¿Qué significa la Renuncia ?
Lama Thubten Yeshe*
Esta enseñanza fue ofrecida en el Vajra Yogini Institute, Francia, en 1982. Es un extracto del libro de Lama Yeshe The Essence of Tibetan Buddhism (
¿A todos nos gustaría estar libres de la mente del ego y de las limitaciones del samsara, pero qué es lo que nos ata al samsara y ser infelices? Es que no tenemos renuncia. ¿Mas qué es renuncia? ¿Qué nos hace ser renunciantes?
La razón por la que somos infelices es que anhelamos hasta el extremo los objetos sensoriales, los objetos samsáricos, y nos aferramos a ellos. Estamos intentando solucionar nuestros problemas, pero no estamos buscando en el lugar conveniente. El lugar adecuado es nuestro propio aferramiento al ego; tenemos que soltar esa cerrazón, en la que estamos todos.
Desde la visión budista, los monjes y a las monjas implícitamente ha hecho votos de renuncia. El significado de que monjes y las monjas han renunciado al mundo es que ellos tienen menos ansiedad por aferrarse a los objetos sensoriales. ¡Pero no se puede decir que ellos están listos para abandonar el samsara, porque los monjes y las monjas todavía tienen estómagos! La cosa es que la palabra “renuncia” es lingüísticamente difícil. Ustedes pueden decir que los monjes y las monjas renuncian a sus estómagos, pero eso no significa que realmente ellos arrojan lejos sus estómagos.
Entonces, quisiera que entendieran que eso de la renuncia al placer sensorial no significa botar las cosas agradables. Aunque lo hagan así, esto no significa que ustedes han renunciado a ellas. La renuncia es una experiencia totalmente interna. La renuncia del samsara no significa botar lo más lejos posible el samsara, porque su cuerpo y su nariz son samsara. ¿Cómo puede tirar lejos su nariz? Su mente y cuerpo son samsara, de acuerdo; por lo menos los míos lo son. No puedo echarlos tan lejos. Entonces, la renuncia significa anhelar menos; significa ser más razonable en vez de aplicar demasiada presión psicológica a sí mismo y hacer las cosas a la loca.
El punto importante a conocer, entonces, es que debemos tener menos aferramiento a los placeres sensoriales, porque, más de las veces, nuestro anhelo y apego al deseo por el placer mundano no nos da satisfacción. Ése es el punto principal. Conduce a más descontento y a más reacciones psicológicamente delirantes.
Si tienen la sabiduría y el método para manejar perfectamente los objetos de los cinco sentidos de modo que no traigan reacciones negativas, será totalmente correcto que ustedes lo hagan. Como seres humanos, debemos ser capaces de juzgarnos por nosotros mismos de hasta dónde podemos entrar en la experiencia del placer sensorial sin conseguir mezclar las cosas y quedar confundidos. Juzgar por nosotros mismos es, enteramente, una experiencia individual. Es como lo del vino francés: alguna gente no puede tomarlo siempre. Aun cuando quisieran, la constitución de su sistema nervioso no lo permite. Pero la gente puede tomar un poco; otros pueden tomar a un poquito más; algunos pueden tomar mucho.
Ahora, quisiera que entendieran porqué los textos budistas prohíben totalmente a los monjes y monjas beber vino. No es porque el vino sea malo y las uvas sean malas. Las uvas y las vides son hermosas; el color del vino tinto es fantástico. Pero porque somos principiantes ordinarios en el camino a la liberación, fácilmente conseguimos ser cogidos desde arriba en la energía negativa. Ésa es la razón. No es porque el vino en sí sea malo. Esto es un buen ejemplo de la renuncia.
¿Quién fue el gran santo indio que bebió vino? ¿Recuerdan esa historia? No recuerdo quiénes era, pero este santo entró a un bar y bebió y bebió hasta que el camarero finalmente le preguntó, “¿Cuándo va a pagar?” El santo contestó, “pagaré cuando el sol se oculte.” Pero el sol no se ocultó y el santo siguió bebiendo. El camarero quería su plata pero el santo controló de alguna manera al sol y no permitió que se ocultara. Estas clases de realizaciones muy altas --podemos llamarlas realizaciones milagrosas o esotéricas-- están más allá de la comprensión de gentes normales como nosotros, pero el santo en esta historia podía controlar el sol y bebió quizás treinta galones de vino. ¡Incluso no tuvo necesidad de hacer pis!
Ahora, mi punto es que la renuncia del samsara no sólo es asunto de monjes y de monjas. Quienquiera que busque la liberación o la iluminación necesita renunciar al samsara. Si revisan su propia vida, sus experiencias cotidianas, verán que sólo han conseguido pequeños placeres –esto los budistas lo consideramos como conseguir hacer un tremendo complejo pero de muy poco valor. Sin embargo, el modo de pensar occidental --“Debo tener lo mejor; lo más grande”-- es similar a nuestra actitud budista que debemos tener el mejor, el más duradero, el más perfecto placer, antes que pasar nuestras vidas luchando por el placer de una copa de vino.
Por lo tanto, necesitan abandonar su actitud de aferramiento, como otras acciones inútiles, y realizar cosas que hagan su vida significativa y liberada.
Sin embargo, no quisiera que entendieran solo el punto de vista filosófico. Somos capaces de examinar nuestras propias mentes y de comprender qué clase de mente trae los problemas cotidianos y no es algo que valga la pena, tanto objetiva como subjetivamente. Así es como la meditación nos permite corregir nuestras actitudes y acciones. No piensen, “mis actitudes y acciones vienen de mi karma anterior, por lo tanto no puedo hacer nada.” Eso es una mala comprensión del karma. No piensen, “soy impotente.” Los seres humanos tienen poder. Tenemos el poder de cambiar nuestras formas de vida, cambiar nuestras actitudes, cambiar nuestros hábitos. Podemos llamar a esto capacidad potencial de Buddha, potencial de Dios o como quieran llamarlo. Este es el porqué el Budismo es simple. Es una enseñanza universal que puede ser entendida por toda la gente, religiosa o seglar.
Lo contrario a la renuncia del samsara --para poner lo que estoy diciendo de otra manera-- es la mente extrema que tenemos la mayor parte del tiempo: la mente del apego, del deseo o del ansia que nos da una proyección sobrestimada de los objetos, que no tiene nada que ver con la realidad de esos objetos.
Pero deben comprender que el budismo no está diciendo que los objetos no tienen ninguna belleza. Ellos tienen belleza; una flor tiene cierta belleza, pero esa belleza es sólo convencional o aparente. La mente que anhela, sin embargo, proyecta en un objeto algo que está más allá del nivel de la apariencia, lo que no tiene nada que ver con el objeto, que nos hipnotiza. Esta mente se está alucinando, engañando y sosteniendo en una entidad equivocada.
Sin la observación intensiva o la sabiduría introspectiva, no podemos descubrir esto. Por eso, la meditación budista incluye investigar. Llamamos "meditación analítica" a este modo de verificar. Implica lógica; implica filosofía. De este modo, la filosofía y la psicología budistas nos ayudan a ver mejor las cosas. Por lo tanto, la meditación analítica es una manera científica de analizar nuestra propia experiencia.
Por último, también deseo que comprendan que monjes y monjas no pueden ser renunciantes en todo. ¿Es verdad o no? En budismo, hablamos de estructura superficial y estructura universal. Así que cuando decimos que los monjes y las monjas renuncian, significan que lo intentamos, nada más. Los occidentales piensan a veces que los monjes y las monjas son santos y santas. No somos santos; apenas estamos intentándolo. Eso es razonable. No sobreestimen eso otra vez. Los laicos, los monjes y las monjas, todos somos miembros de la comunidad budista. Debemos comprender correctamente a los otros y soltarlos; vivir las cosas tal como ellas son. Es poco sano sobreestimar las expectativas de uno hacia los otros.
http://www.lamayeshe.com/lamayeshe/renunciation.shtml
Versión en español de K.D. en beneficio de todos los seres sensibles
* Lama Yeshe nació cerca de Lhasa (Tíbet) en 1935. Fue reconocido como la encarnación de una muy docta abadesa de Chime Lung que tenía la reputación de ser una gran yoguini. A los seis años de edad, sus padres le dieron el permiso para que entrase al monasterio-universidad de Sera.. Vivió bajo la rigurosa disciplina monástica de Sera hasta cumplir los 25 años, recibiendo instrucciones espirituales basadas en las tradiciones que habían sido traídas al Tíbet desde
A pesar de las considerables dificultades físicas por las cuales pasaron en el exilio extranjero, los tibetanos establecieron de nuevo su programa de enseñanza en el Campo de refugiados de Buxaduar y fue así como el Lama Yeshe pudo continuar sus estudios. A los 28 años de edad recibió la ordenación completa de monje. Fue en Buxaduar donde conoció un joven lama reencarnado: Zopa Rinpoché quien llegó a ser su discípulo. Para ambos fue un punto decisivo en sus vidas. En 1971 se instalaron en Kopan (Nepal). En 1975 los Lama Yeshe y Zopa crearon
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