lunes, 16 de agosto de 2010

MEDITACIÓN Y DEPRESIÓN (2)

Depresión y Meditación

Dos de los síntomas principales mencionados normalmente en la literatura sobre la depresión son una pérdida de concentración y un debilitamiento de la capacidad de memoria de uno. Si eso es cierto, clínicamente hablando, entonces la meditación será evidentemente una herramienta muy útil para alguien que sufre de depresión. La meditación ha sido diseñada para que podamos aprender cómo concentrarnos, evitar la distracción y mantener una sensación de estabilidad, cómo resistir al someterse tan fácilmente a los exabruptos emocionales o sentimientos abrumadores. La meditación es, por lo tanto, una práctica esencial para ocuparse de la depresión porque en el budismo tenemos que lidiar con todo lo que aparece a través y desde la práctica de meditación. Hay muy distintas clases de meditación: meditaciones que implican recitación, meditaciones que implican visualización, meditaciones que implican postura física y gestos [mudras], así como meditaciones que no implican ninguna de estas cosas. Sin embargo, cualquier forma de meditación que elijamos, tendremos que utilizarla para ocuparnos de los distintos estados mentales que encontremos en nosotros mismos. Por lo tanto, no podemos ocuparnos de la depresión sin la meditación.

Incluso si no nos damos cuenta inmediatamente de la depresión o no hemos tomado conciencia que realmente la estamos experimentando, cuando comenzamos a practicar meditación podemos reconocer el estado depresivo. Otras veces, podemos meditar durante algún tiempo y encontrar que nuestras mentes están fuera de control e inquietas, luego, en cuanto vamos estabilizando gradualmente la mente y experimentando un poco de concentración meditativa, notaremos que realmente estamos en un estado depresivo. Es decir, incluso cuando meditamos, podemos experimentar la depresión en muchas formas diferentes. A veces la depresión puede estar en realidad relacionada con nuestra práctica de meditación, a pensar que no estamos llegando a ninguna parte, por ejemplo. Especialmente para los principiantes, las iniciales experiencias meditativas agradables parecen empeorar en vez de mejorar y esto se vuelve deprimente. Estas clases de experiencias son comunes. Y los grandes maestros de meditación en la literatura budista lo han observado y escrito sobre ello.

Coraje y meditación

Con el fin de tratar con la depresión, tenemos que cultivar valor en nuestra meditación, lo que significa que tenemos que tener buena disposición para permitirse estar en ese estado depresivo. Si la depresión es el estado en que nos encontramos, no debemos alarmarnos ni verlo como síntoma de algo terrible. Tenemos que tener el valor de no retroceder ante esta experiencia, sino permitir simplemente que se presente. ´Valor’ es llamado en tibetano mi 'jigs pa . Es inútil caer en diálogos internos negativos como, “¿Cuánto tiempo va a durar esta depresión?” “¿Va a empeorar?” “¿Cómo va a afectarme esto?” “¿Cómo voy a poder hacer frente a mí mismo?” “¿Qué pensará la gente de mí?” Acercándonos a todo lo que experimentemos con valentía y sin ningún temor, dará lugar a que esas experiencias no tengan ningún efecto en nosotros. De lo contrario, ellas nos someterán.

Cuando somos valientes no estamos con susto, ansiedad o temor. Cuando estamos ansiosos y asustados se presentan toda clase de otras emociones en conflicto, como resentimiento, culpabilidad, auto-condenación y frustración. Esta clase de valor se basa en una convicción fundamental en nosotros mismos como capaces de tratar con lo que ha surgido, en lugar de pensar que eso, de una u otra manera, va a tener un efecto nocivo en nosotros. Cuando comenzamos a pensar que va a afectarnos, entonces el temor, la ansiedad y todas esas cosas surgen. Pero cuando podemos decir, “lo que se presente está bien”, no tenemos que ser tan auto-protectores. Permitiendo que el ánimo depresivo esté presente, si eso es lo que surge, estamos demostrando valor. Si tenemos esta clase de valor nos no dañará. Más daño causa esconderse detrás de nuestras ilusiones y engaños, porque entonces las emociones en conflicto llegan a ensañarse. La mayoría de los daños ocurren debido a la falta de valor. Esta falta de valor es casi como una necesidad patológica de protegerse, pensando, 'no seré capaz de manejar esto, va a ser demasiado. Me aplastará. Me destruirá. Me derrumbará. Me volveré loco'. Nos entregamos a toda clase de monólogos negativos como estos. Ésta es la razón por la que nuestras mentes consiguen alterarse, no porque hemos tenido tales y cuales experiencias. No son nuestras experiencias sino nuestras reacciones ante ellas las que causan daño. Tenemos que olvidarnos de nuestro temor de que nuestras experiencias negativas nos dañarán de alguna manera. Si nos concentramos más en el acto mental valeroso de poder hacerle frente y aceptar, daremos lugar para que el estado mental depresivo esté allí y no reaccionaremos más frente a él con alarma.

Consciencia y meditación

Tener valor en la práctica de meditación también significa que automáticamente habrá consciencia. La consciencia es el siguiente punto importante en relación a la depresión. En tibetano se dice: shes bzhin significa “consciencia-ción,” en realidad shes significa “consciente” y bzhin significa “continuo,” el acto continuo de consciencia o consciencia-ción. Consciencia significa ser capaz de ver lo que está pasando. Si no mostramos valor en nuestra meditación no habrá tampoco consciencia, porque estaríamos retrocediendo instintivamente ante nuestras experiencias meditativas. Tan pronto como algo disturba o se presenta desagradable, por ejemplo un ánimo depresivo, retrocedemos. Tenemos que practicar conscientemente en lo referente a las cosas que pensamos como nocivas así como las cosas que miramos como inofensiva e inocuas. Mostrando valor, podemos estar conscientes de lo que nos hemos permitido experimentar.

La consciencia es un proceso; no es un estado, sino una “consciencia-ción.” Cualquiera de los estados mentales que se presentan en la mente, también son procesos en sí mismos. Esto es una cosa muy importante de anotar. Aun si está en un ánimo depresivo, verá que el humor cambia, si es que está consciente. Si no estuviera consciente no habría ningún cambio, ninguna transmutación, ningún movimiento. En cambio, si es consciente, notará que están ocurriendo continuamente sutiles permutaciones en ese proceso. Verá que la experiencia del ánimo depresivo es fluctuante por sí misma. Aun cuando automáticamente asumimos, debido a nuestras tendencias habituales, que es la misma depresión, si nos adaptamos más a lo que estamos experimentando notaremos que, de hecho, nunca es igual. Siempre se está presentando de modo diferente.

Esta clase de atención es una de las cosas que el budismo nos anima a que ejercitar con la práctica de la meditación, porque no darnos cuenta de las cosas es lo que nos conduce a hacer que nuestras experiencias sean densas; sea depresión o algún otro humor o sensación o estado mental. Cuando ocurre esa densificación, nuestras mentes se obsesionan con las cosas y la consciencia se disipa inmediatamente, porque no estamos más en contacto con nuestro propio estado mental. Cuando estamos directamente en contacto con nuestro estado mental, podemos ver los cambios de colores y tonalidades del humor depresivo. Otro síntoma de una depresión es la postura de una persona. En la meditación, prestamos atención a nuestra postura física. No nos sentamos con nuestros hombros caídos, como si estuviéramos derrotados y desesperados. Se dice que los hombros deben estar extendidos y el pecho hacia fuera, mostrando cierta clase de imponencia y porte real. Eso tiene que ser incluido en la práctica de toma de consciencia.

La manera de mantenerse en contacto con nuestro estado mental no es volver al pasado o anticiparse al futuro. Simplemente, tenemos que prestar atención a lo que estamos experimentando en este momento en particular. Cuando los budistas hablan de "estar en el ahora," a menudo se piensa que el "ahora" no guarda relación con el pasado o el futuro. No es así. La forma de vivir el momento presente no es dejando de tener en cuenta la relación entre nuestra experiencia actual y la experiencia por venir ni la que podría estar en marcha. El pasado y el presente se incorporan en las experiencias que tenemos como seres humanos. Cualquier experiencia que tenemos, las tenemos por el pasado, no podemos tener una experiencia que esté totalmente desconectada de nuestro pasado.

La razón por la que se presentó tal o cual experiencia en el primer lugar es debido a nuestro pasado. Esta es la verdad del karma. Nuestro actual estado mental es el producto de estados mentales anteriores y de experiencias de vida anteriores. Es decir, lo que ahora estamos experimentando es fruto de lo que hemos experimentado en el pasado. Cuando prestamos atención a lo que estamos experimentando ahora, por medio de la consciencia, podría determinar nuestra historia kármica en el futuro haciendo que tome un curso diferente. Si no prestamos atención, nuestra historia kármica no será cambiada ni modificada.

Esta es otra razón por la que es tan importante prestar atención al presente. No es solo que de alguna manera nos desconectamos de nuestro pasado y futuro y simplemente estamos en este estado llamado “ahora.” Las enseñanzas budistas realmente dicen que no hay tal cosa como ahora; eso es solo un concepto. Tan pronto como usted ha dicho, “estoy en el ahora,” ya está en el pasado. Esto no es ninguna clase de discusión metafísica, fenomenológicamente hablando en términos de nuestra experiencia del tiempo; el ahora solo es verdaderamente un concepto que utilizamos. No podemos estar en otro lado salvo en el ahora. El punto no es que tenemos que estar en el ahora, sino que no podemos ayudar sin estar en el ahora. Tenemos que prestar la atención a eso y darnos cuenta de las discrepancias entre nuestros conceptos y nuestra experiencia, que es por lo cual resulta tan importante la práctica de la consciencia.


Traducción al español K.D. - Para beneficio de todos los seres sensibles

Biografía de Traleg Riponche

Traleg Rinpoche nació en 1955 en Kham (Tíbet del este), y dos años más tarde fue reconocido por SS Décimosexto Gyalwa Karmapa como la novena encarnación del Tulku Traleg y entronizado como abad del monasterio de Thrangu. Por seguridad fue trasladado a la India durante la invasión  china a Tíbet en 1959. Allí recibió la educación tradicional de tulku, por cinco años en la universidad de Sanskrit en Varanasi, India. Vivió y estudió por varios años en el Monasterio de Rumtek en Sikkim, la sede principal en el exilio del linaje Kagyu.

 

En 1980 Rinpoche transmitió el Dharma en Australia en donde estableció el  Instituto budista Kagyu E-vam, en Melbourne. Abandonó sus votos monacalesse convirtió en   profesor y se casó. Logró una maestría en filosofía  comparada de la Universidad de Trobe. Fundó también un Instituto E-vam en Nueva York.




No hay comentarios:

Publicar un comentario