martes, 11 de enero de 2011


Shantideva 
Bodhisattvacharyavatara 
Homenaje a los Budas y los Bodhisattvas


VIII La perseverancia 
[35] 
Mis propias cualidades y las de los demás 
son numerosas, y debo realizarlas. 
¿Debo meditar durante un océano de eras 
familiarizarme con cada una de ellas? 
[36] 
Pero nunca me acostumbré 
a una sola parcela de estas cualidades. 
Qué lástima despilfarrar este renacimiento, 
encontrado por un raro concurso de circunstancias. 
[37] 
No he hecho ofrendas a los Vencedores, 
no he ofrendado el placer de grandes regocijos; 
no he emprendido nada por la Doctrina, 
no he satisfecho las necesidades de los pobres. 
[38] 
No he ofrecido la seguridad a aquellos que tenían miedo, 
a los débiles no he ofrecido la dicha; 
todo lo que he hecho es provocar 
dolores y sufrimientos en el vientre de mi madre. 
[39] 
En el pasado, y ahora incluso, 
tales desgracias han acaecido 
porque no tenía aspiración por el Dharma. 
¿Quién rechazaría, pues, la aspiración por el Dharma? 
[40] 
El Muni ha dicho que la raíz 
de todos los aspectos de la virtud es la aspiración; 
ella misma tiene por raíz la familiarización constante 
con la maduración de los resultados kármicos. 
[41] 
Los sufrimientos físicos y mentales, 
los diferentes variedades de miedos, 
el hecho de ser separado de lo que es deseado, 
provienen, todos, de un comportamiento no virtuoso. 
[42] 
Por acciones virtuosas, motivadas puramente, 
donde [quiera que] transmigre, 
gracias a mis méritos, seré celebrado, 
cosechando [así] el fruto de mis esfuerzos. 
[43] 
Por acciones no virtuosas, 
aunque deseando la dicha, 
donde [quiera que] renzca, 
seré derrotado, a causa de mis errores, 
por las aceradas armas del sufrimiento. 
[44] 
Por acciones virtuosas, el fresco corazón espacioso y perfumado de un 
loto será mi morada; 
la melodiosa palabra de los Conquistadores será el 
alimento del que provendrá 
mi radiante brillo. 
Dotado de un cuerpo supremo, surgiré de un loto, abierto 
gracias en al brillo 
luminoso de los Munis, 
y como un Niño de los Sugatas, permaneceré siempre 
ante los Victoriosos. 
[45] 
A causa de numerosas acciones no virtuosas, cuando 
estaré agotado de 
ser desollado vivo por los hombres de Yama, 
en mi cuerpo será vertido cobre líquido, quemante, 
derretido a gran calor. 
Destazado por espadas y puñales ardientes, mi carne será estallada en cientos 
de pedazos, 
que caerán en el brasero que es el suelo de metal en fusión. 
[46a] 
Así, debo aspirar al bien 
y, acostumbrarme a él con profundo respeto. 
[46b] 
Practicando según el «Sûtra de la bandera adamantina», 
debo acostumbrarme a la confianza en sí [mismo]. 
[47] 
Primero, debo examinar mis aptitudes 
para ver si hay que comenzar, o no, una tarea. 
Si no tengo aptitud, más vale no comenzar. 
Una vez empezado [un asunto], no hay que abandonarlo. 
[48] 
Si no, en las otras existencias, por haber tomado esta costumbre, 
las fechorías y los sufrimientos se acrecentarán; 
los resultados se obtendrán tras un tiempo más largo 
y las acciones no serán terminadas. 
[49] 
La confianza en sí [mismo] debe ser aplicada 
a las accciones, a las perturbaciones y a la capacidad. 
Decirse: «-Actuaré solo-» 
es la confianza en sí, en la acción. 
[50] 
Incapaces de controlar sus perturbaciones, 
los seres de este mundo no pueden cumplir su propio bien. 
Puesto que no tienen la misma capacidad que yo, 
lo cumpliré, pues, en su lugar. 
[51] 
Si los demás hacen bajas tareas, 
¿cómo me quedaría, ahí, sin hacer nada? 
Debo no actuar con suficiencia, 
no tener orgullo sería mejor para mí. 
[52] 
Cuando los cuervos se topan con una serpiente moribunda, 
actúan como si fueran águilas. 
Igual, si carezco de confianza en mí, 
la más mínima debilidad moral serame nefasta. 
[53] 
Tras haber, por timidez, renunciado a todo esfuerzo, 
así desprovisto, ¿cómo encontrar la Liberación? 
Incluso las potentes perturbaciones no podrán subyugar 
a aquél que tiene confianza en él y desarrolla el esfuerzo. 
[54] 
Por la estabilidad de mi espíritu, 
debo, entonces, triunfar [sobre] las perturbaciones. 
La derrota ante las perturbaciones haría ridículo 
mi deseo de vencer a los tres mundos. 
[55] 
«-Voy a triunfar de todo, 
nada me vencerá. 
Soy el Hijo de los Vencedores, esos Leones-». 
Debo morar en esa confianza. 
[56] 
Los seres derrotados por la suficiencia 
no tienen ninguna confianza en ellos [mismos]. 
Se encuentran bajo el yugo de su enemigo, 
el cual no puede someter a aquellos que tienen confianza en ellos [mismos]. 
[57] 
Inflados por las perturbaciones de la suficiencia, 
los seres serán, por ella, llevados a los reinos inferiores. 
La gozosa fiesta que es el estado humano será destruida; 
devendrán en esclavos, nutridos con los restos de otro, 
[58] 
feos, estúpidos y mediocres, despreciados por todo el mundo. 
Los duros de cocer, de orgullo inflados, también 
son contados entre aquellos enfermos de suficiencia. 
Decid, ¿qué hay de más ruin? 
[59] 
Aquel que se ase de la confianza en sí para vencer al enemigo de la 
suficiencia, 
ese, tiene, verdaderamente, confianza en sí mismo, es un héroe invencible. 
Aquel que triunfa [sobre] el enemigo de la suficicencia y lo destruye, 
satizfará todas las necesidades de los migrantes y cogerá 
el fruto, perfecto, de 
la Budeidad. 
[60] 
Si me encuentro entre una multitud de perturbaciones, 
las soportaré de un millar de modos. 
Como un león entre las zorras, 
no seré alcanzado por esta asamblea. 
[61] 
Igual como los hombres se protegen los ojos 
cuando un gran peligro surge, 
no me dejaré controlar jamás 
por las perturbaciones, incluso en tiempo de crisis. 
[62] 
¡Más vale hacerse quemar, 
hacerse matar o la cabeza cortar, 
que doblar, jamás, la espalda 
ante estas enemigas: las perturbaciones. 
Del mismo modo, en toda circunstancia, 
no debo hacer más que lo que conviene. 
[63] 
Como aquellos que aman el placer que procuran los juegos, 
cualquiera que sea el trabajo que emprendan, 
los Bodhisattvas se sienten atraídos por ello. 
Ello los hace felices, y nunca tienen abastanza. 
[64] 
Aquellos que trabajan por encontrar la dicha, 
no están, del todo, ciertos de obtenerla. 
Pero, como para el Bodhisattva todo trabajo es dicha, 
¿cómo estaría feliz sin hacer trabajo? 
[65] 
Si los objetos de gozo, semejantes a la miel 
sobre una hoja de navaja, no me colman, 
¿cómo estaré satisfecho por los méritos, 
cuyo resultados madurantes son la dicha y la paz? 
[66] 
Entonces, para llevar a bien mi tarea, 
me involucraré en ella como el elefante 
que, atormentado por el sol de mediodía, 
se zambulle en un refrescante lago. 
[67] 
Cuando mis fuerzas declinen, cesaré de actuar, 
con el fin de retomar mi trabajo más tarde. 
Tras haber llevado a bien una tarea, comenzaré la siguiente; 
volviéndome hacia la siguiente, abandonaré la precedente. 
[68] 
Como un viejo guerrero enfrenta la espada 
de un enemigo sobre el campo de batalla, 
esquivaré las armas de las perturbaciones 
y esas enemigas serán neutralizadas. 
[69] 
Aquel que deja caer su arma en el campo de batalla, 
de miedo la recoge inmediatamente. 
Igual, cuando el arma de la atención se pierda, 
recuérdate los infiernos, y reásela de inmediato. 
[70] 
Igual que el veneno, cuando [ya] está en la sangre, 
se extiende por todo el cuerpo, 
el vicio se difunde por todo el espíritu 
desde que una ocasión se presenta. 
[71] 
El practicante debe ser tan estable como aquel que porta, 
espantado, un recipiente lleno de aceite de mostaza, 
mientras un hombre armado con una espada, cerca de él, 
amenaza con matarlo si vierte una sóla gota. 
[72] 
Como me levantaría de un salto 
si una serpiente viniese sobre mis rodillas, 
así mismo, cuando el sueño y la indolencia sobrevengan 
debo recharzarlos inmediatamente. 
[73] 
Si cometo acciones negativas, 
debo, cada vez, criticarme 
y guardar, durante largo tiempo, el pensamiento: 
«-Debo hacer de modo que eso no vuelva a suceder-». 
[74] 
Por el pensamiento: «-Debo, en todas las circunstancias, 
familiarizarme con el factor mental de la memoria-», 
Sentiré el deseo de encontrar[me con] 
un Maestro, o actuar según las instrucciones. 
[75] 
Con el fin de tener el vigor necesario para todo, 
antes de emprender lo que sea, 
que me recuerde los consejos a propósito de la atención, 
y que enseguida me involucre en ello, con gozo. 
[76] 
Exactamente como el viento dirige 
las idas y venidas de un copo de algodón, 
debo dejarme dirigir por el gozo, 
y cumplir, así, las acciones virtuosas.

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