viernes, 25 de abril de 2008

DEPRESIÓN: una salida

UN ENFOQUE BUDISTA DE LA DEPRESIÓN

por Traleg Kyabgon Rinpoche

La depresión es algo que todos experimentamos. Para algunas personas la depresión es ligera y suave, mientras que para otras es muy intensa y debilitante. Para algunos dura un corto período de tiempo y desaparece, mientras que para otros puede persistir durante varios años, o incluso toda una vida.

Generalmente pensamos en la depresión como un terrible estado para ser vivenciado: es algo a lo que pensamos que debemos sobreponernos, y por ello nos vamos muy lejos para escondernos de los demás. Esto es probable que se deba a que cuando sufrimos de depresión, nuestros niveles de energía y motivación disminuyen, y nos volvemos retraídos, pocos comunicativos, irritables, resentidos y, en pocas palabras, se hace muy difícil estar con nosotros. También hay mucha molestia, celos o envidia mezclado con la depresión, porque ver a alguien que es feliz sólo hace que nuestra depresión aumente. El punto es que la depresión, en términos de síntomas, puede ser debilitante y paralizante por aquello que los budistas llamamos "emociones aflictivas" que se asocian a ella. Cuando estamos deprimidos, nuestra autoestima y confianza decaen. Empezamos a dudar de nosotros mismos. Empezamos a pensar que nos hemos convertido en un fracaso en todo y para todos.

Los psicoterapeutas occidentales dicen que se puede comprender las razones por las que una persona experimenta la depresión si se mira su historia biológica. Desde el punto de vista budista, sin embargo, el entendimiento fundamental es que la depresión está basada en nuestras interpretaciones de las situaciones de la vida, de nuestras circunstancias, de nuestras propias concepciones. Nos deprimimos por no ser la persona que queremos ser. Nos deprimimos cuando pensamos que no hemos podido lograr las cosas que queremos alcanzar en la vida.

Pero la depresión no es necesariamente un mal y desagradable estado como para querer experimentarlo. Cuando estamos deprimidos, podemos ser capaces de ver a través de la falsedad y la engañosa naturaleza del mundo samsárico. En otras palabras, no debemos pensar, "cuando estoy deprimido mi mente está distorsionada y perturbada, mientras que cuando no estoy deprimido veo todo con claridad".

Esto es extremadamente importante según el Budismo, porque si no estamos convencidos de la ilusoria naturaleza de la condición samsárica, siempre estaremos sometidos a un pensamiento dualista. Tendremos un pie en la realidad espiritual y otro en la realidad samsárica, no pudiendo estar nunca completamente capacitados para hacer un esfuerzo extra.

No estamos hablando aquí, sin embargo, de la depresión crónica o clínica, que es aquella que se escapa completamente de las manos. Sino que estamos hablando de aquél tipo de depresión que nos hace detenernos, pensar y reevaluar nuestras vidas. Este tipo de depresión puede ayudarnos en términos de nuestro crecimiento espiritual, porque nos hace cuestionarnos.

Por todos estos años pudimos haber estado pensando, "soy este tipo de persona", "soy este otro tipo de persona", "soy una madre", "soy un ingeniero", o lo que sea. Entonces de pronto, ese mundo familiar se derrumba. La alfombra bajo nuestros pies es arrancada.

Debemos tener experiencias como éstas para que nuestro viaje espiritual se llene de sentido; de otra manera, no estaremos convencidos de la naturaleza insustancial del mundo samsárico. De lo contrario, tomaremos el mundo de cada día por algo real.

Con una forma genuinamente constructiva de depresión, nos volvemos desnudos en el contacto con nuestras emociones y sentimientos. Sentimos la necesidad de buscarle un sentido a todo, pero buscarlo de nuevas maneras, con otras formas.

Todas las viejas creencias, actitudes y formas de tratar con las cosas no han funcionado, por que debemos evaluar, decir y hacer las cosas de una manera diferente, experimentarlas de una manera diferente. Esto es consecuencia de usar la depresión en un modo constructivo.

La depresión puede ser usada para dominar nuestros impulsos naturales para perder el control, distraernos y dirigirnos aparentemente, dispersando nuestra energía en todas las direcciones. Los sentimientos de la depresión siempre nos recuerdan a nosotros mismos; nos detienen de perdernos en nuestras actividades, en nuestras experiencias de esto y aquello. Una forma verdaderamente constructiva de depresión nos mantiene vívidamente en contacto con nuestros sentimientos.

Todo lo que experimentamos es normalmente experimentado desde un punto de vista egoísta y narcisista. Pero una forma constructiva de depresión elimina el orgullo excesivo, la seguridad ciega y las ilusorias formas de confianza propia que tenemos. Cuando estamos deprimidos, en vez de pensar con tal seguridad y confianza, "yo sé lo que está sucediendo, yo sé donde están las cosas", somos forzados a ser más observadores y a cuestionarnos nuestras suposiciones, actitudes y comportamientos. Esto es lo que debemos hacer si queremos hacer algún progreso en el sendero espiritual.

El individuo se abre entonces a nuevas formas de hacer las cosas, formas nuevas y creativas de pensar. Como dicen los maestros budistas, tenemos que lidiar con la vida, tenemos que desarrollarnos. La vida misma es un proceso de aprendizaje y sólo podemos desarrollarnos y aprender cuando estamos abiertos.

Estamos abiertos cuando cuestionamos las cosas, y sólo cuestionamos las cosas cuando estamos despiertos o concientes de nuestras deficiencias tanto como de nuestras habilidades. Estar despierto o conciente de lo que no sabemos es más importante que estar conciente de lo que sí sabemos: si nos concentramos en lo que no sabemos, siempre seremos inquisitivos y estaremos deseosos de aprender. Y queremos aprender, cuando hay aunque sea una ligera experiencia de depresión, lo que en tibetano es llamado “yid tang skyo pa”, que es una expresión que se refiere a “estar cansado de todo lo que es irreal, de todo lo que es falso e ilusorio”. El estado anímico depresivo puede, de hecho, impulsar hacia delante.

Aún cuando muchas personas que experimentan la depresión dicen que se sienten atascadas, el sentimiento de la depresión puede ser una fuerza motivadora. Los místicos cristianos usaron la expresión, "la noche oscura del alma", lo que significa que tienes que experimentar la oscuridad en ti para poder avanzar. No puedes simplemente embarcarte en el viaje místico y esperar que todo sea fácil y sencillo. Tienes que tener la experiencia de la alfombra arrancada bajo los pies y tienes que experimentar tú mismo y cuestionarte, llenándote de dudas e incertidumbres, sin saber qué diablos está pasando.

Como dice Lao Tze, "Aquellos que dicen que saben, no saben, y aquellos que dicen que no saben, saben". Imagino que al decir esto, él está tratando de fijar la atención en una idea similar, en que el verdadero conocimiento intuitivo necesario en el camino espiritual viene de la duda, de la incertidumbre y el no saber. De esta forma la arrogancia de saber es compensada.

En otras palabras, el camino espiritual no consiste en cosas que únicamente masajean el “ego” o que lo hacen sentir bien y cómodo. El “yo” o el “ego” tiene que ser continua y repetidamente puesto a prueba para posibilitar nuestro crecimiento espiritual. Una de las primeras cosas que nuestro “yo” debe aprender es que nada en este mundo es permanente, estable, o absolutamente verdadero.

Para poder lidiar efectivamente con la depresión, debemos cultivar cinco cualidades en nuestra meditación:

1. Coraje,

2. Conciencia despierta,

3. Alegría,

4. Amor y

5. Compasión.

Coraje

Cultivar el coraje significa que debemos tener la voluntad de permitirnos estar en un estado depresivo. Si la depresión es el estado en el que nos encontramos, no debemos alarmarnos ni considerarlo como una señal de algo terrible. Debemos tener el coraje de no retroceder ante nuestra experiencia sino simplemente dejarla ser. No es provechoso ni sirve de ayuda satisfacerse o adentrarse en diálogos internos negativos como, "¿Cuánto va a durar esta depresión? ¿Acaso va a empeorar? ¿Cómo voy a poder arreglármelas conmigo mismo? ¿Qué van a pensar de mi?". Acercarnos a todo lo que experimentamos con coraje, dará como resultado que esas experiencias no nos afecten, sino que al contrario, nos servirán para darnos más fuerzas.

Este tipo de coraje está basado principalmente en la convicción de que somos capaces de enfrentar lo sea que se nos aparezca, en vez de pensar que de una u otra manera aquello que suceda va a producir un efecto negativo en nosotros. Cuando comenzamos a pensar que nuestra experiencia va a afectarnos de manera negativa, todo tipo de cosas como el miedo y la ansiedad se nos vienen encima. Pero cuando somos capaces de decir, "Cualquier cosa que suceda está bien, no hay problema", dejamos de tener que ser tan auto-protectores. Dejando que el estado depresivo esté ahí - si eso es lo que nos sucede - estaremos mostrando coraje. Si tenemos este tipo coraje no seremos heridos. Más daño es hecho cuando nos escondemos tras nuestras ilusiones y desilusiones, cuando hacemos eso, las emociones aflictivas se vuelven muy insistentes y dañinas.

La mayor parte del daño o del dolor toma lugar debido a una falta de coraje. Esta falta de coraje es casi como una necesidad patológica de protegernos a nosotros mismos. Pensamos: "No seré capaz de manejar esto, será demasiado para mi. Quedaré destruido. Me volveré loco". Nos satisfacemos en todo tipo de monólogos negativos, esa es la razón por la que nuestra mente se perturba, y no porque tenemos tal o cual experiencia.

Nos son nuestras experiencias sino nuestras reacciones a ellas lo que nos causa daño y dolor. Debemos olvidarnos de nuestro temor de ser heridos por nuestras experiencias negativas. Si nos concentramos más en el acto mental de coraje que significa estar cómodos y aceptar lo que sea que se nos aparezca, daremos espacio para que el estado mental depresivo esté ahí sin reaccionar ante él con alarma y preocupación.

Tener coraje en la práctica meditativa, significa que automáticamente habrá una conciencia despierta, y tener una conciencia despierta significa ser capaz de ver que es lo que está sucediendo. Si no mostramos coraje en nuestra meditación tampoco habrá una conciencia despierta, porque instintivamente retrocederemos ante nuestras experiencias meditativas. Tan pronto como aparezca algo perturbador y desagradable, como un estado depresivo, retrocederemos. Debemos practicar una conciencia despierta en relación a las cosas que creemos que nos pueden dañar, tanto como sobre aquellas cosas que consideramos inofensivas. A través de la muestra de coraje, podemos estar concientes de lo que nos permitimos experimentar.

Conciencia Despierta

La conciencia despierta no es un estado, sino un proceso, un despertar - "aware-ing"-, todos los “estados” (emocionales, psicológicos, etc.) que ocurren en la mente también son procesos. Esto es algo importante de tener en cuenta. Incluso si se está en un estado depresivo, si estamos con una conciencia despierta, y atenta, si tenemos una mente clara, es posible ver cómo ese estado cambia, y se va transformando. Si no estás conciente, no hay cambio, ni mutación, ni movimiento. Pero si se está conciente, se notarán las ligeras mutaciones, los ligeros cambios que continuamente están teniendo lugar. Se verá que la experiencia misma del estado depresivo varía, cambia. Normalmente asumimos que se trata de la misma depresión todo el tiempo, pero nunca es la misma. Siempre se presenta de manera diferente.

Este tipo de atención es una de las cosas que el Budismo nos alienta a que ejercitemos en la práctica de la meditación, porque no darse cuenta de las cosas es lo que nos lleva a solidificar y a darles el carácter de permanentes a nuestras experiencias. Cuando esa solidificación tiene lugar, nuestra mente se fija a las cosas y la conciencia se desvanece instantáneamente. Dejamos de estar en contacto con nuestro estado mental. Cuando estamos en contacto directo con nuestro estado mental, podemos ver los cambiantes matices de nuestro estado depresivo.

Uno de los signos que se pueden ver en una persona que tiene depresión, es su postura. En la meditación, ponemos atención en nuestra postura, no nos sentamos con nuestros hombros caídos, pareciendo derrotados y desolados. Se dice que los hombros deben estar extendidos y nuestro pecho ligeramente hacia fuera, mostrando una especie de aspecto de majestad y realeza. Esto debe ser incorporado en la práctica de la conciencia despierta y presencia plena.

La forma de estar en contacto con nuestro estado mental, es simplemente prestar atención a lo que estamos experimentando en el momento. Pero cuando los budistas hablan de "estar en el presente, en el aquí y el ahora", generalmente piensan que el "ahora" no tiene relevancia ni importancia para el pasado o el futuro. Esto no es cierto.

La forma de experimentar el momento presente no se hace ignorando las relaciones entre nuestra experiencia presente y el lugar de donde esa experiencia ha venido o el lugar hacia donde puede dirigirse. El pasado y el presente están abarcados y encarnados en las experiencias que tenemos como seres humanos. Cualquier experiencia que tengamos, las tenemos debido al pasado, no podemos tener experiencias totalmente desconectadas de nuestro pasado.

La razón por la que una experiencia particular se presenta, se debe en primer lugar a nuestro pasado, que es la realidad del karma. Nuestro estado mental presente es producto de estados mentales previos y de experiencias de vidas pasadas. En otras palabras, lo que estamos experimentando ahora es el fruto de lo que hemos experimentado en el pasado. Cuando prestamos atención a lo que estamos experimentando ahora, a través de la conciencia despierta y presencia plena, somos capaces de determinar nuestro karma futuro haciendo que tome un curso diferente. Si no prestamos atención a lo que estamos experimentando ahora, no tenemos ninguna posibilidad de orientar nuestro karma futuro.

Alegría

Aparte del coraje y la conciencia despierta, necesitamos cultivar la alegría para poder trabajar con la depresión. La alegría en el ahora no quiere decir euforia, la cual siempre es una mala señal. Cuando nos sentimos realmente excitados, nos estrellamos duramente. En este contexto, la alegría significa un estado de bienestar físico y mental.

En otras palabras, si tenemos buenas experiencias en nuestra meditación, no nos sentiremos sobreexcitados, y si tenemos malas experiencias, no nos sentiremos muy mal ni desesperanzados. La expresión tibetana para la alegría es “dga' ba”, que básicamente significa “no ser o comportarse como un yo-yo (juguete infantil)”.

Ni en la euforia ni en la depresión según con las enseñanzas budistas, hay verdadera alegría, en esas situaciones sólo estamos siendo azotados por nuestras corrientes emocionales. Cuando somos felices somos muy felices y quedamos completamente inundados de ello, y cuando somos infelices la emoción es tan fuerte que no podemos soportarlo.

La alegría se trata más bien de estar estable. Esto no significa que a ratos no nos podamos sentir con mucho ánimo o muy alegres. Pero si tenemos una disposición alegre - una actitud mental de alegría - no nos quebraremos ni desarmaremos cuando las cosas no nos salgan como queremos, ni perderemos la cabeza, cayendo en el otro extremo cuando las cosas nos salgan bien. En vez de esto hay una sensación de equilibrio.

El hecho es que no sabemos que esperar, algunas veces las cosas salen de maravilla, y otras veces salen horrible. Pero habiendo practicado meditación - lidiando con nuestra depresión y otros estados mentales - puede existir, a pesar de todo, una sensación y una actitud de alegría.

En relación a lo anterior y de acuerdo a las enseñanzas budistas, lidiar con nuestra situación presente es lo más importante. No debemos pensar todo el tiempo que las cosas van a ser distintas, que algo diferente va a ocurrir basándonos en nuestros deseos. Si dejamos de hacer eso, comenzaremos a experimentar alegría.

Amor y Compasión

Junto al coraje, la conciencia despierta y la alegría, necesitamos amor y compasión para poder trabajar con la depresión. En el budismo, el amor y la compasión están relacionados con la forma en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás.

Cuando estamos deprimidos, no nos sentimos merecedores de recibir amor, dejando sólo la posibilidad de dar amor. No nos sentimos merecedores de recibir el regalo de la compasión de otros, dejando sólo la posibilidad de dar el regalo de la compasión. Pero a través de la práctica de la meditación en el amor y la compasión – conocida en el Budismo como "entrenamiento mental" o lojong - nos damos cuenta de que tenemos algo para dar y que efectivamente podemos darlo. Cuando ese sentimiento regresa, nos sentimos más conectados con las otras personas y los demás seres.

El regalo de amor o de compasión está en el acto mismo de dar. No debemos recibir algo a cambio para poder hacer que estos regalos tengan valor. La simple existencia de otros hace que tengan valor, porque sin otros estaríamos solos, seríamos personas solitarias y miserables. La vida perdería mucho de su riqueza, se empobrecería mucho si otras personas no fuesen parte de nuestro mundo. Se dice en las enseñanzas que incluso las personas que nos causan dificultades nos ayudan a crecer si somos capaces de relacionarnos con ellas adecuadamente.

Practicar el amor y la compasión - junto con el coraje, la conciencia despierta y la alegría - mantendrá acorralado lo que Winston Churchill llamó su "perro negro". Esto no significa que nos vamos a deshacer de nuestra depresión de la noche a la mañana, la verdad es que no tenemos por qué hacerlo. Los efectos negativos de la depresión irán disminuyendo gradualmente y nuestra habilidad de usar la depresión en una forma constructiva aumentará.

Si somos capaces de meditar y aprender a desarrollar coraje, conciencia despierta, alegría, amor y compasión, nosotros creceremos y la depresión desaparecerá. No tenemos que deshacernos de ella, la depresión desaparecerá por si sola. Esto es importante. Pensar en la depresión como un enemigo y tratar de conquistarlo o vencerlo, al menos desde el punto de vista budista, es una tarea contraproducente. Nuestro objetivo en la meditación no es hacer eso, sino aprender las habilidades necesarias para lidiar con lo que sea que estemos experimentando.

El Venerable Traleg Kyabgon Rinpoche es presidente y director del Instituto Kagyu E-Vam en Melbourne, Australia. Además es el autor de “The Essence of Buddhism: An Introduction to its Philosophy and Practice” (La Esencia del Budismo: Una Introducción a su Filosofía y Práctica).

Nota: Traducido por Yeshe Jungne del original en inglés “Depression’s truth” (http://domanassa.org/blog/depression%E2%80%99s-truth/ ) para beneficio de todos los seres sintientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario