jueves, 2 de enero de 2014

LA RUEDA DE LA EXISTENCIA SAMSÁRICA
según las enseñanzas de Shâkyamuni Buddha

Las modalidades de la sufriente mente neurótica y sus antídotos respectivos.


El rey Bimbisâra de Maghada era un discípulo del Buddha que intercambiaba valiosos regalos con su gran amigo Udrâyanâ, rey extranjero de Rauruka. En cierta ocasión Udrâyanâ le regaló una túnica protectora que estaba adornada con joyas de los dioses que irradiaban una luz dorada capaz de proteger a quien la vistiese de daños causados por armas, venenos y fuego. Entonces el rey Bimbisâra y sus ministros no sabían como corresponder a tal regalo, pero el más alto consejero del rey, el brâhmana Varsha Kara sugirió ofrecer como regalo algo que superaba cualquier cosa valiosa de las tres esferas del samsâra: una pintura de de Shâkyamuni Buddha, quien en ese entoces residía en Maghada.

Entonces Bimbisâra acudió donde el Buddha para pedirle permiso para hacer la pintura, y no sólo accedió sino que también predijo: „Tan pronto como Udrâyaòâ vea esta pintura, desarrollará gran fe y percibirá directamente la verdadera naturaleza de la realidad.“

Cuando los pintores comenzaron a dibujar el cuerpo del Buddha, estuvieron tan sobrecojidos por la belleza de su forma que no eran capaces de discriminar correctamente las proporciones. Entonces el mismo Shâkyamuni Buddha sugirió proyectar su sombra sobre el lienzo. Luego el los instruyó en qué enseñanzas incluir dentro del contorno de su propia forma que fue delineada a trasluz. Así fue como resultó el Bhava-cakra o Rueda de la Existencia en el Samsâra.

En la parte superior Shâkyamuni Buddha aparece parado, apuntando hacia la luna llena de la mente que brilla en todo su esplendor gracias al sol del despertar del nirvâna. En la parte inferior están dos versos, que él mismo Buddha dictó, con la solución a los sufrimientos del samsâra:

Comprometiéndote en esto y abandonando aquello,
Entra en la enseñanza de Buddha.
Como un elefante en una cabaña
Destruye el poder del Señor de la Muerte.

Aquellos que con entera conciencia
Practican esta enseñanza de la ética
Abandonarán la rueda de los nacimientos,
Consiguiendo que el sufrimiento llegue a su fin.

Cuando el rey Udrâyanâ recibió este incomparable regalo lo abrió y contempló su significado. Gracias a su gran potencial entró en un profundo y largo samâdhi (absorción meditativa). Comprendió la originación dependiente y percibió directamente la vacuidad de existencia inherente a tal profundidad que permaneció en samâdhi hasta el amanecer del día siguiente.

Después se hizo otro diagrama gracias a Nanda quien también colaboró describiendo ciertos detalles sobre el Bhava-cakra. Viendo el beneficio de los seres el Buddha aconsejó que se hiciesen copias de este diagrama para colgarlos a la entrada de todo centro budista. Así quedaría muy clara cuál es la motivación con la que se debe recibir toda enseñanza buddhista.

En este diagrama observarás a Mahâkâla (El Gran Tiempo) o a Yamarâja (El Señor de la Muerte) sosteniendo entre sus fauces la rueda que contiene toda la descripción de la existencia samsárica. El eje de esta rueda es la ignorancia de no percibir simultánea y perfectamente la apariencia de los fenómenos como infalible interdependencia, y la vacuidad de ellos mismos como trascendente a tomar cualquier posición inherente.

 A su alrededor están los Tres Venenos Mentales del (1) cerdo negro de la ignorancia
aflictiva del cual salen (2) la paloma roja del deseo aflictivo y (3) la serpiente verde de la aversión aflictiva. Pues sólo estando en ignorancia aflictiva se engendra el deseo por objetos incapaces de brindar real satisfacción. Y es sólo teniendo como base a este deseo aflictivo que se engendra la aversión aflictiva hacia todo aquello que parezca amenazar el placer samsárico buscado. Rodeando a estos Tres Venenos Mentales se encuentra la representación de los seres del bardo del renacer que todavía no hallan dónde tomar renacimiento, pero cuyas tendencias ya los predisponen hacia los reinos inferiores (existencias infernales, espíritus hambrientos y animales) o superiores (humanos, asuras y devas). Rodeando está la representación de cada uno de los seis o cinco (si se unifican asuras y devas) reinos del samsâra. Dentro de cada uno de estos reinos está representada la emanación de un buddha o bodhisattva que porta  los símbolos que sirven de antídoto para salir de esos estados de sufrimiento samsárico. En el borde final de la rueda se observan los símbolos de cada uno de los doce eslabones del origen interdependiente (pratîtyasamutpâda) que explican cómo finalmente la ignorancia aflictiva da origen a los sufrimientos del samsâra.

Samsâra: El estado de estar forzado, a través del poder del karma y las aflicciones mentales (kleshas), a tomar las impuras partes que conforman un ser sufriente –los skandhas-, instante tras instante.

Nirvâna: La cesación permanente en la que uno ha eliminado los obstáculos de las aflicciones mentales (kleshas) en su totalidad, debido al continuo “análisis individual” de la comprensión profunda de las 4 Âryas Verdades que permite la constante familiarización con la percepción directa la vacuidad.


¿PARA QUÉ MEDITAR SOBRE LOS SUFRIMIENTOS DEL SAMSÂRA?

Debes escuchar, reflexionar y meditar constantemente en los defectos del samsâra para entender la necesidad de evitar los inmensos sufrimientos de los reinos inferiores y la naturaleza sufriente de todo el samsâra en general. Gracias a ello desarrollarás gradualmente (1) la motivación buddhista inferior del Vehículo Mundano y de Brahmâ de no querer renacer en los reinos inferiores, (2) la motivación mediana del Hînayâna de no querer renacer en ningún reino del samsâra, y (3) la motivación superior del Mahâyâna de querer alcanzar la buddheidad para encargarte personalmente de que los seres se liberen de estos sufrimientos del samsâra y alcancen la buddheidad.

En el Hînayâna el practicante que es un ârya, al haber percibido directamente la vacuidad, va atravesando los niveles de (1) entrar en la corriente, (2) el que regresa una vez más, (3) el que no regresa más, y, finalmente, (4) el arhat que está liberado del samsâra al liberarse completamente de los kleshas. En el Mahâyâna la percepción directa de la vacuidad acompañada de bodhicitta se da durante el Sendero de la Visión con el que se alcanza el 1er bhûmi de los bodhisattvas. Gracias a la repetitiva familiarización con la percepción directa de la vacuidad en el Sendero de Meditación los kleshas van perdiendo presencia hasta desaparecer al entrar al 8vo bhûmi. En los bhûmis 8vo, 9no y 10mo los samskâras (habituales impresiones kármicas mentales) son eliminados gradualmente hasta que finalmente son erradicados en su totalidad al alcanzar la Buddheidad en el Sendero de No Más Aprendizaje.


LOS TRES TIPOS DE SUFRIMIENTO


I. Sufrimiento que Todo lo Impregna. Todo ser que se identifica con sus aflictivos skandhas samsáricos experimenta el sufrimiento que todo lo impregna en el samsâra. Éste tipo de sufrimiento es el resultado del karma previo maduro confluyendo con kleshas que permiten afectar a la noción de un “yo” inherente y sus “míos” que uno trata de mantener y proteger al estar encadenado por la ignorancia aflictiva. Además este sufrimiento coexiste con los samskâras que habilitan una especie de inercia que tenderá a producir sufrimientos futuros similares de seguir confluyendo con más condiciones fértiles. Entonces los skandhas son producidos por el poder de los kleshas y el karma. Al estar condicionados de este modo por los kleshas, los skandhas en su totalidad son también de naturaleza aflictiva. Esto debido a que la causa (las aflicciones mentales o kleshas) debe mantener una relación coherente con su efecto (los skandhas). Los skandhas (formas, sensaciones, reconocimientos, samskâras, y conciencias sensoriales burdas) continuamente poseen las semillas de todo el sufrimiento que madurará en nosotros, es decir que poseen la ignorancia y hábitos samsáricos que producen y producirán más sufrimiento en todos nuestros renacimientos futuros. Son la sufriente base de experimentación sobre la cual todo el sufrimiento ininterrumpido de la vida samsárica se manifiesta. Entonces inclusive cuando tienes placeres samsáricos intensos estás en realidad sufriendo sutilmente. Este sufrimiento que todo lo impregna en el samsâra es percibido directamente sólo por aquellos que han percibido la vacuidad directamente.

II. Sufrimiento del Cambio. Se da cuando en cualquier experiencia samsárica que inicialmente experimentas como placer -en respuesta a un estímulo placentero recibido a través de alguno de tus 6 sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto y mente burda)-, pero que eventualmente se develará como lo que siempre fue: sufrimiento e insatisfacción. Esto queda demostrado por el hecho de que si ese estímulo supuestamente placentero -que es percibido ignorantemente como fuente de genuino placer- se mantiene, el presunto efecto debería continuar como un placer constante, sin embargo sólo experimentarás una insatisfactoria saturación, aburrimiento o hasta desagrado que demuestra que el supuesto placer era ilusorio, que carecía de existencia intrínseca. El placer de estar sentado tras largas horas de haber estado parado, por ejemplo, es una mera proyección ilusoria debida al contraste. Como resultará evidente si intensificas la condición de estar sentado por horas y horas... desearás estar parado tras estas largas horas de haber estado sentado!!! Entonces queda demostrado que estar sentado o parado no son en sí mismos ni inherentemente placenteros, ni inherentemente desagradables. Así, el placer es sólo el impermanente efecto maduro del impermanente buen karma pasado de haber beneficiado a alguien. Y el desagrado es sólo el impermanente efecto maduro del impermanente mal karma de haber dañado a alguien. Por lo tanto el objeto que supuestamente genera el placer o el desagrado no es la causa primaria de tal sensación placentera o desagradable, sino es una mera condición secundaria que permite la maduración de la causa primaria del respectivo buen o mal karma.

III. Sufrimiento del Sufrimiento. Es la aparición constante de todos los grandes sufrimientos de las 3 Esferas que desde el primer momento son experimentados directamente como insatisfactorios, como aversivos. Este tipo de sufrimiento lo experimentas cada vez que quieres evitar alguna situación que te resulta, sutil o burdamente, desagradable. Como cuando estando sentado con las piernas sin cruzar procedes voluntariamente a cruzarlas porque sutilmente el tenerlas sin cruzar ya te resulta insatisfactorio, incómodo, desagradable. O como cuando te rascas la cabeza porque ya te incomoda el no rascártela. O más burda y evidentemente cuando tienes un fuerte dolor de estómago y quieres tomar alguna medicina para aliviarte y así escapar de tal situación sufriente.


LAS 3 ESFERAS DEL SAMSÂRA – TRI DHÂTU

1) Esfera del Deseo, kâma-dhâtu : Dioses, semidioses, humanos, animales, espíritus hambrientos y estados de existencia infernales. El renacimiento en estos estados es el resultado de nuestro apego a los frutos de la acción de cuerpo habla o mente, sea este karma positivo o negativo. Apegarse al gozo de la meditación también lleva a renacer aquí.

2) Esfera de la Forma, rûpa-dhâtu: Se renace en él, sin Bardo del Devenir, al morir en una mera shamatha muy avanzada (meditación de la calma mental caracterizada por unas profundísimas concentración, calma, flexibilidad física, flexibilidad mental, claridad y no conceptualización) de alguna de las 4 Absorciones del Reino de la Forma. Se adquiere una forma sutil y se permanece en tal meditación concentrada por un tiempo que va desde medio mahâ-kalpa hasta 16 000 mahâ-kalpas. Apegarse a la claridad de la meditación lleva a renacer aquí.

3) Esfera de lo Informe, ârûpya-dhâtu: Se renace aquí al morir con una mera shamatha aún más avanzada que pertenezca a alguna de las 4 Absorciones del Reino de lo Informe: (1) Espacio Ilimitado, (2) Conciencia Ilimitada, (3), la Nada y (4) Ni Cognición Ni No-cognición. Estos son seres mentales porque sólo permanecen las tendencias de haber tenido una forma. Se está absorto en este estado desde 20 mahâkalpas hasta 80 mahâkalpas. Apegarse a la no-conceptualización de la meditación lleva a renacer aquí.

Un eón o kalpa tiene una duración extremadamente larga, similar al tiempo necesario para vaciar un envase de dimensiones similares a un estadio gigantesco de fútbol que está lleno de semillas de ajonjolí, al quitarle una semilla de ajonjolí cada 100 años. Un gran eón o  mahâkalpa consiste de 80 kalpas, divididos en 4 períodos de (1) 20 kalpas de no manifestación, (2) 20 de formación, (3) 20 de mantenimiento y (4) 20 de disolución. Cada uno de estos 4 períodos puede ser llamado como un eón intermedio o antarakalpa, y otras veces cada uno de los 80 kalpas que conforman un mahâkalpa también es referido usando el término antarakalpa. Un incalculable eón – asaêkhya kalpa refiere al número 10 elevado a la potencia 60, es decir un 10 seguido de 59 ceros. Entonces el tiempo requerido para realizar la buddheidad a través de las enseñanzas del sûtrayâna requiere de 3x10 a la 60 kalpas, o 3x10 a la 60 mahâkalpas según otros textos.


LOS SEIS REINOS DEL SAMSÂRA

A. SERES DEL INFIERNO. Conocidos en sánscrito como  naraka. La aflicción mental predominante es la IRA. Desde la confusión de un supuesto “yo” inherente y sus supuestas posesiones que parecen necesitar ser mantenidas y protegidas, engendras el temor ante amenazas que crees reconocer en el entorno inmediato. Interiorizas la equivocada noción que eres digno de ser amado por las virtudes que tengas y digno de ser odiado por los defectos que tengas. De ello nace una baja autoestima y un bajo autoconcepto que comienzan a causar sufrimiento. Tu odio autodestructivo activa mecanismos de defensa mentales que intentan darte algún alivio. Entonces se activa el mecanismo de defensa de la racionalización de que estás sufriendo injustamente por causas ajenas a ti mismo y tu mente asume que como los demás seres también tienen defectos, entonces también se merecen, como en tu caso, ser odiados en sus defectos. Ello activa el mecanismo de defensa de proyección que te pone en actitud defensiva y te llena de ideas obsesivas de vulnerabilidad al comenzar a hacerte percibir a los demás como portadores de un odio y unas intenciones dañinas similares a las tuyas, pero que ahora percibes volcadas hacia ti. Esto activa el mecanismo de defensa del desplazamiento que te arrastra a saturarte de conductas compulsivas de ataque a todo lo que parezca amenazarte. Gracias a tu accionar de ataque empiezas a ganarte enemigos que refuerzan el círculo vicioso de tus ideas paranoicas de estar constantemente bajo el acecho del odio de los demás que justifica el odio que cada vez más sientes hacia ellos. La impotencia de no poder parar este estado te genera ira. Estás viviendo un infierno al percibir tu panorama teñido de esta ira y esta paranoia.

El Buddha describe 18 tipos de estados mentales infernales que engendran la experiencia de 18 tipos de existencias infernales: 8 infiernos calientes: (1) Infierno del revivir. (2) Infierno de la línea negra. (3) Infierno de ida y vuelta siendo aplastado. (4) Infierno del aullido. (5) Infierno del gran aullido. (6) Gran infierno del calor. (7) Infierno del calor intenso. (8) Infierno del tormento último. Infiernos vecinos que son de 4 tipos que rodean los infiernos calientes en cada una de las 4 direcciones -haciendo un total de 16 infiernos vecinos: (9) Hoyo de brasas calientes; pantano de cuerpos putrefactos; llano de navajas; torrente sin orilla. Además, en cada dirección cardinal intermedia hay colinas de árboles shâlmali. 8 infiernos fríos: (10) Infierno de las ampollas. (11) Infierno de las ampollas reventadas. (12) Infierno de los dientes apretados. (13) Infierno de los lamentos. (14) Infierno de los gemidos. (15) Infierno de la rotura similar a la flor utpala. (16) Infierno de la rotura similar a la flor de loto. (17) Infierno de la rotura similar al gran loto. (18) Infiernos ocasionales, creados por el karma individual específico de uno o más seres.

El buddha que da la clave de cómo salir de este estado sostiene un espejo para indicarte que los enemigos externos que percibes sólo dejarán de atacarte con éxito cuando descubras que eres vulnerable a ellos al tener el mismo enemigo internamente. Estando el problema enraizado en ti mismo sólo trabajando en tu enojo interior hallarás la solución. A veces el buddha también sale representado portando una llama purificadora que señala la purificación del mal karma que es posible al asumir ecuánimemente los sufrimientos que se padezcan, sin engendrar nuevos karmas negativos al reaccionar impacientemente. Siendo el odio incompatible con el amor, ¡cultiva el amor hacia ti y todo el resto de seres! Siendo la ira incompatible con la paciencia, ¡entrénate en mantenerte paciente ante los obstáculos!

B. ESPÍRITUS HAMBRIENTOS. También llamados pretas. La aflicción mental predominante es la AVARICIA. Desde la confusión de la ignorancia no sabes cómo encarar la impermanencia y te sientes bajo la incómoda impotencia de no poder mantenerte en un estado estable en el que ya conozcas que esperar. La incertidumbre de no saber qué te puede pasar a ti o a tu entorno te hace sentir vulnerable en tu identidad y en tus dizque posesiones. Te llenas de avaricia porque no quieres que otros descubran lo placentero que puede ser el disfrutar de objetos como los tuyos. Crees que si otros disfrutan de lo mismo que tú entonces querrán apropiarse de lo tuyo, tal como tu insaciable sed de placeres codicia los objetos de ellos. A partir de esta creencia irracional se activa el mecanismo de defensa de la proyección y proyectas esa idea en los demás. Así llegas a creer que ellos también están protegiendo con avaricia sus posesiones mientras codician las tuyas. Gracias a ello comienzas a percibir en tu entorno cada vez más seres codiciosos y avaros como tú que comparten tu pesar y que también se convierten en una amenaza a tu placer. Tu temor magnifica el poder que ellos parecen tener sobre ti y empiezas a percibirlos en mayor número como omnipresentes y omnipotentes guardianes que te impiden disfrutar de los objetos que deseas. Tu mente comienza a asociar estos objetos que antes disfrutabas a esa paranoia e insatisfacción, entonces te acercas algún objeto que piensas te satisfacerá, pero inmediatamente éste se convierte en algo repugnante. A veces tu mente, compelida por la sensación de pobreza interna y externa te hace sentir indigno de merecerte disfrute alguno, entonces apenas ingieres alguno de los objetos que pretendías disfrutar la culpa te quema y te impide gozar. Otras ocasiones tu mente atemorizada y fatalista se siente tan incapaz de disfrutar que comienza a convencerse de que ciertos placeres simplemente no están destinados para ti, que te son imposibles de disfrutar. Entonces derrotado te resignas a ni siquiera intentar disfrutar de los objetos placenteros que están a tu alcance. Y encima tu mente pretende hacer “justicia” castigándote por ello alejándote más y más de cualquier opción de disfrutar de estos objetos, para disfrutar a cambio de sustancias impuras que te repulsan. Pero tienes tanta fijación y codicia por ellos que los introyectas en ti mismo para perderte en los límites del disfrute simbólico de ellos al devorarte a ti mismo a través de conductas autodestructivas.

Yamarâja, el señor de la muerte, es el rey de los pretas. Hay 3 tipos de espíritus hambrientos: (1) Con obstáculos externos: Al comer y beber perciben la comida y la bebida como pus y sangre; perciben a otros como guardianes que los previenen de alimentarse. (2) Con obstáculos internos: Incapaces de comer o beber a pesar de que nadie externo se los previene. (3) Con obstáculos generales para obtener comida y bebida: Al comer o beber sienten que son quemados; y también los que se alimentan de sustancias impuras o incluso de su propio cuerpo.

El buddha carga un cuenco lleno con objetos simbólicos de la nutrición espiritual para indicar que jamás saciarás tu sed de placeres mientras pretendas beber de fuentes externas, pues éstas sólo son condiciones secundarias que activan tu karma. Debes descubrir que siendo virtuoso generarás una fuente interior de la que se expresará todo gozo. Siendo la avaricia incompatible con la generosidad, ¡entrénate en ser generoso!

C. ANIMALES. Conocidos en sánscrito como tiryañc. La aflicción mental predominante es la IGNORANCIA. Desde la confusión de no hallar sustancia inherente alguna a la cual aferrarse para configurar un yo inherente, te sientes perplejo e impotente. Te esfuerzas inútilmente en tratar de descubrir cómo sería posible concebir racional y satisfactoriamente un yo inherente satisfactorio, pero frustrado decides que es mejor dejar de luchar batallas siempre perdidas que condenan a una guerra ya ganada por el destino. Crees que muchos sufrimientos te habrías evitado si hubieses ignorado desde un principio esos asuntos. Entonces decides que mejor es no saber más de tales asuntos espinosos, comienzas a desconectar tu lucidez y coherencia de pensamiento. Intencionalmente comienzas a aislarte en un ensimismamiento introvertido que te desconecta del entorno. Te vuelves propenso a la depresión. Prefieres caer deliberadamente en un letargo que te permite la fantasía utópica y absurda que la ignorancia es en cierta forma bienaventuranza. Empiezas a gustar más y más de vivir en la ignorancia y la distracción de los placeres sensoriales que te permiten evadirte más y más del encarar tus problemas para resolverlos desde la raíz.

Los animales experimentan el sufrimiento de ser abusivamente usados como meros objetos, el sufrimiento de ser matados para aprovecharse de su cuerpo, y el sufrimiento de estar paranóicos ante el temor de ser devorados por otros animales.

El buddha sostiene un libro que representa la capacidad de estudiar, reflexionar y meditar profundamente en el Dharma, habilidad de la que carecen los animales y los humanos guiados por su ignorante naturaleza animal. ¡Entrénate en la sabiduría!

D. HUMANOS. En sánscrito manusya. La aflicción mental predominante es el DESEO. Desde la confusión te sientes aislado, separado, desolado, solo, pero tu mente se da cuenta que cuando disfrutas de algún placer estos sentimientos desagradables desaparecen en alguna medida. Entonces comienzas a volverte un ser de ideas obsesivas sobre cómo disfrutar más. A partir de esto te vuelves un consumista compulsivo de placeres sensoriales a través de los cuales tratas de hallarte. Temes tanto volver a caer en aquellos sentimientos desagradables que te vuelves indiscriminadamente posesivo con lo que crees que te da o dará satisfacción. Así te vuelves un ser autoindulgente que se aliena y cree hallarse al, paradójicamente, perderse en “bulímicos” atracones sensoriales.

Aquí se experimentan 8 tipos básicos de sufrimiento:  (1) Nacer : Naces debido a la maduración de los samskâras de las aflicciones mentales sembradas previamente. Tu nacimiento implica el recibir skandhas que son la base en la que se expresa el sufrimiento debido a la maduración del karma como ellos. La ignorancia aflictiva de identificarse con los skandhas engendra más aflicciones mentales que causan karma que a su vez madura como más sufrimiento que a su vez te confunde y trauma más y más. Formándose así un terrible círculo vicioso que tiende a perpetuarse y a empeorar de no mediar la práctica del Dharma. (2) Envejecer: Degenera tu cuerpo, degenera tu cabello, degenera la contextura de tu piel, degenera la calidad de tu tez, degeneran tus habilidades, degenera el qué tan dignos eres considerado, disfrutas cada vez menos al disminuir degenerativamente la maduración de méritos, tu resistencia a las enfermedades se debilita, tu agudeza mental disminuye, y el pasar del tiempo sólo te lleva más cerca de la muerte. (3) Enfermarte: Gran dolor, operaciones dolorosas, medicación desagradable, dejas de comer o beber lo que te gusta, tienes que complacer a los médicos sufriendo pesares, riqueza gastada en los intentos por sanarte, y el sufrimiento debido al temor ante la inminencia de tu muerte. (4) Morir: Experimentas el abandono de lo que ilusoriamente concebías como refugio y protección, eres torturado por la perturbadora maduración de karmas negativos que tienden a arrojarte hacia el renacimiento en los reinos inferiores.  (5) Separarte de los seres que te son queridos. (6) Encontrarte con aquellos que te resultan aversivos. (7) No encontrar lo que buscas pero deseas. (8) No poder retener lo que disfrutas y deseas.

El buddha aparece en la forma de Shakyamuni, quien se convierte en el Buddha de esta era portando su cuenco de mendigo y el cetro típico de un yogî dedicado al Dharma. Con ello te quiere indicar que la renuncia a los placeres del samsâra es la clave para disfrutar realmente. ¡Entrénate en la renuncia!

E. SEMIDIOSES. Conocidos en sánscrito como asuras. La aflicción mental predominante es el CELO. Tienes un karma que ha madurado de manera tal que te hace percibir tu entorno como lleno de condiciones auspiciosas para ser disfrutadas, pero estás confundido y te sientes perplejo por no saber a qué aferrarte para configurar tu identidad. Tratas de discriminar qué es exactamente aquello que te da placer, pero tu confusión te deja impotente de determinarlo. Te vuelves súper competitivo en la consecución de placeres para así asegurarte de tener más objetos de disfrute que te permitan tener más alternativas donde aferrarte egoístamente. Percibes como otros sí disfrutan sin tus preocupaciones, lo que te hace proyectar la idea que ellos codician tus posesiones tanto como tú las suyas. De ello desarrollas aversión hacia ellos y una creciente envidia engendrada por el deseo de no querer verlos gozar, para así poder evitar por contraste tu sentimiento de pobreza interior. Te llenas de celos porque te preocupa que otros puedan compartir tus posesiones. Pues de hacerlo crees podrían darse cuenta que les son placenteras, podrían codiciar disfrutarlas más y podrían finalmente decidir despojarte de ellas para el solitario disfrute que proyectas los demás también tienen. Por ello asumes una actitud defensiva y atacas a todo aquel que parezca poder ser capaz de despojarte de tus objetos sensoriales de disfrute. Cualquier pérdida que tienes, por mínima que sea, la percibes como una muerte porque te recuerda aquella vulnerabilidad que tanto temes albergar.

Los asuras tienen celos y envidia por los devas porque aunque el árbol que concede satisfacción a todos los deseos sensoriales tiene sus raíces en el reino de los asuras, los frutos caen en el territorio de los devas, quienes los disfrutan “injustamente” a su antojo. Constantemente luchan contra los asuras y sufren terriblemente por el temor a morir al ser heridos en cualquier parte vital de sus cuerpos.

El buddha porta una espada flameante de doble filo que simboliza la sabiduría discriminatoria (prajñâ fruto de Vipashyanâ) en unión con la meditación concentrada (dhyâna fruto de shamatha).

F. DIOSES. Conocidos en sánscrito como devas. La aflicción mental predominante es el ORGULLO. Desde la confusión de sentirte insustancial, vacío, irreal, inseguro y frágil, tratas de hallar un yo inherente. Tu karma maduro te ha llenado de placeres sensoriales que por momentos te relajan, te sitúan más en el presente y te hacen sentir más real. Confundido por ello buscas un yo inherente en medio de estos placeres sensoriales y en tu ignorancia crees haberlo encontrado. Inmerso en esta ignorancia asumes la errónea idea que tienes un yo inherente dotado de la capacidad innata de poder gozar sensorialmente. Te apegas a esta noción de identidad creyendo que te hará sentir sustancial, inherente, real, seguro e indestructible. Estás tan confundido que prefieres ignorar la ley del karma y crees que el disfrute de tus sentidos es algo eterno e inherente a tu “yo”. Te pierdes en los placeres de la maduración de tu buen karma y sin darte cuenta vas agotándolo. Te relajas perezosamente y dejas de acumular mérito, sin darte cuenta que con ello te estás dirigiendo a una inminente caída que se te avecina cuando las agotadas causas de tu buen karma dejen de confluir con las condiciones fértiles. 

Los devas del Reino del Deseo esporádicamente van a un lugar especial donde luchan contra los asuras, allí experimentan el sufrimiento de poder ser matados al ser decapitados. También sufren al estar insatisfechos con los placeres que poseen, lo que los lleva a querer acumular codiciosamente más bienes. Pierden trágicamente su tiempo al estar distraídos gozando de placeres sensoriales, agotando la maduración de karmas positivos sin generar las causas y condiciones para el bienestar futuro. 7 días de los devas previos a su muerte perciben los 5 presagios de su muerte: sus ropajes se ensucian, sus guirnaldas de flores se marchitan, transpiran por las axilas, comienzan a apestar, y se sienten incómodos en sus tronos. Los devas del Reino de la Forma y lo Informe también sufren finalmente la transferencia de la muerte al experimentar el debilitamiento de su samâdhi. Lo que los lleva a caer en reinos inferiores al que se encuentran.

El buddha sostiene una flauta o un laúd del que brota una bella y atractiva melodía que alerta, a quienes son capaces de escucharla, sobre la necesidad de practicar el Dharma. Todo placer dentro del samsâra es el resultado de la maduración del buen karma activado por condiciones auspiciosas. Entonces, ¡entrénate en la virtud! Pero todo el samsâra está inmerso en el sufrimiento, entonces, mejor aún, ¡entrénate en la virtud y la sabiduría que te permitan lograr el nirvâna!


LOS 12 ESLABONES DE LA ORIGINACIÓN INTERDEPENDIENTE 


La ignorancia aflictiva o (1) avidyâ causa el concebir los fenómenos como dotados de existencia inherente. Esto deja una habitual impresión kármica mental o (2) samskâra. De ello se forma una conciencia sensorial o (3) vijñâna. Esta es la base en la que se engendran los efímeros skandhas del nombre y forma o (4) nâma-rûpa. Estos skandhas habilitan el potencial de experimentar los seis dominios sensoriales internos y externos o (5) }ad-âyatana. Con la confluencia de las bases sensoriales de los dominios internos más los objetos sensoriales de los dominios externos se da el contacto o (6) sparsha que permite distinguir los objetos como atractivos, neutrales o no atractivos. De esto se da la sensación o (7) vedanâ que permite sensaciones de placer, neutralidad o desagrado. De ello se da el deseo o (8) tèshna de no querer separarse de lo placentero y querer separarse de lo desagradable. De ello se da el apego o (9) upâdâna de aferrarse a los objetos sensoriales, a visiones incorrectas, a equivocadas éticas, y a los skandhas como si fueran un yo inherente. De este apego se engendra un potencial por existir samsáricamente o (10) bhava. Cuando este bhava madura se da el nacimiento o (11) jâti en cualquiera de los reinos del saêsâra. Este nacimiento condicionado causa existencia a la vejez y a la muerte o (12) jarâ-marana.
       
En la Rueda de la Existencia estos doce eslabones están simbolizados respectivamente por un (1) ciego con un bastón, (2) un alfarero elaborando vasijas, (3) un mono saltando de una rama a otra, (4) un bote transportando personas a bordo, (5) una casa dotada de seis ventanas, (6) dos personas besándose, (7) un hombre con una flecha atravesada en el ojo, (8) un hombre deseando embriagarse con más alcohol, (9) un mono tratando de alcanzar apegadamente los frutos de un árbol, (10) una mujer embarazada, (11) una mujer dando a luz su bebé, y (12) un hombre cargando el cadáver de otro sobre su espalda.

La muerte y la vejez cesarán si cesa el nacimiento. El nacimiento cesará si cesa bhava. Bhava cesará si cesa el apego. El apego cesará si cesa el deseo. El deseo cesará si cesa la sensación. La sensación cesará si cesa el contacto. El contacto cesará si cesan los seis dominios. Los seis dominios cesarán si cesa el nombre y la forma de los skandhas. El nombre y la forma cesarán si cesa la conciencia sensorial. La conciencia sensorial cesará si cesan la activación de samskâras. La activación de samskâras cesará si cesa la ignorancia aflictiva. Entonces, si cesa el primer eslabón de la ignorancia aflictiva todos los eslabones siguientes también cesarán: tal como los frutos, flores, hojas y ramas de un árbol cesan al erradicar su raíz. Por ello, entrénate en comprender la interdependencia. Gracias a ello podrás percibir directamente la vacuidad de existencia inherente de todo fenómeno. Y esta comprensión te permitirá entender que es imposible la existencia de un yo inherente imputable en los skandhas. De cultivar esta comprensión surgirá el abandono de las aflicciones mentales que te atan al saêsâra. Por lo tanto persevera diligentemente en este entrenamiento.  ¡Con ello habrás logrado el nirvâna!

Escrito por Andrés Cordero el 06 de julio del 2005. Última modificación el 16 de marzo del 2007.

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