlo atrás.

Habiéndose identificado a sí mismo como un agnóstico seguidor de Huxley, Batchelor procede entonces a hacer una declaración tras otra acerca de los límites de la consciencia humana y la naturaleza última de la existencia humana y el universo en general, como si él fuera el más logrado de los gnósticos. Una característica central de la meditación budista es el cultivo del samadhi, mediante el cual los desequilibrios de la atención de la intranquilidad y el letargo se superan poco a poco a través del entrenamiento riguroso y sostenido. Pero en referencia a la vacilación de la mente desde la inquietud al letargo, Batchelor responde: "Ninguna cantidad de experiencia meditativa del oriente místico resolverá este problema, porque tal inquietud y letargo no son meros lapsos mentales o físicos sino reflejos de una condición existencial."10 Los adeptos contemplativos de múltiples tradiciones, incluyendo el hinduismo y el budismo, han estado refutando esta afirmación por miles de años, y ahora está siendo refutada por la moderna investigación científica.11 Pero Batchelor, está tan convencido de sus propias ideas preconcebidas con respecto a las limitaciones de la mente humana y de la meditación que ignora toda evidencia contraria.

Aunque hay innumerables referencias en los discursos del Buddha con respecto a la realización del vacío, Batchelor afirma: "La vacuidad... no es algo que debemos ‘realizar' en un momento de la visión penetrante mística que ‘se abre paso a través’ de una realidad trascendente oculta detrás, aunque sustenta misteriosamente al mundo empírico." Él agrega: "nosotros no podemos salir más del lenguaje y la imaginación de lo que podemos salir de nuestros cuerpos."12 Los budistas contemplativos a lo largo de la historia han, según se informa, experimentado estados de consciencia que trascienden el lenguaje y los conceptos como resultado de su práctica de meditación de visión penetrante. Pero Batchelor describe esta práctica como que conlleva más bien un estado de perplejidad en la que uno es superado por el "asombro, la maravilla, la incomprensión, el choque," durante el que no "sólo la mente sino todo el organismo se siente perplejo." 13
La explicación de la meditación de Batchelor describe las experiencias de quienes no han podido calmar la inquietud y el letargo de sus propias mentes a través de la práctica de samadhi y por tanto no pudieron realizar la vacuidad o trascender el lenguaje y los conceptos a través de la práctica de vipashyana. En lugar de reconocer estas fallas, las anuncia como triunfos y, sin una pizca de evidencia de apoyo, las atribuye a un budismo que no existe en ninguna parte salvo en su imaginación.
Aunque Batchelor se declara un agnóstico, tales proclamaciones sobre las verdaderas enseñanzas del Buddha y sobre la naturaleza de la mente humana, el universo y la realidad última sugieren que ha asumido para sí el papel de un gnóstico de primer orden. En lugar de presentar un budismo sin creencias, su versión está saturada con sus propias creencias, muchas de ellas basadas en nada más que su propia imaginación. El supuesto agnosticismo de Batchelor es absolutamente paradójico. Por un lado, rechaza una multitud de creencias budistas basadas en las fuentes textuales más fiables, mientras que al mismo tiempo con confianza hace una afirmación tras otra sin siquiera sustentarlas con pruebas demostrables.

En el libro más reciente de Batchelor,14 se refiere a sí mismo como ateo, más que como un agnóstico, y cuando le pregunté si él conserva las opiniones anteriores expresadas en su libro publicado hace trece años, respondió que él ya no considera las enseñanzas del Buda como agnósticas, sino como pragmáticas.15 Debe venir sin sorpresa alguna que ya cambió su imagen de un agnóstico a la de un ateo, en consecuencia cambia también la imagen que proyecta del Buddha. En resumen, sus opiniones sobre la naturaleza del Buddha y sus enseñanzas son más un reflejo de sí mismo y de sus propias opiniones que el de cualquiera de los relatos históricos más fiables de la vida y enseñanzas del Buddha.

En su movimiento desde el agnosticismo al ateismo, Batchelor se mueve más cerca de la posición de Sam Harris, que está dedicado al ideal de la ciencia destruyendo la religión. En su libro Letter to a Christian Nation [Carta a una nación cristiana], Harris proclama que el problema con la religión es el problema del dogma, en contraste con el ateísmo, del que dice "no es una filosofía; ni siquiera es una visión del mundo; es simplemente un reconocimiento de lo obvio".16 Esto, por supuesto, es la actitud de los dogmáticos: están tan seguros de sus creencias que consideran que cualesquiera que discrepe de ellos son tan estúpidos o ignorantes que no pueden reconocer lo evidente.17
En su artículo “Killing the Buddha” [Matando el Buddha] Harris comparte su adevertencia con la comunidad budista, como afirma Batchelor: "La sabiduría del Buddha está actualmente atrapada dentro de la religión del budismo", y va más lejos al declarar que "simplemente describirse como ‘budista’ es ser en un grado inaceptable cómplice de la violencia y la ignorancia del mundo." Por la misma lógica, Harris, como un auto declarado ateo, tiene que ser cómplice de la monstruosa violencia de los regímenes comunistas en toda Asia que, basados en el dogma ateo, intentan destruir todas las religiones y eliminar a sus seguidores. Aunque Harris recientemente se ha distanciado de la etiqueta de "ateo", insiste todavía en que la fe religiosa puede ser la fuerza más destructiva del mundo. Es mucho más razonable, sin embargo, afirmar que la codicia, el odio y el engaño son las fuerzas más destructivas de la naturaleza humana; por cuanto teístas, ateos y agnósticos todos están propensos por igual a estas aflicciones mentales.

Harris no sólo afirma tener lo que es equivalente a una especie de visión gnóstica en las verdaderas enseñanzas del Buddha, también afirma conocer lo que mayoría de los budistas se dan cuenta o no: "Si la metodología del budismo (preceptos éticos y meditación) revela verdades genuinas sobre la mente y el mundo fenoménico – verdades como vacuidad, altruismo y no permanencia – estas verdades no son para nada 'budistas'. Sin duda, los más serios practicantes de meditación se dan cuenta de esto, pero no la mayoría de los budistas". 18 A raíz de la tragedia inenarrable de los intentos de los regímenes comunistas de aniquilar el budismo de la faz de la tierra, esto viene como un golpe inesperado cuando personas que han sido instruidas por maestros budistas y profesan simpatía por el budismo parecen decididos a completar lo que los comunistas han dejado de hacer.

El dominio actual del materialismo científico de la ciencia, la educación y los medios de comunicación seculares ha puesto en duda muchas de las teorías y las prácticas de las religiones del mundo. Esta situación no es sin precedente histórico. En la época de la república de Weimar, Hitler ofreció lo que parecía ser una fe secular vital en lugar de los credos desacreditados de la religión, Lenin y Stalin hicieron lo mismo en la Unión Soviética y Mao Zedong siguió el ejemplo en China. Hugh Heclo, ex profesor en la Universidad de Harvard, escribe de esta tendencia: "Si la religión tradicional está ausente de la arena pública, es poco probable que las religiones seculares satisfagan la búsqueda del hombre del sentido de la existencia. … Era una fe atea en el hombre como creador de su propia grandeza la que yacía en el corazón del comunismo, del fascismo y de todos los horrores que se desataron en el siglo XX. Y fueron adherentes de las religiones tradicionales – Martin Niemöller, C.S. Lewis, Dietrich Bonhoeffer, Reinhold Niebuhr, Martin Buber – quienes advirtieron a menudo muy claramente de la tragedia de intentar construir la propia versión del hombre de la nueva Jerusalén en la tierra."19
Aunque Batchelor se centra en sustituir las enseñanzas históricas del Buddha con su propia visión secularizada y las líneas de Harris del sufrimiento infligido a la humanidad por dogmáticos religiosos, ambos tienden a pasar por alto el hecho de que Hitler, Stalin y Mao Zedong causaron más derramamiento de sangre, justificado por sus ideologías seculares, que las guerras religiosas que les precedieron a lo largo de la historia de la humanidad.
No estoy sugiriendo que Batchelor o Harris, que son decentes, hombres bien intencionados, son de alguna manera similares a Hitler, Stalin o Mao Zedong. Sino que estoy sugiriendo que la tergiversación de Batchelor del budismo es similar a la propaganda comunista china contra el budismo; y que el holocausto budista infligido por múltiples regímenes comunistas en toda Asia durante el siglo XX estuvo basado y fue justificado por la propaganda prácticamente idéntica a la polémica virulenta, anti religiosa de Harris.

El comentarista budista theravada Buddhaghosa se refiere a los "enemigos lejanos" y a los "enemigos cercanos" de ciertas virtudes, a saber, la bondad amorosa, la compasión, la dicha empática y la ecuanimidad. Los enemigos lejanos de cada uno de estas virtudes son los vicios que se oponen diametralmente a sus correspondientes virtudes, y los enemigos cercanos son los facsímiles falsos. El enemigo lejano de la bondad amorosa, por ejemplo, es la mala intención, y de la compasión es la crueldad. El enemigo cercano de la bondad amorosa es el apego egoísta, y el de la compasión es la pena o el desaliento.20 Estableciendo un paralelismo, los regímenes comunistas que están empeñados en destruir el budismo de la faz de la tierra pueden llamarse los enemigos lejanos del budismo, pues son diametralmente opuestos a todo lo que el budismo representa. Batchelor y Harris, por otro lado, se presentan como simpatizantes del budismo, pero sus visiones de la naturaleza de las enseñanzas del Buddha son falsos facsímiles de todo aquello que ha sido transmitido con reverencia de una generación a la siguiente desde la época del Buddha. Sin embargo, sus intenciones, sus escritos benignos pueden ser vistos como "enemigos cercanos" del budismo.
La popularidad de los escritos de Batchelor, Harris y otros ateos como Richard Dawkins – tanto en la comunidad científica como en el público en general – muestra que distan de estar solos en cuanto a su total desencanto con las religiones tradicionales. La ciencia moderna, tal como fue concebida por Galileo, surgió de un amor a Dios Padre y de un deseo de conocer la mente de su creador benevolente, omnipotente a través de conocer su creación. En la medida que la ciencia y el cristianismo parecían compatible, los religiosos seguidores de la ciencia podían conservar lo que los psicólogos llaman una sensación de "apego seguro" sobre la ciencia y la religión. Pero particularmente con el descubrimiento de Darwin de la evolución por selección natural y el surgimiento militante de la Iglesia Científica, para muchos, el apego seguro hacia la religión se ha convertido en una especie de evitación desdeñosa.
Los niños con estilos de apego evitativo tienden a eludir a padres y cuidadores – ya no buscan comodidad o contacto con ellos – y esto se vuelve especialmente pronunciado después de un período de ausencia. Quienes hoy abrazan la ciencia, junto con las creencias metafísicas de materialismo científico se alejan de las creencias religiosas tradicionales y de las instituciones, ya no buscan comodidad o contacto con ellas; y aquellos que abrazan la religión y se niegan a ser adoctrinados por prejuicios materialistas comúnmente pierden interés por la ciencia. Esta tendencia es vista con gran perplejidad y disgusto por la comunidad científica, muchos de ellos están convencidos de que son únicamente objetivos, imparciales y libre de creencias que carecen de evidencia empírica.
El ideal de Thomas Huxley de que las creencias y la institución de la Iglesia Científica lograran el "dominio sobre el reino entero del intelecto" está siendo promovido por agnósticos y ateos como Batchelor y Harris. Pero si estamos siempre al encuentro de la visión budista de la realidad, debemos primero dejar a un lado todos nuestros prejuicios filosóficos, sean teístas, agnósticos, ateos o de otro tipo. Luego, a través del estudio disciplinado, crítico de las fuentes más fiables de las enseñanzas del Buddha, bajo la guía de amigos espirituales y maestros cualificados; seguido de la práctica rigurosa y sostenida, podemos encontrar la visión budista de la realidad. Y con este encuentro, con nuestra propia naturaleza verdadera, podemos realizar la libertad a través de nuestra propia experiencia. Este es el fin del agnosticismo, pues conocemos la realidad tal como es, y la verdad nos hará libres.

B. Alan Wallace es una autor norteamericano, traductor, maestro, investigador, intérprete y practicante budista interesado en los cruces de los estudios sobre la consciencia y disciplinas científicas como psicología, neurociencia cognitiva y física.

Para leer la reseña de Nancy Patton de Confession of a Buddhist Atheist [La confesión de un ateo budista], por favor visite la opción del Editor de este número.

Lea la respuesta de Stephen Batchelor a Wallace en “An Open Letter To B. Alan Wallace.”

Stephen Schettini ofrece su perspectiva sobre el intercambio entre Wallace y Batechelor en “An Old Story of Faith and Doubt: Reminiscences of Alan Wallace and Stephen Batchelor.”
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1. Stephen Batchelor, Buddhism without Beliefs: A Contemporary Guide to Awakening. (New York: Riverhead Books, 1997), 17-18.  [Puede conseguirse una versión gratis en español en: www.worcel.com/archivos/6/Budismo_sin_creencias.rtf ]
2.  Itivuttaka 112
3. Aṅguttara Nikāya II 23
4. Stephen Batchelor, Buddhism without Beliefs, 10, 15.
5. Yuho Yokoi, Zen Master Dogen: An Introduction with Selected Writings (New York: Weatherhill, 1976).
6. Majjhima Nikāya 36: http://www.accesstoinsight.org/ptf/buddha.html
7. Buddhaghosa, The Path of Purification, trans. Ñāṇamoli Bhikkhu (Kandy: Buddhist Publication Society, 1979), XIII 13-120; B. Alan Wallace, Mind in the Balance: Meditation in Science, Buddhism, and Christianity (New York: Columbia University Press, 2009), 115 – 118.
8. Stephen Batchelor, Buddhism without Beliefs, 35-36.
9. Ibid. 16.
10. Ibid. 62.
11. Progress in this regard can be read by following the series of scientific papers on the “Shamatha Project” on the website of the Santa Barbara Institute for Consciousness Studies: http://sbinstitute.com/. Other studies have been cited elsewhere in this volume.
12. Stephen Batchelor, Buddhism without Beliefs, 39.
13. Ibid. 97.
14. Stephen Batchelor, Confession of a Buddhist Atheist (New York: Spiegel & Grau, 2010).
15. Personal correspondence, July 6, 2010.
16. Sam Harris, Letter to a Christian Nation (New York: Alfred A. Knopf, 2006), 51.
17. Cf. B. Alan Wallace, “Religion and Reason: A Review of Sam Harris’s Letter to a Christian Nation.” In Shambhala Sun, October/November 2006: 99-104.
18. Sam Harris, “Killing the Buddha” In Shambhala Sun, March 2006, 73-75.
19. Hugh Heclo, “Religion and Public Policy,” Journal of Policy History, Vol. 13, No.1, 2001, 14.
20. Buddhaghosa, The Path of Purification, trans. Bhikkhu Ñāṇamoli (Kandy: Buddhist Publication Society, 1979) IX: B. Alan Wallace, The Four Immeasurables: Cultivating a Boundless Heart (Ithaca, NY: Snow Lion Publications, 2004).

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