Buscando
un refugio interior
S.S. el Decimocuarto Dalai Lama
Desde el
punto de vista
budista la
mente de una
persona ordinaria es
débil y distorsionada debido al
poder de los engaños y de las emociones aflictivas que lleva con ella. Como
consecuencia de esta debilidad y distorsión, es incapaz de ver las cosas como
realmente son dado que lo que ve, es una visión torcida, definida por sus
propias neurosis emocionales y preconceptos.
El propósito del
Budismo en cuanto religión, es remover estos elementos deformados de la mente,
facilitando así una percepción válida. Hasta que estos elementos deformados no
hayan sido desenraizados, nuestra percepción estará siempre manchada; pero una
vez que los engaños sean removidos de raíz, uno entra en un estado que ve
continuamente la realidad, tal cual ella es. A partir de entonces, y dado que
la mente existe en perfecta sabiduría y libertad, el cuerpo y la palabra toman
un curso sano en forma automática. Esto beneficia de inmediato a la persona y a
las demás, tanto en esta vida, como en el camino que sigue después de la
muerte. Por eso se dice que el budismo no es un sendero de fe sino uno de razón
y conocimiento.
Los tibetanos
somos afortunados al
haber nacido en una
sociedad donde el conocimiento espiritual era no sólo
accesible sino además apreciado. Claro que a veces al haber nacido así lo dábamos
por hecho. El Buda mismo dijo:
“comprueben mis palabras tal como un analista compra el oro y sólo entonces acéptenlas”.
El Buda enseñó por un largo período de tiempo y a persona de todas las culturas
y niveles de inteligencia. Consecuentemente el significado de cada una de sus
enseñanzas tiene que ser ponderado cuidadosamente y la enseñanza debe ser
evaluada para determinar si se trata de una verdad literal o si es sólo
figurada. Muchas enseñanzas fueron dadas
en circunstancias particulares o a seres de comprensión limitada. Aceptar una
doctrina o un aspecto de la misma sin hacer primero un examen analítico, es
como construir un castillo sobre el
hielo. Nuestra práctica permanecería por siempre inestable y carecería de la
fuerza y la profundidad básicas.
¿Qué se quiere decir
con “practicar el Dharma”? Dharma se define como “aquello que sostiene”, y “aquello”
es la sabiduría espiritual que nos mantiene o nos conduce fuera del
sufrimiento. El Budismo
afirma que aun cuando por el
momento nuestra mente está siendo dominada por el engaño y la distorsión, en última
instancia existe un aspecto de la mente que es por naturaleza puro e inmaculado
y que al cultivar dicha pureza y
eliminar los oscurecimiento mentales,
nos liberamos del
estorbo del sufrimiento y de las
experiencias de insatisfacción. El Buda enseñó esta pureza potencial como un
principio esencial de su doctrina y Dharmakirti, el pensador indio que
apareciera mil años después, estableció lógicamente su validez. Cuando esta
semilla de la iluminación ha sido cultivada de modo suficiente uno obtiene
la experiencia del nirvana, la libertad de todos los
defectos del samsara. Además de la validación realizada por Dharmakirti sobre
el concepto de la semilla de la iluminación, también él validó, a través de la
lógica, el espectro completo de las doctrinas budistas incluyendo la ley del
karma, el concepto del renacimiento, la posibilidad de la liberación y la
omnisciencia, y la naturaleza de las tres joyas del refugio: el Buddha, el
Dharma y la Sangha.
Con relación al método
en sí de práctica, no es correcto que se practique sin tener una comprensión
lógica de la doctrina. El practicante debe saber bien qué es lo que se encuentra
haciendo y porqué lo hace. Puesto que aquellos de nosotros que somos monjes o
monjas estamos dedicando nuestras vidas enteras a la práctica del Dharma, debemos
ser muy cuidadosos y practicar en forma intachable. La Sangha es muy importante
para la estabilidad de la doctrina y, en consecuencia, debemos poner todo de
nuestra parte para imitar al Buda mismo. Quienquiera que esté pensando en
ordenarse debe pensarlo bien; no es necesario volverse un monje si sólo va a
ser un monje inferior. La Sangha tiene la responsabilidad de ejemplificar los
preceptos. Si uno quiere seguir viviendo una vida ordinaria es mejor
dejarle la condición
monástica a aquellos que tienen una mayor inclinación espiritual y
simplemente practicar como un laico, lo mejor que uno pueda.
Todas las religiones
del mundo son similares en cuanto que ellas proveen métodos para cultivar
aspectos íntegros de la mente, eliminando los dañinos. El budismo es una religión particularmente
apetitosa porque habiéndose desarrollado en la India – cuando el país se
encontraba en un alto nivel
espiritual y filosófico –
presenta tanto un rango
espiritual completo de ideas espirituales como un enfoque racional para los
métodos de desarrollo espiritual. Esto es particularmente importante en esta
era moderna cuando a la mente racional se le da tanto crédito. Debido a esta
faceta de racionalidad, al Budismo no le es difícil confrontar el mundo
moderno. De hecho, muchos de los
descubrimientos de la ciencia moderna como los de la física nuclear que son
considerados nuevos descubrimientos ya habían sido por largo tiempo discutidos
en las escrituras budistas antiguas.
Debido a que el
último consejo que dio el
Buda a sus discípulos fue que no
debían aceptar nada
por fe, sino
únicamente a través de una
investigación racional, el mundo budista ha mantenido muy vivo el espíritu de
búsqueda en todo los lugares. Esto es muy diferente de muchas otras religiones
del mundo que dicen tener la verdad, pero que luego impiden cualquier tipo de
investigación que pudiese amenazar su
limita descripción de la realidad.
Que una persona sea o
no budista depende de si en forma pura y de todo corazón, ha tomado o no
refugio en las tres joyas del refugio. El sólo hecho de hacer plegarias
budistas, jugar con rosarios de mantras y caminar alrededor de templos, no lo
convierte a uno en budista. Hasta un mico puede ser entrenado para que haga
estas cosas. El Dharma es asunto de la mente, del espíritu y no de actividades
externas. Por esa razón para ser un budista uno tiene que entender exactamente
qué son las tres joyas del Buda, del Dharma y de la Sangha, y saber cómo se
relacionan estos con nuestra vida espiritual. Existen el refugio causal en el
Buda, -- de todos los budas del pasado, presente y futuro de quienes el más
relevante para nosotros es el Buda Sakyamuni-- y el refugio en el Buda
resultante, es decir, el refugio en
nuestro propio potencial para la iluminación, el Buda en el cual habremos de
convertirnos.
En cuanto al Dharma,
está el Dharma que fue enseñado en las escrituras y la realización de lo que
fue enseñado, la cual encontramos en las mentes de aquellos que han recibido
secretamente una transmisión. Finalmente, tenemos el refugio en la Sangha,
tanto los monjes ordinarios símbolo de la Sangha, y la Arya Sangha de aquellos
seres que han ganado experiencia meditativa en la forma última de la verdad. Se
dice entonces, que Buda es el maestro, el Dharma es el camino y la Sangha son
los compañeros espirituales que nos ayudan.
De estos tres, el más
importante para nosotros como individuos es el Dharma, porque en última
instancia, sólo nosotros mismos nos podemos ayudar. Nadie más puede obtener la
iluminación por nosotros ni tampoco nos la puede dar. La Iluminación sólo le
llega a quienes practican el Dharma bien, quienes toman el Dharma y lo aplican
en el cultivo de sus propios continuos mentales. De allí que, de las tres joyas
sea ésta el refugio último. Gracias al escuchar, contemplar y meditar en el
Dharma, nuestras vidas pueden volverse uno con él y la iluminación será una
posibilidad inmediata.
Todos los maestros
Kadampa del pasado se esforzaron en enseñar que el refugio tiene que ser
practicado en el contexto de una conciencia intensa de la ley de causa y
efecto; el refugio requiere del soporte de la observancia de la ley de causa y
efecto. El Buda dijo, “nosotros somos nuestro propio protector y nuestro propio
enemigo”; el Buda no nos puede proteger, sólo nuestro cumplimiento de la ley de
causa y efecto nos protege. Si mantenemos nuestro
refugio en forma
pura y nos
esforzamos en vivir
en concordancia con los
caminos del karma,
nos convertiremos en nuestro
propio protector. En forma inversa,
si vivimos contradiciendo el camino espiritual nos convertiremos en nuestro
peor enemigo, dañándonos a nosotros mismos, en esta vida y en vidas futuras.
La mente de una persona
ordinaria es indisciplinada y descontrolada.
Para poder emprender prácticas budistas avanzadas tales como el logro
del samadhi, comprender la vacuidad o
practicar los métodos yóguicos de los varios sistemas de tantras, tenemos antes
que nada cultivar una mente disciplinada. Con el refugio y la autodisciplina
como base, podremos fácilmente
desarrollar experiencias cada
vez más grandes
en las prácticas dhármicas superiores.
Pero sin el fundamento de las disciplina las prácticas superiores no
llevarán a ningún fruto. Todos quieren practicar las técnicas superiores pero
primero tenemos que preguntarnos si ya hemos logrado la maestría en las
prácticas inferiores que son prerrequisito tales como la disciplina. El
propósito del refugio es transformar a la persona ordinaria en un buda; cuando
esto se haya logrado se habrá cumplido el objetivo del refugio. El momento en que nuestra mente se vuelve Buda,
nuestra palabra se vuelve Dharma y nuestro cuerpo se vuelve Sangha. Pero el
logro de este estado glorioso depende de nuestra propia práctica del Dharma.
Dejar la práctica para otros y
esperar beneficios espirituales
para uno, es
un sueño imposible.
Para purificar nuestra mente
del karma y
de los errores
relacionados con la
percepción y cultivar las
cualidades de la iluminación dentro de nuestra corriente de ser, tenemos que
realizar las prácticas y experimentar los estados espirituales. Los 108
volúmenes de las palabras de Buda que fueron traducidas al tibetano tienen un
tema esencial: purificar la mente y generar cualidades internas. En ninguna parte dice que alguien más pueda
hacerlo por uno. Por eso los budas están de cierta manera limitados, puesto que
sólo nos pueden liberar inspirándonos para que practiquemos sus enseñanzas.
Muchos budas han venido antes y sin embargo seguimos atrapados en el samsara. Y
no es porque dichos budas no hubieran sido compasivos, sino porque no hemos
sido capaces de practicar sus enseñanzas. Los progresos individuales en el
sendero espiritual dependen de los esfuerzos que haya hecho el individuo él
mismo.
El proceso de
cultivarse a sí mismo tiene muchos niveles. Pero para los principiantes se debe
empezar por evitar las
diez acciones negativas y observar las
diez acciones positivas. Tres
de estas tienen
que ver con
las acciones físicas:
en lugar de
matar debemos valorar y
cuidar la vida;
en lugar de
robar, debemos dar
libremente lo que tengamos
para ayudar a
los demás; en
lugar de tomar
las esposas de
otros, debemos respetar los
sentimientos de los demás. En cuanto a la palabra: en lugar de mentir hemos de decir
siempre la verdad;
en lugar de
generar desarmonía entre
las personas difamándolas,
debemos cultivar la virtud, hablando de sus buenas cualidades; la palabra
grosera y cortante,
debe ser cambiada
por palabras amorosas, suaves y
gentiles; y la conversación sin
sentido, debe ser reemplazada por
actividades significativas. Finalmente, tenemos las de la mente: el apego debe
superarse y el no apego debe ser cultivado; las malas intenciones hacia
otros deben ser
cambiadas por sentimiento
de amor y compasión;
y las creencias
equivocadas deben ser
eliminadas y cultivarse
a cambio enfoques realistas.
Estas diez disciplinas
fundamentales deben ser seguidas por todo budista. No seguirlas mientras se involucra
uno en los denominados
métodos tántricos superiores es engañarnos a nosotros mismos. Estas son
diez prácticas sencillas, observancias que todo mundo puede seguir y no
obstante, son el primer paso para cualquiera que desee trabajar en los yogas
poderosos que traen la iluminación en una sola vida.
Cuando tomamos refugio y nos volvemos
budistas, tenemos que honrar a la familia de los budas. Hacer cualquiera de las
diez acciones negativas luego de haber
tomado refugio, es deshonrar el budismo. Nadie nos ha pedido que nos
volvamos budistas. Si eres budista fue tu decisión hacerlo, entonces,
compórtate de acuerdo. Lo mínimo que debes hacer es evitar las diez malas
acciones y cultivar sus opuestos. Nadie es perfecto, pero si queremos llamarnos
budistas debemos hacer algún esfuerzo. Cuando notamos algo que va a generar
apego o ira
en nosotros lo
mínimo que debemos
hacer es esforzarnos, para no ser vencidos por
estos estados distorsionados
de la mente
y mantener a cambio unas actitud libre y amorosa.
La esencia del Dharma
es el cultivo de la mente; todos los karmas positivos y negativos acumulados
por el cuerpo y la palabra tienen su origen y son dirigidos por la mente. Si no
cultivamos la atención de nuestros procesos mentales y la habilidad de cortar
con las corrientes de pensamientos negativos tan pronto ellos vayan surgiendo,
veinte años de meditación en una cueva remota serán de poca ayuda. Antes de buscar la cueva debemos buscar
buenas cualidades en nuestros pensamientos y desarrollar la habilidad de vivir
de acuerdo al Dharma. Sólo entonces nuestra estadía en la cueva de meditación
será mejor que ser un oso hibernando. Quienes hablan de retiros tántricos,
mientras que tienen a los diez fundamentos dhármicos fuera de su alcance, se
están riendo de ellos mismos.
Como humanos tenemos la
posibilidad de alcanzar la iluminación en una sola vida. Sin embargo, la vida
es corta y una buena parte de nuestra vida ya nos ha pasado. Debemos
preguntarnos cuanto progreso espiritual hemos logrado. La muerte nos puede
llegar en cualquier momento y cuando llegue, deberemos dejar atrás todo excepto
las huellas mentales dejadas por nuestras acciones. Si durante nuestra vida
hemos practicado el Dharma, si hemos intentado vivir de acuerdo con los caminos
del Dharma o hemos alcanzado realizaciones del Dharma entonces esta energía
estará allí con nosotros. De otra forma si nuestra vida se gastó en cosas negativas
la conciencia que viaja a mundos futuros estará inmersa de pensamientos
negativos y estará obsesionada con recuerdos de nuestros caminos
samsáricos. Es en este momento, ahora mismo,
mientras que todavía tengamos el poder de practicar el Dharma que debemos
hacerlo en forma pura e intensamente.
La práctica del
Dharma nos trae
paz y armonía
para nosotros y para
quienes nos rodean, incluso en esta vida, y aun cuando no logremos iluminarnos
en esta vida nos dará una joya que concede deseos, la que podemos llevar con
nosotros a las vidas futuras para que nos ayude en nuestro sendero espiritual.
Al final, nuestro
futuro está en nuestras manos. La mayoría de las personas hace planes
fantásticos para la
próxima semana, el próximo
mes o el
año venidero, pero
lo más importante es practicar
ahora mismo el Dharma. Si esto se hace todos los planes podrán ser cumplidos.
Si hoy cultivamos las buenas acciones, las leyes del origen dependiente
aseguran que una corriente positiva de cambio se ponga en acción. Esto es lo
precioso del ser humano. La humanidad
es capaz de
afectar dinámicamente su
propio estado futuro al
aplicar una sabiduría
discriminativa a todas
las actividades de
su cuerpo, palabra y mente. Usar
y cultivar esta sabiduría distintiva es extraer la esencia misma de la vida
humana.
Traducido del tibetano al inglés por Losang
Chopel y Glenn H. Mullin
Tomado de Teachings at Tushita, editado por Nicholas Ribush con Glenn H.
Mullin, Mahayana Publications, Nueva
Delhi, 1981.
No hay comentarios:
Publicar un comentario