viernes, 25 de septiembre de 2009

“LA GRAN PAZ NATURAL”

SOGYAL RIMPOCHÉ

Las enseñanzas de Buda son extensas. Sólo las “palabras de Buda” llenan más de cien volúmenes. A continuación, los comentarios y tratados de los grandes eruditos indios ocupan más de doscientos volúmenes, y ello sin contar todas las obras de los grandes maestros tibetanos.

Pero aún siendo así, las enseñanzas de Buda pueden ser sintetizadas de una forma muy profunda. Recuerdo que mi maestro, Dilgo Khyentse Rimpoché solía decir:

“Las enseñanzas de Buda son al mismo tiempo ‘extensas’ y ‘profundas’: ‘extenso’ se refiere al enfoque del erudito, del pandita, y ‘profundo’ al del yogui.”

Cuando se le pidió a Buda que resumiera sus enseñanzas, dijo:

No cometer ni una sola acción negativa,

Cultivar un tesoro de virtudes,

Domesticar esta mente nuestra;

Ésta es la enseñanza de todos los Budas.

“No cometer ni una sola acción negativa” significa abandonar las acciones malsanas, perjudiciales y negativas, que son la causa del sufrimiento, tanto para nosotros mismos como para los demás. “Cultivar un tesoro de virtudes” es adoptar acciones positivas, benéficas y sanas que son la causa de la felicidad, una vez más, tanto para nosotros mismos como para los demás.

Sin embargo, el punto más importante es “domesticar la mente”. De hecho, maestros -como Ñoshul Khen Rimpoché-, dicen con frecuencia que esta frase por sí sola capta la esencia de las enseñanzas de Buda. Porque si podemos comprender la verdadera naturaleza de nuestra mente, ahí radica el punto esencial, tanto de las enseñanzas, como de toda nuestra existencia.

La mente es la raíz de todo: creadora de la felicidad y creadora del sufrimiento, creadora del samsara y creadora del nirvana. En las enseñanzas tibetanas, a la mente se la llama “el rey responsable de todo” – kun ye gyalpo--, el principio universal que lo rige todo. Tal como el gran Guru Padmasambhava dijo: “No intentes cortar la raíz de los fenómenos, corta la raíz de la mente”. Esta es la razón por la que encuentro tan evocadoras estas palabras de Buda: “Somos lo que pensamos, y todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo. Habla o actúa con una mente pura y la felicidad será el resultado”. Si tan solo pudiéramos recordar esto y guardar nuestro corazón y nuestra mente puros, la felicidad se produciría de verdad. Por lo tanto, todas las enseñanzas de Buda están enfocadas hacia el entrenamiento de la mente, y mantener el corazón y la mente puros.

Esto empieza por la práctica de la meditación. Con ello permitimos que todos nuestros pensamientos y emociones turbulentas se sosieguen tranquilamente en un estado de paz natural. Como Ñoshul Khen Rimpoché decía:

Descansa en la gran paz natural, mente exhausta, golpeada incansablemente por el karma y las ideas neuróticas, como el furor implacable de las olas en el infinito océano del samsara. Descansa en la gran paz natural.

¿Cómo se sosiegan los pensamientos y las emociones? Si dejas un vaso de agua
turbia en reposo, sin tocarlo, la suciedad se posará en el fondo, y la claridad del agua se hará evidente. Del mismo modo, en la meditación permitimos a nuestras ideas y emociones sosegarse naturalmente, en un estado de confort natural.

Hay un dicho maravilloso de los grandes maestros del pasado. Recuerdo que cuando lo oí por primera vez fue como una revelación, porque en estas dos frases se muestra a la vez lo que es la naturaleza de la mente y como permanecer en ella, lo que constituye la práctica de la meditación. En tibetano es precioso, casi musical: chu ma ñok na dang, sem ma chö na de. A grosso modo significa: “El agua, si no la agitas, se aclara; la mente, cuando no se la altera, encuentra su propia paz natural”.

Lo increíble a propósito de esta instrucción es el énfasis en la naturalidad y en que dejemos que la mente simplemente sea, sin alteraciones y sin cambiar nada en absoluto. Nuestro verdadero problema es la manipulación, la fabricación, y que pensamos demasiado. Un maestro solía decir que la causa primordial de todos nuestros problemas mentales es que pensamos demasiado.

Como dijo Buda: “con nuestros pensamientos creamos el mundo”. Pero si mantenemos nuestra mente en un estado de pureza y le permitimos reposar, tranquilamente, en su estado natural, lo que ocurre al practicar es sumamente extraordinario.

La primera práctica en el camino budista de la meditación se llama “shamata” –en tibetano “shiné”-, morar en calma o “meditación de la tranquilidad.” Cuando empezamos, es una práctica de atención. La práctica de shamata puede ser con un objeto o soporte o sin él. A veces usamos una imagen de Buda como objeto o, al igual que sucede en todas las escuelas budistas, observamos la respiración levemente y con atención. El problema para todos nosotros es que nuestra mente siempre está distraída. Y cuando está distraída, la mente crea pensamientos sin cesar. No hay nada en lo que no pueda pensar o hacer. Si nos fijáramos, veríamos el poco discernimiento que tenemos, y las muchas veces que simplemente dejamos surgir todo tipo de pensamientos y nos perdemos en ellos. Se ha convertido en la peor de todas las malas costumbres. No tenemos disciplina, así como tampoco disponemos de ningún medio para fijarnos en qué tipo de pensamientos nos ocupan; surja lo que surja, nos dejamos arrastrar por una espiral de historias e ilusiones que nos tomamos tan en serio que, no tan sólo nos las creemos, sino que se vuelven parte de nosotros mismos.

Por supuesto, no deberíamos reprimir nuestros pensamientos y emociones, pero tampoco deberíamos complacernos en ellos. Lo que ocurre es que nos hemos complacido en exceso a la hora de pensar. El resultado son las enfermedades mentales, e incluso físicas. Muchos médicos tibetanos han notado la preeminencia en el mundo moderno de desórdenes debidos a desequilibrios del prana o aire interno, causados por un exceso de agitación, preocupaciones, ansiedad y pensamientos, que se añaden a la velocidad y a la agresividad que dominan nuestras vidas. Lo que necesitamos de veras es tan sólo paz. Es por esta razón que nos damos cuenta que sentarnos, aunque solo sea un momento, inspirar y expirar dejando a nuestros pensamientos y emociones posarse tranquilamente, puede constituir un maravilloso descanso.

Cuando nos abandonamos a la distracción y a pensar en exceso sin prestar atención, cuando nos perdemos en pensamientos e invitamos a los problemas mentales y a la angustia, el antídoto a aplicar es la atención. La disciplina de la práctica de shamata es hacer que la mente vuelva una y otra vez a la respiración.

Si estás distraído, en el instante en que te des cuenta, sencillamente vuelve a centrarte en la respiración. No hay que hacer nada más. Incluso preguntarse: “¿por qué diablos me he distraído tanto?” es otra distracción. La simplicidad de la atención, de volver a traer continuamente la mente a la respiración, la calma progresivamente. Cuando intentas acostar a un niño, lo que le apetece es ponerse a jugar y, si le haces caso, se excitará cada vez más y nunca querrá irse a la cama.

Tienes que cogerlo en brazos y quedarte un rato con él, tranquilamente atento, y entonces acabará por calmarse. Con la mente ocurre exactamente lo mismo: no importa lo agitada que esté, sigue trayéndola de vuelta, una y otra vez, a la simplicidad de la respiración. Gradualmente, la mente se aquietará en la mente.

Al principio, claro, puede que nos sintamos un tanto extraños, creyendo que al observar tenemos el acto de respirar, quién respira y la respiración, cada uno por su lado. Pero lentamente, a medida que perfeccionemos la práctica y que nuestra mente se aquiete, el acto de respirar, quién respira y la respiración se volverán uno y, al final, será como si nos hubiéramos convertido en la respiración.

Los maestros siempre aconsejan que al practicar la meditación del “permanecer en calma”, lo importante es no concentrarse excesivamente. Por esta razón recomiendan poner tan sólo un 25 % de la atención en la respiración. Pero entonces, como puedes haber notado, la atención por sí sola no es suficiente. Mientras que se supone que estás observando tu respiración puede suceder que, tras unos pocos minutos, te encuentres jugando un partido de fútbol o protagonizando tu propia película. Por lo tanto, hay que dedicar otro 25% a una conciencia continua y vigilante que supervisa y comprueba si sigues atento a la respiración. El otro 50% de tu atención lo dejas permanecer, espaciosamente. Por supuesto, la exactitud de los porcentajes no es tan importante como el hecho de que estos tres elementos –atención, conciencia y espaciosidad-- estén presentes.

La espaciosidad es realmente maravillosa. A veces, el simple hecho de ser espacioso basta para sosegar nuestra mente. La espaciosidad capta toda la esencia de la meditación; también es la generosidad de base de la meditación. En la práctica de shamata, cuando conseguimos aliar la espaciosidad a la atención puesta en la respiración, la mente se va calmando progresivamente. Y al calmarse, ocurre algo extraordinario: todos nuestros aspectos fragmentados vuelven a casa y nos unificamos. La negatividad y la agresividad, el dolor, el sufrimiento y la frustración se desvanecen de verdad. Experimentamos una sensación de paz, de espacio y de libertad y, como resultado de este aquietamiento, surge una profunda tranquilidad.

Según vamos perfeccionando esta práctica y nos unificamos con la respiración, al cabo de un tiempo, incluso la respiración en sí como objeto de atención en nuestra práctica, se disuelve y nos encontramos reposando en el momento presente. Este es el estado de estar centrado en un único punto que constituye el fruto y la finalidad de shamata. Permanecer en el momento presente y en la tranquilidad es un excelente logro, pero volvamos al ejemplo del vaso de agua turbia: si la dejas quieta, la suciedad se irá al fondo y el agua recuperará su nitidez, pero a pesar de ello, la suciedad seguirá estando ahí, en el fondo. Si un día la remueves de nuevo, la suciedad se pondrá de manifiesto una vez más. Mientras cultivemos la tranquilidad, es posible que disfrutemos de paz, pero cada vez que nuestra mente se agite un poco, los pensamientos engañosos volverán a invadirnos.

Permanecer en el momento presente de shamata no va a permitirnos evolucionar ni tampoco nos va a conducir a la iluminación o a la liberación. El momento presente se vuelve un objeto muy sutil y la mente que mora en el momento presente, un sujeto sutil. Mientras permanezcamos en el terreno del objeto-sujeto, la mente seguirá en el mundo conceptual ordinario del samsara.

A través de la práctica de permanecer en calma, nuestra mente se ha apaciguado en un estado de tranquilidad y ha hallado estabilidad. Al igual que la imagen de una cámara fotográfica se vuelve nítida al enfocarla, la atención centrada en un punto de shamata, permite que surja una creciente claridad de la mente. Según van desvaneciéndose gradualmente los oscurecimientos y el ego y su tendencia al aferramiento empiezan a disolverse, la “visión clara”, o “vislumbre” de vipashyana, -en tibetano lhak tong- se manifiesta. En ese momento ya no necesitamos el ancla que supone morar en el momento presente y podemos progresar avanzando, yendo incluso más allá de nuestro yo, hacia la apertura que representa la sabiduría que comprende la ausencia de ego. Esto es lo que va a arrancar de cuajo la ilusión y a liberarnos del samsara.

Examinemos el impacto de esto sobre la forma en que manejamos los pensamientos y las emociones. Al empezar, sin ninguna seguridad o base, nuestros pensamientos nos invaden y nos dispersan; es por esta razón que en la práctica de la atención nos centramos en un objeto: la respiración.

Pero sean cuales sean los pensamientos que surjan, todos surgen de nuestra mente y de ningún otro sitio, de una forma tan natural como los rayos emanan del sol o como hay olas en el océano. Al estar ahora, pues, en un estado de permanecer en calma, todo lo que surge de nosotros –que nunca ha existido al margen de nosotros mismos-- va a encontrarse con una persona diferente. Ya no hay razón para tener miedo de perder el equilibrio o de distraernos; no tenemos porque seguir obstaculizando lo que surge, ahora que la apertura de la visión profunda se ha manifestado. Nos hemos convertido en una roca que hace frente al viento y las tormentas, a diferencia de la pluma que éramos antes, arrastrada de un lado a otro por la brisa. Todo lo que tenemos que hacer ahora es mantener nuestra conciencia.

Cuando un pensamiento surja desde el estado de quietud, si simplemente lo reconocemos con esta conciencia, volverá a disolverse en la naturaleza de la mente. Los pensamientos y las emociones se vuelven como las olas en el mar, elevándose y disgregándose de nuevo en su propia inmensidad y nosotros nos volvemos como el mar mismo, extenso, espacioso y plácido. No nos queda nada más por hacer: tan sólo mantener esta conciencia.

Por supuesto, para un principiante el riesgo es que aquello que surja le desestabilice y desencadene sus viejas costumbres. En el momento en que lo que surge es visto como algo separado, nos hemos perdido y, por lo tanto, en este momento tan crucial antes de que se convierta en un pensamiento, debemos mantener la conciencia. Necesitamos, pues, ser conscientes de nuestra conciencia, contar con un recuerdo natural que nos haga volver en cada ocasión y sin el cual seremos arrastrados.

Lo que estoy describiendo aquí es un proceso que se conoce por quietud, movimiento y conciencia (ne gyu rig sum), y que adquiere un significado cada vez mayor a medida que alcanzamos etapas más profundas de comprensión. Según avanzamos, permitiendo a lo que surge disolverse y liberarse a la luz de nuestra conciencia, realzaremos y prolongaremos esta quietud, al igual que las olas no hacen más que realzar la belleza del mar. A través de la conciencia de la visión clara y la sabiduría que comprende la ausencia de ego, llegamos a la naturaleza de la mente. Según vayamos progresando, tendremos profundas intuiciones sobre la naturaleza de la realidad, así como sobre nosotros mismos ya que, a medida que la dualidad sujeto-objeto se disuelve, alcanzamos el estado de no-dualidad.

Llegados a este punto, nos encontraremos en un estado de profunda paz. Ñoshul Khen Rimpoché solía hablar de la Gran Paz Natural –rang shin shiwa chempo-- , la profunda paz de la naturaleza de la mente, la paz de Madyamika, Mahamudra y Dzogpachempo. Tal como dijo Buda: “el nirvana es la verdadera paz”. Cuando llegas a la paz de la naturaleza de la mente, descubres la extensa expansión de la gran apertura. Es como cuando las nubes se dispersan y dejan al descubierto un cielo abierto infinito; a medida que los pensamientos y las emociones similares a las nubes se disuelven a través de la práctica de la meditación, lo que queda al descubierto es la naturaleza de la mente similar al cielo.

Brillando en este cielo se encuentra el sol de nuestra naturaleza búdica, nuestra bodichita, la esencia de la iluminación. El sol conlleva dos maravillosas cualidades: el calor y la luz. Su resplandeciente luz se asocia a la sabiduría, y su calor al amor y la compasión. Si preguntáramos ¿qué es la mente de Buda?, es exactamente eso: sabiduría y compasión. Y, como las enseñanzas afirman que todos tenemos la naturaleza búdica, todos somos budas en potencia. Cuando purificamos nuestra mente, se convierte en sabiduría y cuando purificamos nuestro corazón, éste se convierte en amor y compasión. Si purificáis vuestros pensamientos, esta inteligencia pura, que deja de estar oscurecida por la ignorancia, es la sabiduría. Cuando las emociones han sido purificadas, surgen en forma de compasión.

Por lo tanto, a través de esta práctica podemos llegar a la pureza profunda de la naturaleza de la mente, esta gran paz de la que Buda habló en el momento de su iluminación, hace aproximadamente dos mil quinientos años, bajo el árbol de Bodi, en el lugar que se conoce hoy en día como Bodgaya. Sus primeras palabras fueron:

“Paz profunda, simplicidad natural, luminosidad no compuesta...”

Con estas palabras, solía decir Dilgo Khyentse Rimpoché, Buda proclamó la esencia de su iluminación, que es el estado de Dzogpachempo, la Gran Perfección. Esta profunda paz es a lo que intentamos llegar a través de la práctica. De hecho, “domesticar la mente” se logra por completo al reconocer esta paz. Fíjate cómo, cuando nos sentimos conmovidos o inspirados por el amor, nos sentimos totalmente desarmados. Del mismo modo, cuando reconocemos la naturaleza de la mente a través de esta práctica, nuestros pensamientos y emociones corrientes se desarman y se disuelven. Entonces un amor y una compasión tremendos irradian de nosotros mismos, al igual que el sol lo hace con todo su calor.

En cuanto entramos en contacto con la pureza de nuestra naturaleza intrínseca, nuestra naturaleza búdica, lo que se pone al descubierto es nuestra bondad fundamental, nuestro buen corazón. Sencillamente, exudamos bondad, compasión y amor. Y así, no sólo entramos en contacto con nosotros mismos, sino que lo hacemos enteramente con los demás. Sientes que realmente eres uno con los demás. Ya no hay barrera alguna que se interponga entre tú y los demás; ni tan siquiera la barrera que pueda haber entre tú y tu mismo. A menudo las barreras, al igual que los problemas, provienen de uno mismo, estamos en guerra con nosotros mismos.

Ahora, con esta práctica, a medida que la tenaza del ego se afloja y que nuestra tendencia a aferrar se evapora, los conflictos, sufrimientos y dolores propios de la fragmentación y de la lucha con nosotros mismos, se disuelven. Por primera vez, un perdón profundo y fundamental hacia nosotros mismos se hace factible. Al mismo tiempo, las esperanzas, miedos y angustias se evaporan, y con ellos todos esos sentimientos --como el estar bloqueado y cerrado en banda, el no estar en contacto ni con nuestros propios sentimientos--, que nos impiden ser felices.

Lo que puede aportarnos esta práctica es increíble. Cada vez que escucho esta enseñanza de Buda, transmitida por los grandes maestros, y siento su autenticidad resonando en mi propio corazón, por la poca práctica que conozco, siento su enorme bendición. Lo más extraordinario es que realmente podemos experimentar la verdad de esta enseñanza. No es algo que se base tan sólo en creencias o en la fe, sino algo que puedes saborear y comprender por ti mismo.
¿Qué ocurrirá cuando lo experimentes? Sentirás la enorme compasión y el amor de los budas y una irresistible gratitud hacia ellos. Y lo que desearás por encima de todo, será compartirlo y ayudar a todos los seres a liberarse del sufrimiento y a adquirir la felicidad última, esta gran paz natural, la paz de Buda. Así que cada vez que experimentes esta clase de paz –aunque sólo sea un poco-- en tu meditación, reza desde lo más profundo de tu corazón, como en la práctica de la bodichita, en los preliminares del Dzogchen Longchen Ñingtik:

“Hipnotizados por la inmensa variedad de percepciones que son como el reflejo ilusorio de la luna en el agua,

Los seres vagan sin cesar perdidos en el círculo vicioso del samsara.

Para que puedan encontrar consuelo y bienestar en la luminosidad y el espacio que todo lo abarca de la verdadera naturaleza de sus mentes,

Engendro el amor, la compasión, la alegría y la ecuanimidad inconmensurables de la mente iluminada, la esencia de la bodichita.”

Tu deseo es que todos los seres encuentren paz y felicidad, en la verdadera naturaleza de su mente. Tengo la impresión de que en este siglo XXI, lo que mucha gente está buscando es la verdad que reside en ellos mismos. Todo el mundo parece preguntarse: “¿Quién soy?” y aspira fervientemente a comprender la autenticidad de su propio ser, más allá del yo egótico.

Mediante esta práctica, puedes llegar a experimentar tu verdadera naturaleza y, cuando la experimentes, tu mayor deseo será que los demás hallen también esta clase de comprensión al saber que, además de mostrarnos quienes somos realmente, esta comprensión nos libera de nosotros mismos.

Me parece importantísimo que contemos con una práctica como ésta. Todos deseamos paz. Todos ansiamos sentirnos bien, ser un buen ser humano, tener un corazón cálido y ser buenos, pero a menudo no sabemos cómo. Hay demasiadas cosas poblando nuestra mente y nuestro corazón parece estar siempre bloqueado.

No somos libres, y en medio de toda esta confusión, sufrimiento y dolor, perdemos fácilmente las esperanzas y nos sumimos en la desesperación. Sin embargo, el hecho de oír la sabiduría y la compasión presentes en esta enseñanza y saber que empiezan a abrir el ojo de nuestra sabiduría y nuestro corazón y nuestra mente a nuestra verdadera naturaleza y a la verdadera naturaleza de todo, puede llenarnos de alegría, de inspiración y de esperanza.

Mediante la práctica, puede ser que experimentemos un poco de esta paz mental, pero no podemos permanecer indefinidamente en este estado. Volvemos a caer en nuestra forma cotidiana de funcionar y nuestros esquemas mentales, que estaban esperando poder reaparecer. Es ahora cuando debemos estar más atentos que nunca y recordar constantemente que esta mente es como un cristal claro y puro.

Al igual que un cristal adquiere el color de cualquier superficie donde se ponga, la mente se transforma exactamente en lo que permitimos que la ocupe en cada momento. La mente en sí misma está más allá de elección, más allá de la dualidad entre bueno y malo. Como dijo Buda: “con nuestros pensamientos creamos el mundo” y somos los creadores de este mundo que disfrutamos o sufrimos, un mundo de fenómenos kármicos modelado por nuestros pensamientos y actos.

No obstante, una vez que hayas probado un poco de esta paz y adquirido esta
visión, tendrás ganas de hacerte la promesa de no volver atrás nunca más. En la práctica budista de la confesión, que consiste en reconocer y purificar la negatividad y los errores, se habla de “cuatro poderes”: el poder de la presencia, que hace alusión a la presencia de los Budas; el poder del arrepentimiento, que consiste en el sentimiento de arrepentimiento con respecto a los errores que hayamos cometido; el poder de la resolución que consiste en decidir no volver a hacerlo nunca más; y el poder del método, que es la práctica –sea la que sea– que efectuamos para purificar el daño hecho.

De hecho en la práctica dzogchen confesamos el daño en la Darmadatu, el espacio que todo lo abarca de la naturaleza de la mente. Purificamos todos nuestros pensamientos negativos en la pureza de nuestra naturaleza inherente, y toda su oscuridad es purificada por esta luz. Al confesar, tomamos la firme resolución de no volver a caer en la oscuridad de lo negativo y de mantener nuestro corazón y nuestra mente puros. Porque ahora entendemos más que nunca que “somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo. Habla o actúa con una mente impura y los problemas serán el resultado... Habla o actúa con una mente pura y la felicidad será el resultado...”

En todo caso, cuando mediante la meditación alcanzas el estado de bondad de la naturaleza de la mente, lo que quiera que digas será bondad, lo que quiera que veas será bondad, lo que quiera que toques será bondad, porque tú serás bondad. Serás naturalmente puro y ello no puede más que manifestarse a través de todo lo que hagas, pienses o digas.

Cuando pienso en Jamyang Khyentse Chöki Lodrö, Dudjom Rimpoché, Dilgo Khyentse Rimpoché y todos los grandes maestros, me pregunto cómo podían ser constantemente como son. ¿Cómo es posible que hagan lo que hagan suponga un beneficio para los seres? La respuesta es: porque se encuentran permanentemente en el estado de bondad. Por eso nos inspiran y nos llenan de esperanza.

Cuando la gente corriente como nosotros ve a Su Santidad el Dalai Lama, se despierta en nosotros la esperanza en la humanidad, y ver que existe semejante ser humano, aporta la comprensión de que nosotros también podemos convertirnos en un buen ser humano como él.

Los grandes practicantes, mujeres o hombres, encarnan este mismo tipo de bondad y hagan lo que hagan resulta benéfico, porque siempre están en este estado, gracias a la disciplina que consiste en mantener la pureza de la mente. No se pervierten bajo ningún concepto, permanecen siempre puros y actúan motivados por esta bondad en la que permanecen sólidamente anclados.

Lo cierto es que a veces nos sentimos en contacto con nosotros mismos, con los demás, con el universo, y tenemos verdaderamente la oportunidad de experimentar una profunda paz interior. Cualquiera que haya tenido la suerte de vivir un poco esta paz interior, debería de tomar la firme resolución de mantenerla, no sólo por su propio bien, sino por el del mundo. Cuando te encuentras en este estado, lo extraordinario es que, aunque no hagas gran cosa, tu ser por sí mismo puede beneficiar a los demás, sin siquiera pretenderlo, en tanto que mantengas esta bondad y pureza en tu mente y tu corazón, en tu motivación y en tu existencia. Y si queremos infundir una fuerza especial a nuestros actos, podemos invocar la bendición de todos los budas y maestros. Se dice que una de las cualidades de los budas es que en cuanto los invocamos, están ahí. A lo mejor piensas: “¿Cómo puede alguien como yo merecer que los budas le dediquen un poco de su tiempo?”. El mismísimo Buda dijo: “Quienquiera que piense en mí, me tiene enfrente.” Y Guru Padmasambhava prometió: “Nunca estoy lejos de los que sienten devoción por mí, pero tampoco estoy lejos de los que no la sienten”. Tal es la compasión de los budas.

Buenos o malos en apariencia, todos podemos recibir sus bendiciones. Seamos lo que seamos, sólo es temporal; todas nuestras ilusiones pueden purificarse porque nuestra naturaleza fundamental es buena. Puede que las nubes oscurezcan el cielo, pero basta con ir más allá de ellas para darnos cuenta de que hay un cielo infinito que nunca ha sido tocado por esas nubes. El ejemplo que se usa habitualmente en el dzogchen es el del espejo: nuestra verdadera naturaleza es como un espejo, refleja todo tipo de cosas, pero lo bonito es que lo reflejado jamás podrá ensuciar el espejo. Así que, sea cual sea nuestra apariencia, nuestra verdadera naturaleza es pura e impoluta. Cuando se dice que todos tenemos la naturaleza de Buda, de hecho es cierto. Se dice que ni tan siquiera los budas pueden mejorar la naturaleza de Buda; y que nosotros, los seres humanos, con toda nuestra confusión y negatividad, no podemos empeorarla. Esto significa que es intocable, inmutable, no creada. Es en verdad nuestra auténtica naturaleza, algo que nunca puede ser manchado o menguado. Es una bondad inalterable.

http://www.budismotibetano.net/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=273&Itemid=52

domingo, 20 de septiembre de 2009

El Sutra del Diamante (Abreviado)

Traducción: José Silvestre Montesinos

1. Esto es lo que he oído:
En cierta ocasión, Buda estaba en el retiro de Anathapindika en el bosque de Jeta, cerca de la
ciudad de Sravasti, en una reunión de 1250 monjes. Después de vestirse, hacer la ronda de
las limosnas por la ciudad e ingerir su única comida diaria, se sentó junto a los monjes.
2. El monje Subhuti se inclinó ante Buda y le hizo una pegunta: “¿Qué debería tener en
cuenta alguien que quisiera seguir el camino del Bodhisattva?”
3. Buda respondió: “Un Bodhisattva debe tener en cuenta lo siguiente: todas las criaturas,
tanto si provienen de un útero como de un huevo, tanto si se transforman como mariposas o
aparecen milagrosamente, tanto si tienen un cuerpo como si son meros espíritus, tanto si
son capaces de pensar como si no lo son: ¡a todas estas criaturas debe ayudar a entrar en el
Nirvana antes que a sí mismo!
“Pero, ten en cuenta, Subhuti, que en realidad no existe algo parecido a un “yo” que ayuda,
ni tampoco algo parecido a otro “yo” que recibe ayuda. ¡Un Bodhisattva que no es capaz de
reconocer esta realidad no es un verdadero Bodhisattva!
4. “Un verdadero Bodhisattva no obtiene placer de este acto de compasión y no se interesa
por las apariencias. Él tan solo ayuda a los demás desinteresadamente.
“¿Puedes medir el Este, el Oeste, el Norte y el Sur, Subhuti?”
“No, Señor.”
“Pues tampoco puedes medir el mérito de alguien capaz de ayudar a los demás sin pensar en
sí mismo.”
5. “¡Subhuti! ¿Puede alguien reconocer a un Buda en base a sus características físicas?”
“No, Señor. Tú nos has enseñado que ser un Buda no depende de características físicas.”
“Así pues, alguien que se preocupe por las apariencias jamás reconocerá a un Buda, pero
alguien que no se preocupe por ellas quizá sí pueda.”
6. Subhuti preguntó: “Señor, ¿habrá siempre gente que entienda tu mensaje?”
Buda respondió: “¡No lo dudes, Subhuti! Siempre habrá gente que, habiendo escuchado el
mensaje, aceptará sus preceptos y practicará nuestro camino. ¡Nuestro mensaje llegará a la
gente simplemente porque es verdadero! Llegará un momento en que la mayoría ni siquiera
necesitarán las palabras, sino que estarán más allá de ellas. Todos debemos esforzarnos en ir
más allá de las palabras, porque uno puede sentir apego por ellas, y no debemos sentir
apego por nada. Debes comprender que mis palabras son como una balsa que se emplea para
cruzar un río. Cuando su utilidad ha sido satisfecha, debe ser dejada atrás si queremos llegar
más lejos.
7. “Así que dime, Subhuti. ¿He enseñado mi lección final?”
“No, Señor. La lección final no es algo que pueda ser enseñado, porque la lección final no es
una cosa que se pueda agarrar o estrechar.”
8. Buda dijo: “Dime, Subhuti. Si alguien se desprende de un universo lleno de tesoros para
ayudar a los demás, ¿tendrá esto algún mérito?”
“Sí, Señor. Su mérito será grande. Pero tú también nos has enseñado que, para que este acto
de generosidad sea genuino, debe haber sido hecho sin pensar en obtener mérito alguno. De
hecho, ¡este hombre no debería haber pensado en sí mismo lo más mínimo!
Buda dijo: “Entonces, si alguien comprende y comparte con otro cuatro frases de mi
mensaje, su generosidad será incluso mayor. Él no está simplemente dando una cosa, ¡está
ayudando a crear futuros Budas!”
9. “Dime, Subhuti. ¿Alguien que está empezando a comprender mi mensaje se diría a sí
mismo: ‘He conseguido algo grande’?”
“No, Señor. Decir algo así implicaría que el principiante no comprende que no existe ningún
ego que pueda arrogarse ningún mérito.”
“¿Y alguien que esté muy avanzado en la comprensión de mi mensaje se diría a sí mismo: ‘He
conseguido algo grande’?”
“No, Señor. Alguien que dijera algo así, estaría también diciendo que existe un ego que
alcanza algo, y que existe algo que alcanzar. Éstos no son los pensamientos de alguien que
entiende tu mensaje.
“Señor, tú has dicho que he logrado alcanzar la paz y me he liberado de las pasiones. De
hecho, ya no anhelo tener el estatus de un santo. Si lo hiciera, estoy seguro de que tú no
pensarías tan bien de mí.”
10. “Subhuti, si yo te dijera, ‘los Bodhisattvas adornan los cielos’, ¿estaría en lo cierto?”
“No, Señor, los adornos son ilusiones, y las ilusiones no tienen lugar en los cielos.”
“Y, por tanto, los Bodhisattvas tienen que liberar su mente del ego, y dejar de preferir un
olor u otro, un sonido u otro, una vista a otra. Un Bodhisattva no debe sentir deseo o
aversión por nada.”
Buda preguntó: “Subhuti, si un hombre tiene un cuerpo tan grande como una montaña, ¿es
un gran hombre?”
“No, Señor. Porque un “gran hombre” son sólo palabras, y ser un gran hombre es tan solo
una ilusión, originada por la creencia en el ego.”

13. Entonces Subhuti le preguntó a Buda, “Señor, ¿cómo llamaremos a este sermón?”
Buda respondió: “Llámalo ‘El Sutra del Diamante del Entendimiento Perfecto’. Como un filo
de diamante, puede cortar todo tipo de ilusiones.”

14. Tras esto, Subhuti tuvo una conciencia plena del significado del sermón y comenzó a
llorar. “Señor, gracias por este sermón. Cualquier ser que con una mente pura lo escuche y lo
entienda será conmovido por él. Dentro de cientos de años su claridad seguirá siendo
apreciada.”

32. “Subhuti, si alguien se desprendiera de tesoros suficientes como para llenar un universo,
no tendría tanto mérito como alguien que comprendiera y compartiera unas pocas líneas de
este sermón.
“Por lo tanto, ¿qué debería tener en cuenta alguien que comenzara a seguir el camino del
Bodhisattva?
“Como una estrella fugaz, como una burbuja en un torrente,
Como una llama al viento, como la escarcha bajo el sol,
Como un destello de luz o un sueño fugaz,
Así debemos entender el mundo del ego.”
Subhuti y el resto de los monjes se llenaron de gozo al escuchar el sermón de Buda.

De: budistas.net

jueves, 27 de agosto de 2009

AVARANA SUTRA

LOS OBSTÁCULOS

En una ocasión El Bendito estaba hospedándose en Savatthi, en el Monasterio de Anathapindika, en la Floresta de Jeta.

Allí él se dirigió a los monjes:

¡Monjes!

Sí, Señor, le replicaron los monjes al Bendito.

El Bendito dijo:

Estos cincos, son los obstáculos o impedimentos que aplastan y reducen la atención y debilitan el discernimiento.

¿Cuáles son esos cincos?

El deseo sensual es un obstáculo, un impedimento que aplasta o reduce la atención y debilita el discernimiento.

La voluntad enfermiza... la indolencia y el letargo... la impaciencia y la ansiedad... y la incredulidad o inseguridad o incertidumbre son los obstáculos, o impedimentos que aplastan y reducen la atención y debilitan el discernimiento.

De nuevo dijo que estos son los cinco obstáculos o impedimentos que aplastan y reducen la atención y debilitan el discernimiento.

Y cuando un monje no abandona esos cinco obstáculos, o impedimentos que reducen y aplastan la atención y debilitan el discernimiento, cuando él está sin fuerza y es débil en discernimiento:

Para él entender lo que es para su propio beneficio, y entender lo que es para el beneficio de los demás, para entender lo que es para el beneficio de ambos:

La comprensión de un estado humano superior, una distinción y visión en conocimiento verdaderamente noble: eso es imposible.

Supongan que hay un río, fluyendo desde las montañas –yendo lejos, su corriente es rápida arrastrándolo todo con ella– entonces supongamos que un hombre abre canales para desviar su corriente hacia ambos lados, de manera que la corriente en el medio del río se disperse, aminore y disipe; ese río no iría muy lejos, su corriente no sería rápida y no arrastraría todo a su paso.

De la misma forma, cuando un monje no ha abandonado esos cinco obstáculos, impedimentos que aplastan y disminuyen la atención y debilitan el discernimiento; cuando no tiene fuerza y su discernimiento es débil, para entender lo que es beneficioso para él y entender lo que es beneficioso para los demás, para entender lo que es beneficioso para ambos y lograr un estado superior humano: una distinción en conocimiento y visión verdaderamente noble:

Eso es imposible.


Ahora bien, cuando un monje ha abandonado esos cinco obstáculos, impedimentos que aplastan y reducen la atención y debilitan el discernimiento, cuando es fuerte en su discernimiento, para entender lo que es beneficioso para él y entender lo que es beneficioso para los demás, para entender lo que es beneficioso para ambos y lograr un estado superior humano: una distinción en conocimiento y visión verdaderamente noble:

Eso es posible.

Supongan que hay un río, fluyendo desde las montañas –yendo lejos, su corriente es rápida llevándoselo todo en ella –entonces supongamos que un hombre cierra los canales que desvían su corriente hacia ambos lados, de manera que la corriente en el medio del río no se disperse, no aminore y no se disipe; ese río irá muy lejos, su corriente será rápida y arrastrará todo a su paso. De la misma forma, cuando un monje ha abandonado esos cinco obstáculos, impedimentos que aplastan y reducen la atención y debilitan el discernimiento, cuando es fuerte en su discernimiento: para él entender lo que es para su propio beneficio y para el beneficio de los demás, entender lo que es beneficioso para ambos y lograr un estado superior humano: una distinción en conocimiento y visión verdaderamente noble: Eso es posible.

TAYATA OM GATE GATE

PARAGATE PARASAMGATE BODHI SVAHA

viernes, 7 de agosto de 2009

ACTIVIDADES DE KHENPO TENZIN RINPOCHE

El Khenpo Phuntsok Tenzin Rinpoche, maestro de la escuela Drikung Kagyu, estará visitando Lima, Perú, del 15 al 23 de agosto y realizará tres actividades principales: El Retiro del Buda de la Medicina, Purificación de Sombrilla Blanca y Retiro de Buda Amitabha. Khenpo Phuntsok Tenzin es lama residente en la Sangha de Santiago de Chile y atiende las Sanghas de Buenos Aires (Argentina), Lima y Guayaquil (Ecuador) con amorosa dedicación.

viernes, 24 de julio de 2009

Buddhas y Bodhisattvas femeninos

Según la tradición budista tibetana


Las mujeres iluminadas o las figuras femeninas nombradas abajo, todas vienen del Vajrayana o Buddhismo Tibetano, la escuela de Mahayana que se originó en la India y se trasladó después al Tíbet y a otros países de los Himalayas. Por ello, la mayoría de las figuras son identificadas primero por su nombre Sánscrito, apareciendo la forma tibetana alterna entre paréntesis (cuando es de otra manera, por ejemplo, Achi Chkyi Drolma, Machig Labdron y Palden Lhamo, es porque sus prácticas se desarrollaron o fueron practicadas principalmente en Tíbet).

También indico el tipo que es cada deidad, por ejemplo:

  • un yidam - un deidad meditacional iluminada que personifica la unión de la sabiduría y de la compasión, que sin embargo no está separada del meditador
  • una figura del gurú - generalmente el fundador de un linaje; un ser completamente realizado a quién uno identifica completamente como su guía espiritual
  • un protector del Dharma - retratado generalmente como un ser iluminado en forma airada, un protector cuya función primaria es eliminar los obstáculos espirituales que traban al practicante.
  • una figura histórica - alguien que vivió como un ser humano femenino en esta tierra y se puede colocar históricamente según la tradición

¿Qué es una thangka?

Un thangka (pronunciada tanka) es una pintura tibetana en tela, un pergamino enrollable para cuando se viaja. Para los que desean aprender más sobre qué son los thangkas y cómo se crean, el Dharmapala Centre en Bremen, Alemania tiene una excelente página en inglés.


Índice

  1. Achi Chkyi Drolma – protectora del Dharma
  2. Dorje Yudronma – protectora del Dharma
  3. Ekajati (Ralchigma) – protectora del Dharma
  4. Ekajati - yidam
  5. Kurukulla - yidam
  6. Lamanteri - yidam airada
  7. Machig Labdrn - yidam y figura histórica
  8. Mahamaya - yidam
  9. Mandarava - yidam y figura histórica
  10. Marici - yidam
  11. Mayadevi - figura histórica
  12. Nairatmya - yidam
  13. Niguma - guru y yidam
  14. Palden Lhamo (Sri Devi) - protectora del Dharma
  15. Prajnaparamita (Yum Chenmo) – figura de guru y yidam
  16. Samantabhadri (Kuntuzangmo) - figura de guru y yidam
  17. Sarasvati - yidam
  18. Simhamukha (Sengdongma) - yidam
  19. Sukkhasiddhi - figura de guru y yidam
  20. Tara, Green (Drolma) - yidam
  21. Tara, Red - yidam
  22. Tara, White (Drolkar) - yidam
  23. Tseringma – protectora del Dharma
  24. Ushnisha-sitatapatra - yidam
  25. Ushnisha-vijaya - yidam
  26. Vajrayogini / Vajravarahi (Dorje Naljorma / Dorje Phagmo) - yidam
  27. Yeshe Tsogyal (Dechen Gyalmo) - yidam, guru y figura historica

Nota: Esta página será puesta al día continuamente conforme descubra más enlaces (y encuentre tiempo para ampliar sobre las descripciones de las deidades). Mis disculpas por cualquier inexactitud que puedan presentarse debido a mi ignorancia o prisa; sus correcciones serán bien recibidas.

Me complace también agregar imágenes de Buddhas y de bodhisattvas femeninos que me proporcionen, a condición de no violar el copyright - por ello la falta de imágenes. ¡Si usted tiene imágenes que pueda utilizar, por favor démelo a conocer de modo que esta página pueda inspirar visualmente tanto como sea posible!


Achi Chkyi Drolma
Protectora del Dharma de la tradición Drikung Kagyu

Achi Chkyi Drolma (Tib. A-chi Chos-kyi sGrol-ma) es un protector femenino cuya práctica fue introducida por Drikung ('Bri-gung) Achi, la matriarca del Dharma del linaje hereditario de Drikung. Ella es blanco-colorada y se le representa montando un león de la nieve, el legendario animal blanco del Tíbet. Algo inusual para un protector de Dharma, el aspecto de Achi Chkyi Drolma es pacífico, para nada iracundo.


Dorye Yudronma
Protectora del Dharma

De Dorye Yudronma se dice que es una de las principales protectoras de Tíbet. Ella sostiene una flecha con los cinco colores en su mano derecha y un espejo de plata blanco en su izquierda. La biografía del Longchen Nyingthig yogui Jigme Gyalwai Nyugu (del Dzogchen Lineage of Nyoshul Khenpo) cuenta que una emanación de esta deidad apareció y le ofreció alimento cuando una vez sufría privaciones y miseria. Dorye Yundroma está vinculada con una práctica de adivinación (divination practice) en la que se usa un espejo.


Ekajati

Protectora del Dharma – protectora de mantras

Ekajati es una protectora del Dharma, especialmente popular entre los Nyingma, donde también la consideran una protectriz del DzogChen. Emparentada a Palden Lhamo. La forma Nyingma de Ekajati (cuyo nombre literalmente significa ‘Una Trenza’) ¡tiene un moño, un ojo, una boca, un pecho - y a veces solamente una pierna! - para demostrar su determinante devoción al Dharma.


Ekajati (tib. ral chig ma)
Yidam – Tara Negra iracunda

Ekajati es también el nombre de una forma airada de Tara Verde conocida como Tara Negra (Black Tara). La representan en la postura sentada que lleva un cuchillo curvado y una vasija de cráneo (Kapala). Esta forma se muestra a menudo en un triunvirato con Avalokiteshvara y Tara verde.

Kurukulla
Yidam – deidad de poder

Kurukulla es una figura roja que baila enérgica con una cara y cuatro brazos --dos de estos tienen un arco y una flecha hechos de flores. Su práctica ayuda a generar energía y poder.


Lamanteri
Yidam iracunda

El Asian Art Museum of San Francisco someramente dice: “Lamanteri es el nombre mongol para la forma iracunda de la diosa Tara descrita con el tercer ojo y cuatro pares de manos.”


Machig Labdron
Yidam y figura historica – la fundadora del Chod

La fundadora tibetana de la práctica del chd (cortando), en el undécimo siglo, Machig Labdron, es usualmente descrita en la forma deidificada de una figura pacífica blanca danzando con tres ojos, tocando un damaru (tambor de dos lados) con su mano derecha y sosteniendo una campana con su izquierda. (Es también representada en forma sentada -seated form- en el sitio Sacred Art -Sacred Art site- de Dharma Pblishing). También aparece en forma airada como la yidam azul oscuro Trma Nagmo, como se muestra en una thangka en la página web del Padmasambhava Buddhist Center. El nombre de Machig es traducido diversamente como Madre Única, Antorcha de Lab –Lab era el nombre de su distrito natal- o Madre Única, Liberadora de Lab.

Ver:

  • Machig Labdrn and the Foundations of Chd by Jerome Edou (Ithaca, NY: Snow Lion Publications, 1995)
  • A Study of the Profound Path of gCod: The Mahayana Buddhist Meditation Tradition of Tibetís Great Woman Saint Machig Labdrn - a Ph.D. dissertation by Carol D. Savvas (University of Wisconsin-Madison, 1990)
  • Women of Wisdom by Tsultrim Allione (London: Arkana, 1984 / New York: Arkana, 1986) - includes the life story of Machig Labdrn

Mahamaya
Yidam del Supremo Tantra Yoga

He encontrado muy poca información sobre esta deidad. Su nombre es el mismo que el de la madre del histórico Buda Shakyamuni, Siddhartha Gautama --significa 'Gran ilusión.' Esta era una práctica principal de la escuela Shangpa Kagyu.


Mandarava
Yidam y figura histórica –deidad de la larga vida

Una princesa nacida en India que se convirtió en la consorte espiritual de Padmasambhava, fundador del budismo en el Tíbet (su segunda consorte nació en Tíbet, Yeshe Tsogyel – ver más abajo). Ella aparece en forma deificada como un yidam de la larga vida.


Marici
Yidam – deidad del sol

Marici es un yidam femenina de color rojo, asociado con el sol y con la aurora. Ella tiene tres caras (incluyendo el rostro de una cerda); ocho brazos sosteniendo diferentes implementos, va encima de un trono/carruaje tirado por nueve cerdos. Su mantra es tradicionalmente usado como protección por los viajeros.


Mayadevi
Figura histórica – madre de Sakyamuni Buddha

La Reina Mayadevi (también Maya o Mahamaya) fue la madre histórica del Buda Sakyamuni. Ella murió poco después de darle a luz, pero se cree que tuvo un renacer en uno de los cielos donde más tarde el Buddha se manifiesta para enseñarle el Dharma para que también alcanzara la iluminación. Ella es usualmente representada (traditionally depicted) como ella dio a luz (sin dolor), de pie y sosteniéndose de la rama de un árbol con la mano derecha.


Nairatmya
Yidam

Esta figura de azul oscuro aparece tanto como yidam sola y también en unión con su consorte, el más alto de yoga Tantra masculino, el yidam Hevajra. El nombre significa 'No-yo' en sánscrito; este también era el nombre de la esposa de Marpa, fundador del linaje Kagyu del budismo tibetano.


Niguma
Guru y yidam - linaje dakini

Esta mujer fue un formidable mahasiddha, representada de diferentes maneras como la hermana o consorte de Naropa. Fundó la práctica conocida como Los Seis Yogas de Niguma (véase el texto del Glenn Mullin The Six yoga of Sister Niguma, que incluye un dibujo de línea de Niguma).


Palden Lhamo (Shri Devi)
Protectora del Dharma – protectriz airada del Tibet

Palden Lhamo (cuyo nombre se traduce como la “Gloriosa Diosa”) es la única femenina protectora del Dharma común a las cuatro escuelas del budismo tibetano. Ella es muy iracunda y va en su mula a través de un mar de sangre, rodeado por el fuego de la sabiduría. Ella es azul oscura y tiene un rostro con tres ojos; luce un sol en su ombligo y una luna en su corona y sobre ella está un paraguas de pavo real (un símbolo tradicional de protección). También hay un sistema de adivinación con dados (system of divination by dice) relacionado con ella. Es a veces considerada afín a Sarasvati o Tara.

Ver:


Prajnaparamita
Figura del Guru y yidam – Madre de todos los Buddhas

Prajnaparamita encarna la felicidad/vacuidad que da origen a todos los fenómenos-, por eso su título como Madre de todos los Budas. Ella generalmente aparece como una figura sentada tranquila con vestido de seda; su cuerpo es de color dorado y tiene una cara y cuatro brazos. Sus dos primeros brazos están en postura de meditación sobre su regazo, mientras que la otra mano derecha sostiene un vajra (cetro de rayo simbolizando compasión/felicidad) y en la otra izquierda, el texto del Sutra del Corazón que es el texto de la sabiduría esencial sobre la vacuidad de los fenómenos. (Hay otras formas de la deidad, como a la derecha: en primer lugar dos manos en oración mudra en el corazón, la segunda mano derecha sosteniendo un mala [rosario] y la segunda mano izquierda sosteniendo un texto.) Su nombre significa 'Perfección de la sabiduría'; en tibetano también es conocida como Yum Chenmo, o 'Gran Madre'. Está estrechamente relacionada con la práctica de chod (véase Machig Labdrn).


Samantabhadri
Imagen del Guru y yidam - Madre Primordial de todos los Buddhas

Samantabhadri (Kuntuzangmo en tibetano) es la consorte y contraparte femenina de Samantabhadra/Kuntuzangpo, el Buda primordial de las escuelas más antiguas del budismo tibetano. Por lo general a ambos se les representa en unión sexual (yab/yum en tibetano), la figura masculina en azul y blanca la figura femenina abrazados mutuamente en la posición de loto. Samantabhadri a veces se le muestra sola, en este caso ella está sentada en postura de loto con las manos en postura de meditación sobre su regazo. Samantabhadri siempre es mostrada desnuda (como también su consorte) para demostrar la naturaleza simple de la verdad absoluta, la vacuidad de todos los fenómenos. En cierto sentido es similar a Prajnaparamita. Un equivalente cercano de las escuelas de Nueva Traducción es el azul oscuro Vajradhatu-ishvari, que se le muestra en unión con su consorte Vajradhara como el Vajradhara yab-yum / Vajradhatu-ishvari.


Sarasvati
Yidam – deidad del aprendizaje

Como la diosa de aprendizaje y las artes, Sarasvati (también se escribe Saraswati) es en muchos aspectos una contraparte de Manjushri, el bodhisattva masculino de la sabiduría discriminativa. Sarasvati es una yidam pacífica que tiene un vina (un sitar parecido a un laúd) en su regazo; a veces también un texto. Ella es de color blanco con una cara, dos ojos y dos brazos. Una reproducción de una thangka (thangka reproduction) puedeser vista en el sito de Arte Sacro de Dharma Publishing's (Sacred Art site). También hay un deidad hinduista llamad aSarasvati (Hindu deity named Sarasvati) con atributos parecidos. A veces es relacionada con Palden Lhamo, que puede considerarse como Sarasvati en forma iracunda.


Simhamukha
Yidam - Dakini con cabeza de león

Simhamukha (Tib. Seng - gdong - ma) es una imagen azul oscuro danzando airadamente similar a Vajravarahi en apariencia y ornamentos, sosteniendo un cuchillo curvo en la mano derecha y una calavera en su izquierda, salvo que también tiene el rostro de un león – de ahí su nombre en tibetano y sánscrito (significado “Cara de León”). Su práctica fue establecida por una mujer, Jetsun [ma]Lochen; Simhamukha es considerada como una forma de dakini de Padmasambhava, el (hombre) fundador del budismo en el Tíbet (ver también Mandarava y Yeshe Tsogyal).

En la Web hay muestras de su iconografía como una estatua (statue) en el sitio Dharmaware, y una thangka pintada en la galería del Padmasambhava Buddhist Center, tanto en forma thumbnail o a toda página 500-Kb file.


Sukkhasiddhi
Imagen del Guru y yidam - linaje Dakini

Esta mahasiddha pertenece al linaje chod. Su nombre significa 'buena o dichosa siddhi' (una palabra sánscrito que significa un logro milagroso, que puede ser bien mundano, por ejemplo, curaciones, vuelo, etc., o supramundano, es decir, la siddhi de la completa Iluminación.)


Tara, Green
Yidam – amada Salvadora

También conocida como Drolma (tibetano), Tara encarna la acción compasiva de todos los Budas (su nombre significa “la liberadora” o “una que salva”). Se le representa con una cara, dos brazos y un cuerpo en color verde. La mano derecha está estirada en el mudra (gesto sagrado) de generosidad, y su izquierda sostiene el tallo de un loto azul que florece cerca a su oreja izquierda.

Ver:

También las estatuas de:

... Todas las esculturas de las Taras de Zanabazar se muestran ahora en Mongolian exhibit at SFAsian.

Libros devocionales de Tara se incluyen en:

  • In Praise of Tara: Songs to the Saviouress by Martin Willson (London: Wisdom Publications, 1986)
  • The Cult of Tara: Magic and Ritual in Tibet by Stephan Beyer (Berkeley: University of California Press, 1973) – un studio sobre creencias tibetanas y practices relacionadas a Tara
  • Longing for Darkness: Tara and the Black Madonna by China Galland (New York: Viking, 1990)
  • Bodhisattva of Compassion: The Mystical Tradition of Kuan Yin by John Blofeld (Boulder: Shambhala, 1978) – un studio de Avalokiteshvara, el Bodhisattva de la Compasión, en forma femenina como Kuan Yin (Chinese) and Tara (Tibetan).

Esta forma de Tara, Tara verde, es la más común; pero Tara también aparece en otras formas, como Tara Blanca, Tara Roja y las 21 Taras (Twenty-One Taras). En la escuela Gelukpa también tienen una forma de Tara en el Supremo Tantra Yoga conocida como Tara Cittamani.


Tara, Roja
Yidam

Ver Kurukulla. Creo que esta es un nombre alternativo para el usado comunmente en Tara, White

Tara, Blanca

Yidam - la que concede larga vida y sabiduría

También conocida como Drolkar (tibetano) o Sitatara (sánscrito), Tara encarna la acción compasiva de todos los Budas (su nombre significa “la Liberadora” o “la que salva”). Tara Blanca está especialmente asociada con la larga vida y la sabiduría. A diferencia de la forma verde de esta deidad, Tara Blanca tiene siete ojos -uno en cada uno pies y manos y un tercer ojo en su rostro-- para mostrar que ella ve y responde al sufrimiento en todo el universo; se sienta en postura de loto completa.


Tseringma
Protectora del Dharma – diosa de la montaña

Tseringma es la principal de las Cinco Deidades del Larga Vida --antiguamente montaña-guardián de los espíritus-- que molestaban al gran yogui tibetano Milarepa durante sus retiros en cuevas. Fueron convertidas al budismo y Tseringma se convirtió en su consorte. Ella es una imagen blanca que es mostrada sobre un león de nieve y llevando un vaso de larga vida en la mano derecha.


Ushnisha-sitatapatra
Yidam – diosa de la sombrilla blanca

Esta deidad de color blanco, una forma de Tara, es una contraparte femenina de Avalokiteshvara en la forma de mil brazos. Ella tiene mil rostros, brazos y piernas; cada cara tiene tres ojos, y ella tiene un ojo en la palma de cada mano y en la planta de cada pie, demostrando que vigila y protege a los seres sensibles. Sus rostros centrales son blancos (como su cuerpo); sus rostros del ldo derecho son amarillos, las caras en la parte detrás de su cuerpo son rojas y los rostros del lado izquierdo, verdes; también hay un ‘nivel’ de rostros azules en la parte superior de la cabeza. Las manos derecha tienen las ruedas del dharma (dharmachakra) y sus manos izquierda, flechas; una de sus otras manos también lleva un parasol o sombrilla blanca que simboliza igualmente su protección.

Aquí hay una thangka sin título de su imagen en la web de la Dzogchen Community, y una thangka with description (con explicación) en la página web de two Belgian thangka-collectors.


Ushnisha-vijaya
Yidam – deidad de larga vida

Ushnisha-vijaya es una deidad blanca pacífica y emanación del Buda Vairochana. Tiene tres caras, diez ojos y ocho manos. Sus manos derechas tienen un lazo, arco y bol con el néctar de la inmortalidad; su cuarta mano derecha tiene un ojo en la palma y está en el mudra (postura) de la generosidad. Sus manos izquierdas llevan una imagen en miniatura del Buda, un doble vajra (cruzado) y una flecha; la cuarta mano izquierda se encuentra en postura de meditación sobre su regazo.

Ushnisha-vijaya a menudo es mostrada en triunvirato con las otras dos principales deidades de larga vida, roja (hombre) Amitayus y Tara Blanca (véase más arriba). También hay dos thangkas de ella (son llamadas una one y dos two) en el sitio de Dharma Publishing.


Vajrayogini / Vajravarahi
Yidam – la reina de las Dakinis

Vajrayogini (Tib. Dorje Naljorma, Practicante femenina Adamantina) es la principal yidam femenina del Supremo Tantra Yoga, de las escuelas de Nueva Traducción del budismo tibetano. Es una figura femenina roja levemente iracunda mostrando un cuchillo curvo en su mano derecha, una calavera en su izquierda y un khatvanga (tridente o asta) sostenido en su codo izquierdo. La forma de Naro de Vajrayogini, observada con más frecuencia en las tradiciones Sakya y Geluk, se muestra permanente con su rostro vuelto hacia arriba y a la izquierda, con la calavera en su boca y el cuchillo curvo apuntando a la tierra.

La forma de Vajravarahi de Vajrayogini, por lo general más frecuente en la tradición Kagyu, se le muestra en un paso de danza con la pierna derecha doblada; sostiene el cuchillo curvo en el aire y la calvera hacia su corazón. Vajravarahi, cuyo nombre significa Cerda Adamantina, generalmente aparece con la cabeza de una pequeña cerda, que representa el triunfo sobre la ignorancia, surgiendo sobre su oreja derecha.

El website de Lama Surya Das incluye dos cortas enseñanzas acerca de ella:

Buenas pinturas en la web:


Yeshe Tsogyal
Yidam, figura del guru e histórica – madre del Buddhismo Tibetano

Esta notable Santa-ermitaña, la consorte tibetana de Padmasambhava, a veces se le muestra en la forma Nirmanakaya -el 'cuerpo de emanación' que un Buda necesita para ser visibles ante los seres ordinarios- como una mujer en ropa del diario tibetana, sentada y sosteniendo un cuchillo curvo y una calavera. También se le muestra en forma deificada como la Reina del Gran Gozo (Tib., Dechen Gyalmo) como una figura sentada de rojo con una damaru (tambor de doble lado) que lleva en la mano derecha y un cuchillo curvo hacia el suelo en su mano izquierda. Una thangka de Yeshe Tsogyal como Reina del Gran Gozo puede verse en el sitio Web de Padmasambhava Buddhist Center, ya sea en tamaño thumbnail o como a plena página 500 KB picture file.

Su biografía sagrada puede leerse en Kevin Dowman Sky Dancer: the secret life and songs of the Lady Yeshe Tsogyel (London: Arkana, 1989) y Tarthang Tulku Mother of Knowledge: The Enlightenment of Ye-shes mTsho-rgyal (Berkeley: Dharma Publishing, 1983). La práctica de meditación de Dechen Gyalmo, Reina del Gran Gozo, es analizada en Anne C. Klein Meeting the Great Bliss Queen: Buddhists, Feminists, and the Art of the Self, que tiene una amorosa ilustración principal de la deidad.

http://www.sakyadhita.org/deities.html

Traducción libre al español por K.D. para beneficio de todos los seres. ¡OmManiPadmeHung!