sábado, 24 de marzo de 2018


LA PRÁCTICA DE MEDITACIÓN
DE CHENREZIG
Khenchen Konchog Gyaltshen Rinpoche



En general en el budismo, y particularmente en el Mahayana y Vajrayana, un concepto central es la filosofía de la compasión y su práctica es esencial. El Bodhisattva Chenrezig tiene una larga historia de asociación con la compasión en muchas tradiciones. Él es Kwan Yin en China, Kannon en Japón, por ejemplo. En el budismo tibetano, o Vajrayana, la técnica de meditación de visualizar a Chenrezig y cantar su mantra de seis sílabas es muy común.

Chenrezig es una palabra tibetana, el nombre de todas las formas de este compasivo bodhisattva. En sánscrito es llamado Avalokiteshvara, Avalokesvara o Lokesvara, todos significan Señor de los Mundos. En tibetano, chenre es la palabra honorífica para ojos. Los ojos simbolizan sabiduría, porque nosotros aprendemos acerca de nuestro mundo a través de ellos. De modo semejante, la sabiduría “ve” la causa del sufrimiento, la naturaleza del samsara, la naturaleza de la iluminación y las causas de la paz y la felicidad. Esta consciencia discriminativa percibe el modo de función de todos los fenómenos. Zig significa mirar o contemplar con gran compasión. Chenrezig contempla el mundo para ver cómo beneficiar a los seres sensibles a través de sus actividades y manifestaciones.

Algunos tienen amplio conocimiento, pero sin compasión, tal mente no está motivada para beneficiar a los demás. Pueden ver por sí mismos que algunas personas son muy inteligentes, tan talentosos, pero no ofrecen algún beneficio para la sociedad. Hay otros que tienen compasión sincera pero carecen de sabiduría, así continuamente cometen equivocaciones. Ellos quieren ayudar a los demás, pero no tienen habilidad para tal efecto. Sin compasión, la sabiduría es solo seca e intelectual. Por eso podemos ver cuán importante es el combinar estas dos. Chenrezig nos da un modelo de alguien que personifica tanto la sabiduría como la compasión. Hacemos su práctica de meditación para realizar estas cualidades en nosotros mismos. Generar sabiduría y compasión juntas es importante para nuestro propio beneficio y para beneficio de los demás. Estas dos son interdependientes, así que cuando hablamos de beneficiar a los demás, realmente recibimos el beneficio nosotros mismos. Cuando poseemos sabiduría y compasión genuinas, la gente lo reconocerá y responderá positivamente. Cuando más trabajemos por el beneficio de los demás, más recibiremos para nosotros mismos. Esta es la realidad de la realización de causa y resultado.

Entrenar la mente de esta manera no resulta fácil porque las aflicciones están profundamente enraizadas en la mente. Podemos decirnos: “Debo hacer esto”, pero la mente no siempre lo cumplirá. Vemos que esta es una paradoja entre la mente de acción y la mente intelectual. La mente de acción consiste de nuestras propensiones y hábitos profundamente enraizados. La mente intelectual es nuestro entendimiento sobre las cosas. Cuando estamos habituados a las aflicciones y emociones perturba-doras, la mente de acción está influida por su fuerza poderosa. El sufrimiento es el resultado inevitable, no importa cuánto la mente intelectual quiera hacer otra cosa. De otro lado, si practicamos y nos habituamos en sabiduría y compasión, entonces un tipo positivo de mente de acción se enraizará profundamente en nosotros. La experiencia inevitable será una felicidad y paz imperturbables. Debemos asegurar que nuestra práctica del Dharma no se quede a nivel puramente intelectual sino, por el contrario, se convierta en una vívida presencia. Para lograr esto es indispensable la práctica Vajrayana.

La meditación es el método principal con el cual entrenar nuestra mente en sabiduría y compasión. No hay otra manera, así que necesitamos voluntad y dedicación.  Si la mente fuera una máquina, podríamos apretar un botón y podríamos hacer que pidamos esto. Pero la mente no funciona así; ella no reacciona instantáneamente. La meditación no es solo un “botón” que podemos presionar para efectuar la transformación.

Estamos acostumbrados a creer que todo el mundo funciona como una máquina. En todas partes que vamos, en la oficina, en la pista, en la casa, presionamos un botón para que las cosas funcionen. Debido a este condicionamiento, pensamos erróneamente que la meditación debe funcionar de la misma manera. Si no conseguimos resultados en una sesión, entonces nos desanimamos y creemos que esto no funciona. Tenemos que entender que la meditación toma un período de tiempo. La mente no es una máquina, por eso debemos aplicarnos con perseverancia y paciencia.

Hay dos clases de paciencia: la paciencia inútil y la paciencia necesaria. La paciencia inútil nos lleva a perder nuestro tiempo y energía mientras pasa el tiempo sin hacer ningún esfuerzo realmente espiritual. No hay opción sino la de practicar la otra paciencia. La paciencia necesaria desarrolla fuerza en la mente sobre una base de razón, sabiduría y compasión. No es el modo sumiso de paciencia que proviene de la pereza; no es un signo de debilidad. Con la paciencia adecuada podemos practicar sin resentimiento y odio. Alegres e intrépidos nos colocamos en nuestro tiempo y energía; lo que es el verdadero significado de paciencia. Para combatir el desánimo, ponemos paciencia junto con perseverancia.

Cuidando de practicar cotidianamente, no importa cuánto tomemos para acostumbrarnos. No es algo que finalice en un par de años. Puede tomar 10 años o toda una vida. Es como comer y beber, que tenemos que hacer diariamente para sostener nuestro cuerpo. De igual manera, hacemos la práctica de meditación consistentemente para sostener la mente.

La meditación es más que tan solo sentarse con sus ojos cerrados. Hay un dicho tibetano: “Gompa ma yin gompa yin”, que significa “La meditación no es solo meditación. La meditación es acostumbrarse a ella.” Debemos comprender cómo meditar, generar fuerza y domar la arrogancia indisciplinada de nuestra mente. Existen dos métodos esenciales de meditación; la meditación analítica y la meditación estabilizante. Por ejemplo, uno puede primero analizar la causa y efecto, la temporalidad de los fenómenos, el sufrimiento del samsara y las buenas cualidades de la sabiduría y compasión. Luego, sobre estas bases, uno puede entrenar la mente en la conducta apropiada con la meditación estabilizante. La meditación es un medio para familiarizarnos con la mente y aprender cómo usarla. Es un método de acostumbrar la mente en sabiduría y compasión. Podemos hacer esto en cualquier momento y en cualquier lugar, hacer de nuestra vida una meditación.

De: Pearl Rosary. The Path of Purification. Khenchen Rinpoche, Konchog Gyaltshen. Vajra Publications, 2007, Florida, EE. UU. Capítulo I, Chenrezig Meditation Practice, Introduction, pp. 19-22

Versión al español, el editor.


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