Como el maestro indio
del siglo IV Vasubandu aconsejaba: "escuchar, reflexionar y meditar la
práctica " Lama
Jampa Thaye
Estos días quienes no nacen en el Dharma, parecen llegar a él
desde muy distintas direcciones. Algunos se ven obligados a entrar en dharma
después de una experiencia abrumadora que irrumpe en su mundo y no les deja otra
opción. Otros llegan más suavemente, quizás a través de la desilusión con la
superficialidad de la cultura contemporánea. Experimentando el dharma,
encuentran significado y propósito.
Otros vienen porque están heridos de alguna manera, ya sea por
amor o por odio o simplemente por la danza amarga de la soledad. En el dharma
descubren un bálsamo para sus males.
Luego hay quienes vienen buscando respuestas, respuestas que no
conseguían desde la ciencia o la filosofía. Para ellos, la enseñanza del Buda
habla convincentemente de misterios por resolver y verdades que deben ser reveladas.
Sin embargo para que el dharma cumpla
cualquiera de estas promesas, necesitamos saber cómo aprender esto. Aunque este
punto puede al principio parecer innecesario, regularmente no estamos
preparados para la tarea del descubrimiento que ofrece el dharma. En primer
lugar, debemos tener un aprestamiento para el aprendizaje. Es improbable que
una mente arrogante y cerrada pudiera conseguir algo del dharma. Es más,
tenemos que reconocer que el proceso de aprendizaje llevará toda una vida. En
esencia, este proceso forma la tríada de escuchar, reflexionar y meditar.
Escuchar
"Escuchar" indica que el dharma siempre se ha recibido de otros. Son los que nos conectan con la cadena de transmisión que se extiende desde la vuelta hacia el jardín de Sarnath, donde el Buda instruyó a sus primeros discípulos. Olvidar esto y en cambio buscar información sobre el budismo en libros o en Internet sólo ayudará un tanto. Si adoptamos este método de "consumir" el dharma, muy probablemente seleccionaremos los fragmentos que aparecen agradables y menos amenazadores a nuestras opiniones ya arraigadas y a nuestras más sutiles huellas emocionales y cognitivas. Esto es seguramente una de las principales razones por la que ahora haya tantas versiones distorsionadas del dharma en el mercado espiritual.
Es mejor escuchar el dharma de maestros educados que pueden
compartir el buddhadharma con nosotros. Sin embargo, debe tenerse cuidado en la
elección de uno los maestros, ya que siempre ha habido quienes tratarían de
vendernos un dharma de su propia fabricación, pasándolo como algo genuino. En
el siglo XIII, el Sakya Pandita caracterizó este comportamiento muy
acertadamente: "Después de mostrar la cola de un venado, el sinvergüenza
vende carne de burro". Después de todos estos años, tal clase de sinvergüenza
todavía está en el negocio.
Dado que aquellos que inventan su propio dharma tienen sólo sus
propias opiniones que presentar, necesitamos recurrir a esos maestros que están
anclados en una tradición. Ya sea que esa tradición sea Theravada, sea una de
las muchas escuelas del Asia oriental o sea de la tradición tibetana: Sakya,
Kagyu, Gelug o Nyingma; el punto es que en estas tradiciones hay una cordura fundamental
del Darma realizado en esas tradiciones, nacido de su presencia en las vidas de hombres y mujeres de
generación tras generación. Tal arraigo en la experiencia acumulada y el conocimiento
probado contrasta con las prescripciones desarraigadas y sin peso de los
autoproclamados.
En cualquier caso, bien podemos preguntarnos si hay algo
verdaderamente innovador o atrevidamente revolucionario sobre el llamado
"nuevo budismo" impartido por tantos maestros nuevos. Uno podía
fácilmente verlo como la comercialización del mismo conjunto antiguo convencional
de opiniones seculares bajo el pretexto del budismo sostenidas por personas que
no están de acuerdo con los aspectos fundamentales del dharma o que sienten la
necesidad de complementarlo con marchitas versiones del existencialismo
recalentado o la psicoterapia "Oprahfied" [N. del T.-en referencia a
las creencias y enseñanzas de la exitosa presentadora de la TV norteamericana
Oprah] vendidos por aquellos no tan
agudos como Freud o Jung.
Un budismo tan desdentado no puede
transformarnos. En lugar de llegar a parecerse a lo que se expone en las
enseñanzas de Buda, este budismo sólo crece para parecerse a nosotros. En este
sentido, los intentos de hacer más accesible el budismo pueden robar su poder.
El medicamento se diluye. ¿Somos tan inteligentes hoy para que necesitemos
menos la enseñanza y la práctica?
Reflexionar
Tenemos que abordar la enseñanza no debilitada con un espíritu de
apertura y de humildad y dejar que nos hable. Posteriormente, la segunda etapa
de relación con el dharma es la de reflexionar, en la que puede tener lugar una
conexión verdadera entre la inteligencia innata del estudiante y el real dharma
no modificado.
A través de la magia de reflexionar sobre las enseñanzas, su
fuerza -- a veces clara, a veces oscura-- causará fermento en nuestras mentes
desde lo que podemos destilar gradualmente la sabiduría de la reflexión. Esto
requiere disciplina, pero también valentía; la valentía para cavar más profundo
para descubrir nuestra confusión. Aquí no podemos avanzar si es que no evitamos
la fácil evasión de la fe ciega. ¿Cuándo alguna vez la fe ciega ha conducido a la sabiduría? En cambio,
podemos llegar a la certeza de la verdad del dharma sólo a través de un
razonamiento inferencial y de la experiencia directa.
En este punto, algunos pueden
preguntarse si tal tensión en la certeza deja al budismo en la categoría de
religión o filosofía. En realidad, esta cuestión está fuera de lugar, ya que el
gran divorcio entre la religión y la filosofía que se produjo en Occidente en
el siglo 17 nunca ocurrió en Asia, donde todo, desde el teísmo al materialismo
y al dharma no teísta, coexistió como visiones de la naturaleza de la realidad.
Meditar
Resolver las dudas e incertidumbres a través de la reflexión
inteligente y repetida sobre las enseñanzas que hemos escuchado nos lleva a la
meditación, la parte final del triple camino hacia la sabiduría. Aquí,
"meditar" es cultivar una experiencia directa de la verdad, escuchada
y examinada en las dos etapas anteriores. En el análisis final, la verdad
revelada en la meditación es la sabiduría del autoconocimiento a través de la
cual la mente conoce su propia naturaleza sin intermediarios de concepto o
idioma. La verdad última que se realiza a través de la meditación no es la
imagen genérica o mental de la realidad accesible a través de la escucha y la
reflexión, sino la realización no dual definitiva a la que damos el nombre
de "la sabiduría primordial." Esto se convierte en un conocimiento
decisivo, ya que ahora es de primera mano. Sin embargo, esa sabiduría no podría
surgir sin el uso del lenguaje y el pensamiento analítico en las dos etapas
anteriores de la escucha y la reflexión. Es por esta razón que los que evitan
el trabajo de la escucha y la reflexión e intentan por sí solos basarse únicamente
en la meditación, se van a enredar a sí mismos en las elaboraciones de la mente
ignorante. Como dice Mipham Rinpoche, "Si usted no conoce la naturaleza de
los fenómenos, por mucho que medite, usted todavía está meditando en conceptos
ordinarios."
Como ya se ha dejado en claro, para embarcarse en este proceso de
escucha, reflexión y meditación, tenemos que confiar en los maestros
debidamente calificados. En cierto sentido, sin embargo, nuestros maestros
deben ser transparentes para que podamos ver a través de ellos las enseñanzas
del Buda. Los maestros mismos están ahí para que nos ayuden en escuchar,
reflexionar y meditar en el Dharma, así como un experto maestro artesano
entrena a sus aprendices en el dominio de un oficio determinado. De esta
manera, el auténtico maestro de él o ella se distingue del vendedor de aceite
de serpiente, asiático u occidental, que solo apunta a sí mismo y no al Buda y sus enseñanzas.
Podría parecer que hay una gran
distancia entre nosotros y los días cuando las tradiciones del Dharma dominaban
indiscutiblemente sobre la cultura de gran parte de Asia. Sin embargo, a pesar
de que las circunstancias externas pueden cambiar, la forma en que la
realización de la naturaleza de la mente se desarrolla sigue siendo
esencialmente la misma. Incluso hoy en día hay grandes maestros y personas que
quieren colaborar con el Dharma a través del método triple de escuchar,
reflexionar, y meditar. Y como se hace tarde, tal vez es hora de volver a
empezar.
Lama Jampa Thaye es un estudioso, autor y maestro de meditación entrenado tanto en las tradiciones Karma Kagyu como en las Sakya del Budismo Tibetano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario