LA
RUEDA DE LA EXISTENCIA SAMSÁRICA
según las enseñanzas de Shâkyamuni Buddha
Las modalidades de la sufriente mente neurótica y sus antídotos respectivos.
El rey Bimbisâra de Maghada era un discípulo del Buddha que intercambiaba
valiosos regalos con su gran amigo Udrâyanâ, rey extranjero de Rauruka. En
cierta ocasión Udrâyanâ le regaló una túnica protectora que estaba adornada con
joyas de los dioses que irradiaban una luz dorada capaz de proteger a quien la
vistiese de daños causados por armas, venenos y fuego. Entonces el rey
Bimbisâra y sus ministros no sabían como corresponder a tal regalo, pero el más
alto consejero del rey, el brâhmana Varsha Kara sugirió ofrecer como regalo
algo que superaba cualquier cosa valiosa de las tres esferas del samsâra: una
pintura de de Shâkyamuni Buddha, quien en ese entoces residía en Maghada.
Entonces Bimbisâra acudió donde el Buddha para pedirle permiso para hacer
la pintura, y no sólo accedió sino que también predijo: „Tan pronto como
Udrâyaòâ vea esta pintura, desarrollará gran fe y percibirá directamente la
verdadera naturaleza de la realidad.“
Cuando los pintores comenzaron a dibujar el cuerpo del Buddha, estuvieron
tan sobrecojidos por la belleza de su forma que no eran capaces de discriminar
correctamente las proporciones. Entonces el mismo Shâkyamuni Buddha sugirió
proyectar su sombra sobre el lienzo. Luego el los instruyó en qué enseñanzas
incluir dentro del contorno de su propia forma que fue delineada a trasluz. Así
fue como resultó el Bhava-cakra o Rueda de la Existencia en el Samsâra.
En la parte superior Shâkyamuni Buddha aparece parado, apuntando hacia la
luna llena de la mente que brilla en todo su esplendor gracias al sol del
despertar del nirvâna. En la
parte inferior están dos versos, que él mismo Buddha dictó, con la solución a
los sufrimientos del samsâra:
Comprometiéndote en esto y abandonando aquello,
Entra en la enseñanza de Buddha.
Como un elefante en una cabaña
Destruye el poder del Señor de la Muerte.
Aquellos que con entera conciencia
Practican esta enseñanza de la ética
Abandonarán la rueda de los nacimientos,
Consiguiendo que el sufrimiento llegue a su fin.
Cuando el rey Udrâyanâ recibió este incomparable regalo
lo abrió y contempló su significado. Gracias a su gran potencial entró en un
profundo y largo samâdhi (absorción meditativa). Comprendió la originación
dependiente y percibió directamente la vacuidad de existencia inherente a tal
profundidad que permaneció en samâdhi hasta el amanecer del día siguiente.
Después se hizo otro diagrama gracias a Nanda quien
también colaboró describiendo ciertos detalles sobre el Bhava-cakra. Viendo el
beneficio de los seres el Buddha aconsejó que se hiciesen copias de este
diagrama para colgarlos a la entrada de todo centro budista. Así quedaría muy
clara cuál es la motivación con la que se debe recibir toda enseñanza
buddhista.
En este diagrama observarás a Mahâkâla (El Gran Tiempo) o
a Yamarâja (El Señor de la Muerte) sosteniendo entre sus fauces la rueda que
contiene toda la descripción de la existencia samsárica. El eje de esta rueda
es la ignorancia de no percibir simultánea y perfectamente la apariencia de los
fenómenos como infalible interdependencia, y la vacuidad de ellos mismos como
trascendente a tomar cualquier posición inherente.
A su alrededor están los Tres
Venenos Mentales del (1) cerdo negro de la ignorancia
aflictiva del cual salen (2) la paloma roja del deseo aflictivo y (3) la serpiente verde de la aversión aflictiva. Pues sólo estando en ignorancia aflictiva se engendra el deseo por objetos incapaces de brindar real satisfacción. Y es sólo teniendo como base a este deseo aflictivo que se engendra la aversión aflictiva hacia todo aquello que parezca amenazar el placer samsárico buscado. Rodeando a estos Tres Venenos Mentales se encuentra la representación de los seres del bardo del renacer que todavía no hallan dónde tomar renacimiento, pero cuyas tendencias ya los predisponen hacia los reinos inferiores (existencias infernales, espíritus hambrientos y animales) o superiores (humanos, asuras y devas). Rodeando está la representación de cada uno de los seis o cinco (si se unifican asuras y devas) reinos del samsâra. Dentro de cada uno de estos reinos está representada la emanación de un buddha o bodhisattva que porta los símbolos que sirven de antídoto para salir de esos estados de sufrimiento samsárico. En el borde final de la rueda se observan los símbolos de cada uno de los doce eslabones del origen interdependiente (pratîtyasamutpâda) que explican cómo finalmente la ignorancia aflictiva da origen a los sufrimientos del samsâra.
aflictiva del cual salen (2) la paloma roja del deseo aflictivo y (3) la serpiente verde de la aversión aflictiva. Pues sólo estando en ignorancia aflictiva se engendra el deseo por objetos incapaces de brindar real satisfacción. Y es sólo teniendo como base a este deseo aflictivo que se engendra la aversión aflictiva hacia todo aquello que parezca amenazar el placer samsárico buscado. Rodeando a estos Tres Venenos Mentales se encuentra la representación de los seres del bardo del renacer que todavía no hallan dónde tomar renacimiento, pero cuyas tendencias ya los predisponen hacia los reinos inferiores (existencias infernales, espíritus hambrientos y animales) o superiores (humanos, asuras y devas). Rodeando está la representación de cada uno de los seis o cinco (si se unifican asuras y devas) reinos del samsâra. Dentro de cada uno de estos reinos está representada la emanación de un buddha o bodhisattva que porta los símbolos que sirven de antídoto para salir de esos estados de sufrimiento samsárico. En el borde final de la rueda se observan los símbolos de cada uno de los doce eslabones del origen interdependiente (pratîtyasamutpâda) que explican cómo finalmente la ignorancia aflictiva da origen a los sufrimientos del samsâra.
Samsâra: El estado de estar forzado, a través del poder del karma y las
aflicciones mentales (kleshas), a tomar las impuras partes que conforman un ser
sufriente –los skandhas-, instante tras instante.
Nirvâna: La cesación permanente en la que uno ha eliminado los
obstáculos de las aflicciones mentales (kleshas) en su totalidad, debido al
continuo “análisis individual” de la comprensión profunda de las 4 Âryas
Verdades que permite la constante familiarización con la percepción directa la
vacuidad.
¿PARA QUÉ MEDITAR SOBRE LOS SUFRIMIENTOS DEL SAMSÂRA?
Debes
escuchar, reflexionar y meditar constantemente en los defectos del samsâra para
entender la necesidad de evitar los inmensos sufrimientos de los reinos
inferiores y la naturaleza sufriente de todo el samsâra en general. Gracias a
ello desarrollarás gradualmente (1) la motivación buddhista inferior del
Vehículo Mundano y de Brahmâ de no querer renacer en los reinos inferiores, (2)
la motivación mediana del Hînayâna de no querer renacer en ningún reino del samsâra,
y (3) la motivación superior del Mahâyâna de querer alcanzar la buddheidad para
encargarte personalmente de que los seres se liberen de estos sufrimientos del
samsâra y alcancen la buddheidad.
En el Hînayâna el practicante que es un ârya, al haber percibido
directamente la vacuidad, va atravesando los niveles de (1) entrar en la
corriente, (2) el que regresa una vez más, (3) el que no regresa más, y,
finalmente, (4) el arhat que está liberado del samsâra al liberarse
completamente de los kleshas. En el Mahâyâna
la percepción directa de la vacuidad acompañada de bodhicitta se da durante el
Sendero de la Visión con el que se alcanza el 1er bhûmi de los bodhisattvas.
Gracias a la repetitiva familiarización con la percepción directa de la
vacuidad en el Sendero de Meditación los kleshas van perdiendo presencia hasta
desaparecer al entrar al 8vo bhûmi. En los bhûmis 8vo, 9no y 10mo los samskâras (habituales impresiones
kármicas mentales) son eliminados gradualmente hasta que finalmente son
erradicados en su totalidad al alcanzar la Buddheidad en el Sendero de No Más
Aprendizaje.
LOS
TRES TIPOS DE SUFRIMIENTO
I. Sufrimiento que Todo lo
Impregna. Todo ser que se
identifica con sus aflictivos skandhas samsáricos experimenta el sufrimiento
que todo lo impregna en el samsâra. Éste tipo de sufrimiento es el resultado
del karma previo maduro confluyendo con kleshas que permiten afectar a la
noción de un “yo” inherente y sus “míos” que uno trata de mantener y proteger
al estar encadenado por la ignorancia aflictiva. Además este sufrimiento
coexiste con los samskâras que habilitan una especie de inercia que tenderá a
producir sufrimientos futuros similares de seguir confluyendo con más
condiciones fértiles. Entonces los skandhas son producidos por el poder de los
kleshas y el karma. Al estar condicionados de este modo por los kleshas, los
skandhas en su totalidad son también de naturaleza aflictiva. Esto debido a que
la causa (las aflicciones mentales o kleshas) debe mantener una relación
coherente con su efecto (los skandhas). Los skandhas (formas, sensaciones,
reconocimientos, samskâras, y conciencias sensoriales burdas) continuamente
poseen las semillas de todo el sufrimiento que madurará en nosotros, es decir
que poseen la ignorancia y hábitos samsáricos que producen y producirán más
sufrimiento en todos nuestros renacimientos futuros. Son la sufriente base de
experimentación sobre la cual todo el sufrimiento ininterrumpido de la vida
samsárica se manifiesta. Entonces inclusive cuando tienes placeres samsáricos
intensos estás en realidad sufriendo sutilmente. Este sufrimiento que todo lo
impregna en el samsâra es percibido directamente sólo por aquellos que han
percibido la vacuidad directamente.
II. Sufrimiento del Cambio. Se da cuando en cualquier experiencia samsárica que inicialmente
experimentas como placer -en respuesta a un estímulo placentero recibido a
través de alguno de tus 6 sentidos (vista, oído, olfato, gusto, tacto y mente
burda)-, pero que eventualmente se develará como lo que siempre fue:
sufrimiento e insatisfacción. Esto queda demostrado por el hecho de que si ese
estímulo supuestamente placentero -que es percibido ignorantemente como fuente
de genuino placer- se mantiene, el presunto efecto debería continuar como un
placer constante, sin embargo sólo experimentarás una insatisfactoria
saturación, aburrimiento o hasta desagrado que demuestra que el supuesto placer
era ilusorio, que carecía de existencia intrínseca. El placer de estar sentado
tras largas horas de haber estado parado, por ejemplo, es una mera proyección
ilusoria debida al contraste. Como resultará evidente si intensificas la
condición de estar sentado por horas y horas... desearás estar parado tras
estas largas horas de haber estado sentado!!! Entonces queda demostrado que
estar sentado o parado no son en sí mismos ni inherentemente placenteros, ni
inherentemente desagradables. Así, el placer es sólo el impermanente efecto
maduro del impermanente buen karma pasado de haber beneficiado a alguien. Y el
desagrado es sólo el impermanente efecto maduro del impermanente mal karma de
haber dañado a alguien. Por lo tanto el objeto que supuestamente genera el
placer o el desagrado no es la causa primaria de tal sensación placentera o desagradable,
sino es una mera condición secundaria que permite la maduración de la causa
primaria del respectivo buen o mal karma.
III. Sufrimiento del
Sufrimiento. Es la aparición
constante de todos los grandes sufrimientos de las 3 Esferas que desde el
primer momento son experimentados directamente como insatisfactorios, como
aversivos. Este tipo de sufrimiento lo experimentas cada vez que quieres evitar
alguna situación que te resulta, sutil o burdamente, desagradable. Como cuando
estando sentado con las piernas sin cruzar procedes voluntariamente a cruzarlas
porque sutilmente el tenerlas sin cruzar ya te resulta insatisfactorio,
incómodo, desagradable. O como cuando te rascas la cabeza porque ya te incomoda
el no rascártela. O más burda y evidentemente cuando tienes un fuerte dolor de
estómago y quieres tomar alguna medicina para aliviarte y así escapar de tal
situación sufriente.
LAS 3 ESFERAS DEL SAMSÂRA – TRI DHÂTU
1) Esfera del Deseo,
kâma-dhâtu : Dioses, semidioses,
humanos, animales, espíritus hambrientos y estados de existencia infernales. El
renacimiento en estos estados es el resultado de nuestro apego a los frutos de
la acción de cuerpo habla o mente, sea este karma positivo o negativo. Apegarse
al gozo de la meditación también lleva a renacer aquí.
2) Esfera de la Forma, rûpa-dhâtu: Se renace en él, sin Bardo del Devenir, al morir en una
mera shamatha muy avanzada (meditación de la calma mental caracterizada por
unas profundísimas concentración, calma, flexibilidad física, flexibilidad mental,
claridad y no conceptualización) de alguna de las 4 Absorciones del Reino de la
Forma. Se adquiere una forma sutil y se permanece en tal meditación concentrada
por un tiempo que va desde medio mahâ-kalpa hasta 16 000 mahâ-kalpas. Apegarse
a la claridad de la meditación lleva a renacer aquí.
3) Esfera de lo Informe, ârûpya-dhâtu: Se renace aquí al morir con una mera shamatha aún más
avanzada que pertenezca a alguna de las 4 Absorciones del Reino de lo Informe:
(1) Espacio Ilimitado, (2) Conciencia Ilimitada, (3), la Nada y (4) Ni
Cognición Ni No-cognición. Estos son seres mentales porque sólo permanecen las
tendencias de haber tenido una forma. Se está absorto en este estado desde 20
mahâkalpas hasta 80 mahâkalpas. Apegarse a la no-conceptualización de la
meditación lleva a renacer aquí.
Un eón o kalpa tiene una duración extremadamente larga, similar al tiempo
necesario para vaciar un envase de dimensiones similares a un estadio
gigantesco de fútbol que está lleno de semillas de ajonjolí, al quitarle una
semilla de ajonjolí cada 100 años. Un gran
eón o mahâkalpa consiste de 80 kalpas, divididos
en 4 períodos de (1) 20 kalpas de no manifestación, (2) 20 de formación, (3) 20
de mantenimiento y (4) 20 de disolución. Cada uno de estos 4 períodos puede ser
llamado como un eón intermedio o antarakalpa, y otras veces cada uno de
los 80 kalpas que conforman un mahâkalpa
también es referido usando el término antarakalpa. Un incalculable eón –
asaêkhya kalpa refiere al número 10 elevado a la potencia 60, es decir un
10 seguido de 59 ceros. Entonces el tiempo requerido para realizar la
buddheidad a través de las enseñanzas del sûtrayâna requiere de 3x10 a la 60
kalpas, o 3x10 a la 60 mahâkalpas según otros textos.
LOS SEIS REINOS DEL SAMSÂRA
A. SERES DEL INFIERNO. Conocidos en sánscrito como naraka.
La aflicción mental predominante es la IRA. Desde la confusión de un supuesto
“yo” inherente y sus supuestas posesiones que parecen necesitar ser mantenidas
y protegidas, engendras el temor ante amenazas que crees reconocer en el
entorno inmediato. Interiorizas la equivocada noción que eres digno de ser
amado por las virtudes que tengas y digno de ser odiado por los defectos que
tengas. De ello nace una baja autoestima y un bajo autoconcepto que comienzan a
causar sufrimiento. Tu odio autodestructivo activa mecanismos de defensa
mentales que intentan darte algún alivio. Entonces se activa el mecanismo de
defensa de la racionalización de que estás sufriendo injustamente por causas
ajenas a ti mismo y tu mente asume que como los demás seres también tienen
defectos, entonces también se merecen, como en tu caso, ser odiados en sus
defectos. Ello activa el mecanismo de defensa de proyección que te pone en
actitud defensiva y te llena de ideas obsesivas de vulnerabilidad al comenzar a
hacerte percibir a los demás como portadores de un odio y unas intenciones
dañinas similares a las tuyas, pero que ahora percibes volcadas hacia ti. Esto
activa el mecanismo de defensa del desplazamiento que te arrastra a saturarte
de conductas compulsivas de ataque a todo lo que parezca amenazarte. Gracias a
tu accionar de ataque empiezas a ganarte enemigos que refuerzan el círculo
vicioso de tus ideas paranoicas de estar constantemente bajo el acecho del odio
de los demás que justifica el odio que cada vez más sientes hacia ellos. La
impotencia de no poder parar este estado te genera ira. Estás viviendo un
infierno al percibir tu panorama teñido de esta ira y esta paranoia.
El Buddha describe 18 tipos de estados mentales infernales que engendran la
experiencia de 18 tipos de existencias infernales: 8 infiernos calientes:
(1) Infierno del revivir. (2) Infierno de la línea negra. (3) Infierno de ida y
vuelta siendo aplastado. (4) Infierno del aullido. (5) Infierno del gran
aullido. (6) Gran infierno del calor. (7) Infierno del calor intenso. (8)
Infierno del tormento último. Infiernos vecinos que son de 4 tipos que
rodean los infiernos calientes en cada una de las 4 direcciones -haciendo un
total de 16 infiernos vecinos: (9) Hoyo de brasas calientes; pantano de cuerpos
putrefactos; llano de navajas; torrente sin orilla. Además, en cada dirección
cardinal intermedia hay colinas de árboles shâlmali. 8 infiernos fríos:
(10) Infierno de las ampollas. (11) Infierno de las ampollas reventadas. (12)
Infierno de los dientes apretados. (13) Infierno de los lamentos. (14) Infierno
de los gemidos. (15) Infierno de la rotura similar a la flor utpala. (16)
Infierno de la rotura similar a la flor de loto. (17) Infierno de la rotura
similar al gran loto. (18) Infiernos ocasionales, creados por el karma
individual específico de uno o más seres.
El buddha que da la clave de cómo salir de este estado sostiene un espejo
para indicarte que los enemigos externos que percibes sólo dejarán de atacarte
con éxito cuando descubras que eres vulnerable a ellos al tener el mismo
enemigo internamente. Estando el problema enraizado en ti mismo sólo trabajando
en tu enojo interior hallarás la solución. A veces el buddha también sale
representado portando una llama purificadora que señala la purificación del mal
karma que es posible al asumir ecuánimemente los sufrimientos que se padezcan,
sin engendrar nuevos karmas negativos al reaccionar impacientemente. Siendo el
odio incompatible con el amor, ¡cultiva el amor hacia ti y todo el resto de
seres! Siendo la ira incompatible con la paciencia, ¡entrénate en mantenerte
paciente ante los obstáculos!
B. ESPÍRITUS HAMBRIENTOS. También llamados pretas. La aflicción mental predominante es la AVARICIA. Desde la
confusión de la ignorancia no sabes cómo encarar la impermanencia y te sientes
bajo la incómoda impotencia de no poder mantenerte en un estado estable en el
que ya conozcas que esperar. La incertidumbre de no saber qué te puede pasar a
ti o a tu entorno te hace sentir vulnerable en tu identidad y en tus dizque
posesiones. Te llenas de avaricia porque no quieres que otros descubran lo
placentero que puede ser el disfrutar de objetos como los tuyos. Crees que si
otros disfrutan de lo mismo que tú entonces querrán apropiarse de lo tuyo, tal como
tu insaciable sed de placeres codicia los objetos de ellos. A partir de esta
creencia irracional se activa el mecanismo de defensa de la proyección y
proyectas esa idea en los demás. Así llegas a creer que ellos también están
protegiendo con avaricia sus posesiones mientras codician las tuyas. Gracias a
ello comienzas a percibir en tu entorno cada vez más seres codiciosos y avaros
como tú que comparten tu pesar y que también se convierten en una amenaza a tu
placer. Tu temor magnifica el poder que ellos parecen tener sobre ti y empiezas
a percibirlos en mayor número como omnipresentes y omnipotentes guardianes que
te impiden disfrutar de los objetos que deseas. Tu mente comienza a asociar
estos objetos que antes disfrutabas a esa paranoia e insatisfacción, entonces
te acercas algún objeto que piensas te satisfacerá, pero inmediatamente éste se
convierte en algo repugnante. A veces tu mente, compelida por la sensación de
pobreza interna y externa te hace sentir indigno de merecerte disfrute alguno,
entonces apenas ingieres alguno de los objetos que pretendías disfrutar la
culpa te quema y te impide gozar. Otras ocasiones tu mente atemorizada y
fatalista se siente tan incapaz de disfrutar que comienza a convencerse de que
ciertos placeres simplemente no están destinados para ti, que te son imposibles
de disfrutar. Entonces derrotado te resignas a ni siquiera intentar disfrutar
de los objetos placenteros que están a tu alcance. Y encima tu mente pretende
hacer “justicia” castigándote por ello alejándote más y más de cualquier opción
de disfrutar de estos objetos, para disfrutar a cambio de sustancias impuras
que te repulsan. Pero tienes tanta fijación y codicia por ellos que los
introyectas en ti mismo para perderte en los límites del disfrute simbólico de
ellos al devorarte a ti mismo a través de conductas autodestructivas.
Yamarâja, el señor de la muerte, es el rey de los pretas. Hay 3 tipos de
espíritus hambrientos: (1) Con obstáculos externos: Al comer y beber
perciben la comida y la bebida como pus y sangre; perciben a otros como
guardianes que los previenen de alimentarse. (2) Con obstáculos internos:
Incapaces de comer o beber a pesar de que nadie externo se los previene. (3) Con
obstáculos generales para obtener comida y bebida: Al comer o beber sienten
que son quemados; y también los que se alimentan de sustancias impuras o
incluso de su propio cuerpo.
El buddha carga un cuenco lleno con objetos simbólicos de la nutrición
espiritual para indicar que jamás saciarás tu sed de placeres mientras pretendas
beber de fuentes externas, pues éstas sólo son condiciones secundarias que
activan tu karma. Debes descubrir que siendo virtuoso generarás una fuente
interior de la que se expresará todo gozo. Siendo la avaricia incompatible con
la generosidad, ¡entrénate en ser generoso!
C. ANIMALES. Conocidos en sánscrito como tiryañc. La aflicción mental predominante es la IGNORANCIA.
Desde la confusión de no hallar sustancia inherente alguna a la cual aferrarse
para configurar un yo inherente, te sientes perplejo e impotente. Te esfuerzas
inútilmente en tratar de descubrir cómo sería posible concebir racional y
satisfactoriamente un yo inherente satisfactorio, pero frustrado decides que es
mejor dejar de luchar batallas siempre perdidas que condenan a una guerra ya ganada
por el destino. Crees que muchos sufrimientos te habrías evitado si hubieses
ignorado desde un principio esos asuntos. Entonces decides que mejor es no
saber más de tales asuntos espinosos, comienzas a desconectar tu lucidez y
coherencia de pensamiento. Intencionalmente comienzas a aislarte en un
ensimismamiento introvertido que te desconecta del entorno. Te vuelves propenso
a la depresión. Prefieres caer deliberadamente en un letargo que te permite la
fantasía utópica y absurda que la ignorancia es en cierta forma
bienaventuranza. Empiezas a gustar más y más de vivir en la ignorancia y la
distracción de los placeres sensoriales que te permiten evadirte más y más del
encarar tus problemas para resolverlos desde la raíz.
Los animales experimentan el sufrimiento de ser abusivamente usados como
meros objetos, el sufrimiento de ser matados para aprovecharse de su cuerpo, y
el sufrimiento de estar paranóicos ante el temor de ser devorados por otros
animales.
El buddha sostiene un libro que representa la capacidad de estudiar,
reflexionar y meditar profundamente en el Dharma, habilidad de la que carecen
los animales y los humanos guiados por su ignorante naturaleza animal.
¡Entrénate en la sabiduría!
D. HUMANOS. En sánscrito manusya. La aflicción mental predominante es el DESEO. Desde la confusión te
sientes aislado, separado, desolado, solo, pero tu mente se da cuenta que
cuando disfrutas de algún placer estos sentimientos desagradables desaparecen
en alguna medida. Entonces comienzas a volverte un ser de ideas obsesivas sobre
cómo disfrutar más. A partir de esto te vuelves un consumista compulsivo de
placeres sensoriales a través de los cuales tratas de hallarte. Temes tanto
volver a caer en aquellos sentimientos desagradables que te vuelves
indiscriminadamente posesivo con lo que crees que te da o dará satisfacción.
Así te vuelves un ser autoindulgente que se aliena y cree hallarse al,
paradójicamente, perderse en “bulímicos” atracones sensoriales.
Aquí se experimentan 8 tipos básicos de sufrimiento: (1) Nacer :
Naces debido a la maduración de los samskâras
de las aflicciones mentales sembradas previamente. Tu nacimiento implica el
recibir skandhas que son la base en la que se expresa el sufrimiento debido a
la maduración del karma como ellos. La ignorancia aflictiva de identificarse
con los skandhas engendra más aflicciones mentales que causan karma que a su
vez madura como más sufrimiento que a su vez te confunde y trauma más y más.
Formándose así un terrible círculo vicioso que tiende a perpetuarse y a empeorar
de no mediar la práctica del Dharma. (2) Envejecer: Degenera tu cuerpo, degenera tu
cabello, degenera la contextura de tu piel, degenera la calidad de tu tez,
degeneran tus habilidades, degenera el qué tan dignos eres considerado,
disfrutas cada vez menos al disminuir degenerativamente la maduración de
méritos, tu resistencia a las enfermedades se debilita, tu agudeza mental
disminuye, y el pasar del tiempo sólo te lleva más cerca de la muerte. (3) Enfermarte: Gran dolor, operaciones
dolorosas, medicación desagradable, dejas de comer o beber lo que te gusta,
tienes que complacer a los médicos sufriendo pesares, riqueza gastada en los
intentos por sanarte, y el sufrimiento debido al temor ante la inminencia de tu
muerte. (4) Morir: Experimentas el abandono de lo que
ilusoriamente concebías como refugio y protección, eres torturado por la
perturbadora maduración de karmas negativos que tienden a arrojarte hacia el
renacimiento en los reinos inferiores.
(5) Separarte de los seres que te
son queridos. (6) Encontrarte con
aquellos que te resultan aversivos. (7) No
encontrar lo que buscas pero deseas. (8) No poder retener lo que disfrutas y deseas.
El buddha aparece en la forma de Shakyamuni, quien se convierte en el
Buddha de esta era portando su cuenco de mendigo y el cetro típico de un yogî
dedicado al Dharma. Con ello te quiere indicar que la renuncia a los placeres
del samsâra es la clave para disfrutar realmente. ¡Entrénate en la renuncia!
E. SEMIDIOSES. Conocidos en sánscrito como asuras. La aflicción
mental predominante es el CELO. Tienes un karma que ha madurado de manera tal
que te hace percibir tu entorno como lleno de condiciones auspiciosas para ser
disfrutadas, pero estás confundido y te sientes perplejo por no saber a qué
aferrarte para configurar tu identidad. Tratas de discriminar qué es
exactamente aquello que te da placer, pero tu confusión te deja impotente de
determinarlo. Te vuelves súper competitivo en la consecución de placeres para
así asegurarte de tener más objetos de disfrute que te permitan tener más
alternativas donde aferrarte egoístamente. Percibes como otros sí disfrutan sin
tus preocupaciones, lo que te hace proyectar la idea que ellos codician tus
posesiones tanto como tú las suyas. De ello desarrollas aversión hacia ellos y
una creciente envidia engendrada por el deseo de no querer verlos gozar, para
así poder evitar por contraste tu sentimiento de pobreza interior. Te llenas de
celos porque te preocupa que otros puedan compartir tus posesiones. Pues de
hacerlo crees podrían darse cuenta que les son placenteras, podrían codiciar
disfrutarlas más y podrían finalmente decidir despojarte de ellas para el
solitario disfrute que proyectas los demás también tienen. Por ello asumes una
actitud defensiva y atacas a todo aquel que parezca poder ser capaz de
despojarte de tus objetos sensoriales de disfrute. Cualquier pérdida que
tienes, por mínima que sea, la percibes como una muerte porque te recuerda
aquella vulnerabilidad que tanto temes albergar.
Los asuras tienen celos y envidia por los devas porque
aunque el árbol que concede satisfacción a todos los deseos sensoriales tiene
sus raíces en el reino de los asuras, los frutos caen en el territorio de los
devas, quienes los disfrutan “injustamente” a su antojo. Constantemente luchan
contra los asuras y sufren terriblemente por el temor a morir al ser heridos en
cualquier parte vital de sus cuerpos.
El buddha porta una espada flameante de doble filo que simboliza la
sabiduría discriminatoria (prajñâ fruto de Vipashyanâ) en unión con la
meditación concentrada (dhyâna fruto de shamatha).
F. DIOSES. Conocidos en sánscrito como devas. La aflicción mental predominante es el
ORGULLO. Desde la confusión de sentirte insustancial, vacío, irreal, inseguro y
frágil, tratas de hallar un yo inherente. Tu karma maduro te ha llenado de
placeres sensoriales que por momentos te relajan, te sitúan más en el presente
y te hacen sentir más real. Confundido por ello buscas un yo inherente en medio
de estos placeres sensoriales y en tu ignorancia crees haberlo encontrado.
Inmerso en esta ignorancia asumes la errónea idea que tienes un yo inherente
dotado de la capacidad innata de poder gozar sensorialmente. Te apegas a esta
noción de identidad creyendo que te hará sentir sustancial, inherente, real, seguro
e indestructible. Estás tan confundido que prefieres ignorar la ley del
karma y crees que el disfrute de tus sentidos es algo eterno e inherente a tu
“yo”. Te pierdes en los placeres de la maduración de tu buen karma y sin darte
cuenta vas agotándolo. Te relajas perezosamente y dejas de acumular mérito, sin
darte cuenta que con ello te estás dirigiendo a una inminente caída que se te
avecina cuando las agotadas causas de tu buen karma dejen de confluir con las
condiciones fértiles.
Los devas del Reino del Deseo esporádicamente van a un lugar especial donde
luchan contra los asuras, allí experimentan el sufrimiento de poder ser matados
al ser decapitados. También sufren al estar insatisfechos con los placeres que
poseen, lo que los lleva a querer acumular codiciosamente más bienes. Pierden
trágicamente su tiempo al estar distraídos gozando de placeres sensoriales,
agotando la maduración de karmas positivos sin generar las causas y condiciones
para el bienestar futuro. 7 días de los devas previos a su muerte perciben los
5 presagios de su muerte: sus ropajes se ensucian, sus guirnaldas de flores se
marchitan, transpiran por las axilas, comienzan a apestar, y se sienten
incómodos en sus tronos. Los devas del Reino de la Forma y lo Informe también
sufren finalmente la transferencia de la muerte al experimentar el
debilitamiento de su samâdhi. Lo que los lleva a caer en reinos inferiores al
que se encuentran.
El buddha sostiene una flauta o un laúd del que brota una bella y atractiva
melodía que alerta, a quienes son capaces de escucharla, sobre la necesidad de
practicar el Dharma. Todo placer dentro del samsâra es el resultado de la
maduración del buen karma activado por condiciones auspiciosas. Entonces,
¡entrénate en la virtud! Pero todo el samsâra está inmerso en el sufrimiento,
entonces, mejor aún, ¡entrénate en la virtud y la sabiduría que te permitan
lograr el nirvâna!
LOS
12 ESLABONES DE LA ORIGINACIÓN INTERDEPENDIENTE
La ignorancia aflictiva o (1) avidyâ causa
el concebir los fenómenos como dotados de existencia inherente. Esto deja una
habitual impresión kármica mental o (2) samskâra. De ello se forma una conciencia sensorial o (3)
vijñâna. Esta es la base en la que se engendran los efímeros skandhas del nombre
y forma o (4) nâma-rûpa. Estos skandhas habilitan el potencial de experimentar los seis dominios
sensoriales internos y externos o (5) }ad-âyatana. Con la confluencia de
las bases sensoriales de los dominios internos más los objetos sensoriales de
los dominios externos se da el contacto o (6) sparsha que permite
distinguir los objetos como atractivos, neutrales o no atractivos. De esto se
da la sensación o (7) vedanâ que permite sensaciones de placer,
neutralidad o desagrado. De ello se da el deseo o (8) tèshna de no
querer separarse de lo placentero y querer separarse de lo desagradable. De
ello se da el apego o (9) upâdâna de aferrarse a los objetos
sensoriales, a visiones incorrectas, a equivocadas éticas, y a los skandhas
como si fueran un yo inherente. De este apego se engendra un potencial por
existir samsáricamente o (10) bhava. Cuando este bhava madura se da el
nacimiento o (11) jâti en cualquiera de los reinos del saêsâra. Este
nacimiento condicionado causa existencia a la vejez y a la muerte o (12)
jarâ-marana.
En la Rueda de la Existencia estos doce eslabones
están simbolizados respectivamente por un (1) ciego con un bastón, (2) un
alfarero elaborando vasijas, (3) un mono saltando de una rama a otra, (4) un
bote transportando personas a bordo, (5) una casa dotada de seis ventanas, (6)
dos personas besándose, (7) un hombre con una flecha atravesada en el ojo, (8)
un hombre deseando embriagarse con más alcohol, (9) un mono tratando de
alcanzar apegadamente los frutos de un árbol, (10) una mujer embarazada, (11)
una mujer dando a luz su bebé, y (12) un hombre cargando el cadáver de otro
sobre su espalda.
La muerte y la vejez cesarán si cesa el nacimiento. El nacimiento cesará si
cesa bhava. Bhava cesará si cesa el apego. El apego cesará si cesa el deseo. El
deseo cesará si cesa la sensación. La sensación cesará si cesa el contacto. El
contacto cesará si cesan los seis dominios. Los seis dominios cesarán si cesa
el nombre y la forma de los skandhas. El nombre y la forma cesarán si cesa la
conciencia sensorial. La conciencia sensorial cesará si cesan la activación de
samskâras. La activación de samskâras cesará si cesa la ignorancia aflictiva.
Entonces, si cesa el primer eslabón de la ignorancia aflictiva todos los
eslabones siguientes también cesarán: tal como los frutos, flores, hojas y
ramas de un árbol cesan al erradicar su raíz. Por ello, entrénate en comprender
la interdependencia. Gracias a ello podrás percibir directamente la vacuidad de
existencia inherente de todo fenómeno. Y esta comprensión te permitirá entender
que es imposible la existencia de un yo inherente imputable en los skandhas. De
cultivar esta comprensión surgirá el abandono de las aflicciones mentales que
te atan al saêsâra. Por lo tanto persevera diligentemente en este
entrenamiento. ¡Con ello habrás logrado
el nirvâna!
Escrito por Andrés Cordero el
06 de julio del 2005. Última modificación el 16 de marzo del 2007.
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