sábado, 9 de septiembre de 2017

EL YOGA DE LA DEIDAD


Kenchen Rinpoche, Konchog Gyaltshen



E
N ESTE SIGLO 21, está profundamente enraizado el énfasis en el desarrollo mental por medio de la educación.  Las sociedades modernas confían grandemente en que la ciencia y la tecnología conducirán a una mejor vida. Algunos científicos contemporáneos van más lejos, en cuanto teorizan que la mente y las emociones son nada más que una función física del cerebro, simplemente una reacción electro-química compleja. Las antiguas enseñanzas del budismo están enfocadas en el mismo objetivo: una mejor vida ahora y en el futuro. De modo semejante, el logro en la práctica budista requiere mucho estudio y reflexión profunda. Los maestros budistas han contemplado profundamente la naturaleza de la mente durante muchos siglos y han concluido que no es muy fácil explicarla. La mente posee muchos estratos, cada una de ellos conduce cada vez más a niveles sutiles como las capas de una ingente cebolla. 

Solo podemos experimentar y examinar estos diferentes estratos de la mente a través de la meditación. Cada uno de nosotros tiene una oportunidad para desarrollar esta investigación por sí mismo. Haciéndolo así poco a poco es reemplazada la confusión acerca de las causas del sufrimiento y la felicidad con la sabiduría genuina, eterna. Entre los muchos estilos de meditación disponibles para nosotros, resulta insuperable el yoga de la deidad preservado y perfeccionado por los maestros del Tíbet. Las técnicas del yoga de la deidad nos permiten acceder directa y personal-mente a la vasta naturaleza de la mente. Al aplicarlas correctamente, podemos manejar la experiencia ordinaria, confusa y transformarla con precisión en claridad prístina.

Todos los budas tienen compasión, sabiduría, actividades y habilidades infinitas y perfectas. Sin embargo, si un ser sensible es capaz de beneficiarse con ellas depende de las tres conexiones interdependientes: las bendiciones imparciales del dharma-kaya, la aspiración búdica y la motivación del ser sensible. Una o dos de estas no resultan suficientes; las tres deben estar juntas para que alguien se libere del samsara y alcance la iluminación. Esto se explica con más detalle en textos como El Precioso Ornamento de liberación [de Gampopa] y el Gon Chig [de Jigten Sumgon].

Para experimentar la plenitud del yoga de la deidad o Vajrayana, la práctica de meditación, uno debe tener por lo menos un entendimiento elemental de la filosofía budista. Uno debe estar bien establecido en los cuatro conceptos fundamentales de la rareza y preciosidad de la vida humana, de la temporalidad de todos los fenómenos, de la naturaleza del sufrimiento de la existencia cíclica y de la inexorable causalidad kármica. Estas son explicadas brevemente en este libro, pero son descritas con más detalles en textos como El Precioso Ornamento de la Liberación, Modo de vida y liberación y Transformar el sufrimiento [los dos últimos de Khenchen Rinpoche]. Una vez convencidos de estos cuatro pensamientos, nuestros siguientes pasos son tomar refugio y cultivar la bodhicitta. Finalmente, un conocimiento comprensivo de la naturaleza de la vacuidad o, mejor, alguna experiencia con la meditación sobre la vacuidad, establecerá una firme base para realizar exitosamente la práctica del yoga de la deidad. Sin estos apoyos, la práctica tántrica o yoga de la deidad no será nece-sariamente una práctica budista y no ofrecerá los resultados esperados. Sin embargo, la práctica del yoga de la deidad será sustancialmente beneficiosa y será definitiva-mente un camino hacia la iluminación.

Estas prácticas instilan hábitos positivos para esta vida, para el bardo entre esta vida y la siguiente, como para nuestro renacimiento. Aproximadamente, las reflexiones sobre los cuatros fundamentos, amor bondadoso, compasión, refugio y bodhicitta, están relacionados a esta vida. La disolución en la vacuidad al inicio de una práctica corresponde a nuestra experiencia en el momento de la muerte. Manifestar la deidad desde la vacuidad, cantando el mantra y purificando a nosotros y el medioambiente y todos los seres sensibles, preparándonos todos para estar en el estado del bardo. Después, la disolución en la vacuidad al final de la práctica es similar a la compleción del estado de bardo. Surgiendo de nuevo desde la vacuidad como la deidad en la conclusión de la práctica crea el patrón para renacer en una tierra pura u otro lugar especial que fomenta el desarrollo espiritual.

De: Prefacio a Pearl Rosary. The Path of Purification. Khenchen Rinpoche, Konchog Gyaltshen. Vajra Publications, 2007, Florida, EE. UU.
Versión al español, los editores.

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