viernes, 1 de abril de 2016

Convertir la intención en motivación

¿Cómo motivarnos nosotros mismos para vivir realmente nuestras mejores aspiraciones?

Thupten Jinpa

Encuadrar nuestros días entre el contexto de la intención y la gozosa dedicación, incluso una vez a la semana, puede cambiar el cómo vivimos. Es un enfoque útil de autoconciencia, de intención consciente y esfuerzo concentrado — tres dones preciosos de la práctica contemplativa — por el que asumimos la responsabilidad de nuestros pensamientos y acciones y nos hacemos cargo de nosotros mismos y nuestras vidas. Como lo expresó el Buddha: "Usted es su propio enemigo / y es su propio salvador."
El Buddha anotó: nuestros pensamientos, emociones y acciones son las principales fuentes de sufrimiento. Igualmente, nuestros pensamientos, emociones y acciones pueden ser la fuente de nuestra alegría y libertad. Vivir, tanto como sea posible, con la intención consciente es el primer paso de esta transformación. Así, los siguientes dos ejercicios en intención y dedicación son el primer paso para una mayor claridad y cohesión en nuestra vida, nuestro trabajo y nuestra relación con los demás.
No es sólo más que, cuando nuestras aspiraciones incluyen el bienestar y la felicidad de los demás, nuestros actos y nuestra vida en conjunto adquieren un propósito mayor a nuestra existencia individual.

En inglés todos los días, a menudo utilizamos las palabras intención y motivación indistintamente como si significaran lo mismo, pero hay una diferencia importante: deliberación. Nuestra motivación para hacer algo es la razón o razones detrás de ese comportamiento, la fuente de nuestro deseo y el impulso a hacerlo. Podemos ser más o menos conscientes de nuestras motivaciones. Los psicólogos definen la motivación como el proceso que "suscita, sostiene y regula el comportamiento humano y animal.” En palabras sencillas, la motivación es lo que nos activa. Para algunos puede ser la fama; para otros, puede ser el dinero, el entusiasmo o la emoción, el sexo, el reconocimiento, la lealtad, el servicio, un sentido de pertenencia, la seguridad, la justicia, etc. La fuerza de la motivación se desarrolla a través de un ciclo de deseo y recompensa se refuerzan mutuamente, cuando algo que hacemos es gratificante, queremos hacerlo de nuevo; si lo hacemos una vez más, somos recompensados nuevamente y queremos hacerlo más...

La intención, por el contrario, es siempre deliberada, una articulación de una meta consciente. La intención es necesariamente consciente; la motivación, como señaló Freud, no necesita ser consciente incluso para la misma persona. Necesitamos intenciones para el largo plazo. Establecer y reafirmar nuestras mejores intenciones para mantenernos en las direcciones que realmente queremos ir. Sin embargo, necesitamos motivaciones para mantenernos yendo a largo plazo. Si nuestra intención es correr una maratón, habrá veces cuando el despertador suene para ir a correr diez millas antes de ir a trabajar, o en el medio de la carrera, que nos preguntemos, muy razonablemente: "¿Por qué estoy haciendo esto?" Necesitamos respuestas buenas, inspiradoras para superar esas jorobas. Consciente o inconsciente, la motivación es el porqué y la chispa, detrás de la intención.

Usted podría hacer en casa este ejercicio de establecer la intención, lo primero a hacer en la mañana si es conveniente. También se podría hacerlo en su viaje en un autobús o metro. Si trabaja en una oficina, puede hacerlo sentado en su escritorio antes de comenzar la jornada. Sólo necesita de dos a cinco minutos sin interrupciones. La tradición tibetana recomienda fijar nuestra intención y comprobarla con nuestras motivaciones, de esta manera, al principio del día, en el inicio de una meditación sentada y antes de cualquier actividad importante. Nuestra intención establece el tono de sea lo que sea que estamos a punto de hacer. Como la música, la intención puede influir en nuestro estado de ánimo, en nuestros pensamientos y sentimientos; fijar una intención por la mañana marcará el tono para todo el día.

Ejercicio: Estableciendo una intención

En primer lugar, encuentre una posición sentada cómoda. Si es posible, siéntese sobre un cojín en el piso o en una silla con las plantas de los pies tocando el suelo, que le dé una sensación de estar conectado a tierra. Si lo prefiere, también podrá acostarse de espaldas, idealmente en una superficie que no sea demasiado suave como un colchón hundible. Una vez que haya encontrado su postura, relaje su cuerpo tanto como pueda, si es necesario con algunos estiramientos, especialmente de los hombros y la espalda. Entonces, con los ojos cerrados si esto le ayuda a concentrarse, tome de tres a cinco respiraciones profundas, diafragmáticas o abdominales, cada vez reduciendo la inhalación en el vientre y llenando el torso con la inhalación desde la parte inferior hacia arriba, como llenar un vaso con agua. Luego con una exhalación lenta y larga, expulse todo el aire del torso, totalmente. Si ayuda, puede exhalar por su boca. Inhale y exhale...
Una vez que se sienta estable, contemple las siguientes preguntas: "¿Qué es lo que aprecio profundamente? ¿Qué, en el fondo de mi corazón, deseo para mí, para mis seres queridos y para el mundo?"
Deténgase un poco en estas cuestiones y vea si aparecen algunas respuestas. Si no hay respuestas específicas en la superficie, no se preocupe, simplemente quede con las preguntas abiertas. Esto puede tomar algo el acostumbrarse, ya que cuando nos hacemos preguntas generalmente esperamos responderlas. Confíe que las preguntas mismas están funcionando incluso — o sobre todo — cuando no tenemos respuestas listas. Si y cuando las respuestas llegan, reconózcalas como se presentan y quédese con los pensamientos y sentimientos que puedan traer.
Por último, desarrolle un conjunto específico de pensamientos como su intención consciente, para este día, por ejemplo. Podrías pensar: "Hoy, puedo estar con más atención consciente de mi cuerpo, mente y habla en mi interacción con los demás. Qué pueda, tanto como sea posible, evitar lastimar deliberadamente a otros. Qué pueda relacionarme conmigo, con los demás y con los acontecimientos a mí alrededor con amabilidad, comprensión y menos juzgamiento. Qué pueda utilizar mi día de manera que esté en consonancia con mis valores más profundos."
De este modo, pone el tono para el día.
Una vez que se familiariza más con el ajuste de la intención, podemos hacer esta práctica en un minuto o menos. Esto significa que podemos encontrar oportunidades durante el día para comprobar nuestras intenciones. Los médicos que han tomado el entrenamiento de la compasión, por ejemplo, han utilizado el tiempo que tardan en lavarse las manos entre pacientes para volver a sus intenciones, e informan cómo esto los hace sentirse más centrados y presentes para el siguiente paciente. Incluso podemos saltar la práctica formal de tres fases y hacer un reajuste rápido leyendo o cantando unas líneas significativas. Se podría usar la plegaria de los Cuatro Inconmensurables:
Qué puedan todos los seres alcanzar la felicidad y sus causas.
Qué puedan todos los seres liberarse del sufrimiento y sus causas.
Qué puedan todos los seres nunca estar separados de la dicha, libre del sufrimiento.
Qué todos los seres permanezcan en la ecuanimidad, libre de prejuicios, apego y aversión.

La práctica de fijar la intención esta emparejada, en la tradición tibetana, con otro ejercicio contemplativo llamado dedicación. El papel de este ejercicio es, por así decirlo, completar el círculo. Al final de un día o de una meditación o de cualquier otro esfuerzo que hemos realizado, nos reconectamos con las intenciones que hemos creado al principio, reflexionando sobre nuestra experiencia a la luz de nuestras intenciones y regocijándose en lo que hemos logrado. Esto es como hacer un balance al final del día. Nos da otra oportunidad para conectar con nuestras aspiraciones más profundas.


Ejercicio: hacer una dedicación

Al final del día, por ejemplo, antes de irse a la cama o cuando descansa en la cama antes de dormir, reflexione sobre su día.
Brevemente revise los eventos del día (incluyendo conversaciones significativas, estados de ánimo y otra actividad mental) y vuelva al espíritu de la intención fijada por la mañana. Vea cuánto alineación existe entre los dos. Es importante no quedar atrapados en los detalles de lo que hizo y no hizo. La idea no es sostener cuentas exhaustivas, sino analizar ampliamente para ver la sinergia entre sus intenciones y su vida en este día.
Cualesquier pensamientos y sentimientos que esta revisión puedan traer, solo quédese con estos. No es necesario echarlos lejos si tienen una cualidad negativa; o aferrarse a ellos, si parecen positivos. Simplemente permanezca con esto un rato en silencio.
Por último, piense en algo del día en que se sintió bien con ello — una ayuda brindada a su vecino, una escucha empática que prestó un colega en apuros, no perder la calma en la farmacia cuando alguien interrumpió la cola. Luego regocíjese en el pensamiento de este hecho. Si no hay nada más, disfrute del hecho de que comenzó su día estableciendo una intención consciente.
Mantener este ejercicio brevemente; de tres a cinco minutos es una duración buena. Si normalmente hace alguna lectura antes de acostarse, podría disponer de tres a cinco minutos al final para el tiempo de dedicación. Si su costumbre es ver televisión, ¿puede ver tres o cinco minutos menos? ¿O ir a algún lugar tranquilo durante los comerciales? Alegrarse en el día, al final del día, incluso en el simple hecho del esfuerzo que hemos realizado, es importante. Nos da algo positivo para llevar en los próximos días y nos ayuda a aprovechar la motivación al servicio de nuestras intenciones.
A veces, sin embargo, es útil hacer un examen más centrado. Hemos creado intenciones alrededor de ser amable con nosotros mismos. A su vez, al final de un día, nuestra dedicación podría prestar especial atención a la generosidad que nos podemos haber mostrado hacia nosotros mismos ese día.
Ahora, cuando realizamos una evaluación de tal objetivo, la mayoría de nosotros encontrará que nos hemos quedado cortos. Vamos a ver las brechas entre nuestras intenciones y nuestro comportamiento, entre nuestras aspiraciones y nuestra vida real. Cuando esto sucede, es importante no vencernos con un juicio negativo y autocrítico. Simplemente reconocemos la diferencia y resolvemos tratar de nuevo al día siguiente. Esta conciencia en sí nos ayudará a estar más atentos al día siguiente, abriendo oportunidades para traer nuestros pensamientos y acciones cotidianos en más estrecha alineación con nuestros objetivos.


Cómo la intención se convierte en motivación

Es importante que establezcamos una intención, como es importante qué intención establezcamos. Sin embargo, como lo sabe cualquiera que haya intentado mantener la resolución del año nuevo, fijar una intención, incluso una intención muy sincera, buena, no es un hecho consumado. Podemos desear ser compasivos y atentos hacia los demás y nos decimos esto por la mañana, sin embargo, nos encontramos esa misma tarde, o mucho antes, por el contrario algo más egoístas y prejuiciosos. La relación entre nuestras intenciones conscientes, por un lado, y las motivaciones a menudo no tan conscientes que llevan nuestros pensamientos y acciones, por el otro, es compleja. Pero con reflexión y concienciamiento persistente, podemos, con el tiempo, traer nuestras motivaciones más en línea con nuestras intenciones.

El Dalai Lama una vez sugirió una forma sencilla de comprobar nuestras motivaciones, planteándonos estas preguntas:
¿Es solo por mi o por los demás?
¿Para beneficio de alguno o para muchos?
¿Para ahora o para el futuro?

Estas preguntas ayudan a aclarar nuestras motivaciones trayendo autoconciencia crítica (crítica en el sentido de objetiva y exigente, no de juzgamiento) para nuestra relación con lo que hacemos. También ayudan a recordarnos traer compasión sobre nuestros pensamientos y acciones. Nos podemos plantear estas preguntas antes de hacer algo, mientras que lo estamos haciendo, o después de que lo hemos hecho, siempre habrá otra oportunidad para (res)establecer nuestra intención y otra oportunidad para actuar de acuerdo con esa intención.
La pregunta de cómo nos motivamos para seguir nuestras aspiraciones más profundas ha sido un interés importante en la larga historia de la psicología budista. En el pensamiento budista, la motivación es una cuestión de deseo, concretamente el deseo de actuar acompañado con un sentido de propósito. Decir, en el caso de ser más compasivo, es hacer conexión emocional con la compasión y sus objetivos que despiertan en nosotros el deseo de actuar. Y es a través de ver los beneficios que adquirimos un sentido de propósito en ser más compasivo.

La psicología contemporánea solo ha llegado relativamente hace poco a apreciar el papel de las emociones en la motivación de nuestra conducta. Durante mucho tiempo, la teoría occidental de la acción fue dominada por la teoría de la elección racional y las emociones fueron acusadas de nublar el proceso en lugar de ser una parte integral del sistema. Para articular la dimensión dual de nuestra motivación — concienciamiento cognitivo de y conexión emocional con nuestros objetivos —  la psicología budista utiliza un término que es casi imposible de captar en una sola palabra en los idiomas occidentales. El término sánscrito shraddha (depa en tibetano) tiene una amplia gama de significados, los importantes son "fe", "confianza," "creencia" o "confianza," connotando "apreciación" y "admiración". Shraddha es un sentimiento como confianza, en lugar de un estado cognitivo como creencia o conocimiento. Experimentalmente, shraddha se siente algo como apego o atracción hacia nuestra meta, como sintiéndose inspirado a tocar la guitarra cuando se ve que una estrella de rock lo hace. Es esta cualidad, shraddha, que prepara nuestra mente y corazón para arremangarnos y tocar.

¿Cómo aprovechamos nuestra reserva emocional? Las cogniciones juegan un papel fundamental, que los primeros textos budistas caracterizan como ver el valor de hacer algo. A través del compromiso cognitivo, como ver los beneficios, conectamos intención con motivación. Así, dentro de este nexo causal, el eslabón crucial para ver es uno entre nuestra conciencia de la meta y por qué ir por ella, nuestros sentimientos acerca de la meta y nuestro deseo o voluntad de conseguirla.

Entonces, otra vez, es la alegría que llevamos en nuestros esfuerzos — la valentía de intentar, la dedicación a adherirse a esto — y sus resultados que ayuda a mantener nuestras motivaciones en el largo plazo. O, en otras palabras, hace que queramos seguir intentándolas y seguir haciéndolas. Los padres que han luchado con su hijo para que tomen un nuevo instrumento reconocerán cómo todo cambió en el momento en que el niño comenzó a disfrutarlo. Esto se llama motivación intrínseca, a diferencia de la motivación extrínseca de, por ejemplo, los padres que recompensan al niño con más tiempo para practicar su instrumento. De décadas de investigación de la motivación, sabemos que la motivación intrínseca es mucho más estable y duradera. El proceso de establecer intenciones y reflexionar dichosamente sobre ellas en la dedicación es cómo, con el tiempo, transformamos las motivaciones intrínsecas en motivaciones extrínsecas y así mantenemos la energía y el propósito de vivir fieles a nuestras mejores aspiraciones.


Thupten Jinpa es un estudioso budista e intérprete principal en inglés del Dalai Lama, así como presidente del Institute of Tibetan Classics.
Tomado de A Fearless Heart: How The Courage To Be Compassionate Can Transform Our Lives de Thupten Jinpa. Publicado con autorización de Hudson Street Press, una impresión de Penguin Publishing Group, un área de Penguin Random House LLC. Copyright © 2015 por Thupten Jinpa Langri.


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