Aprendiendo
mediante la experiencia
Tarthang Tulku
La meditación es
una manera de abrir nuestra vida a la riqueza de la experiencia, no una práctica esotérica limitada a ciertos tiempos
y lugares. Que vivamos en la quietud del campo o en el alboroto de la ciudad,
la meditación puede convertirse en un estilo de vida. En este tipo de
meditación aprendemos a abarcar y a aprender de todas nuestras experiencias.
Sin embargo, este tipo de meditación que todo lo abarca
no es tan fácil
como suena, porque
supone un estado
de consciencia en todo
lo que hacemos.
Todo se incluye
en la meditación: desde
el simple acto
de levantarse cada
mañana hasta nuestros sueños nocturnos. Aprendemos a abrir nuestros
sentidos a cada matiz de la experiencia, conscientes, incluso, de los más
mínimos aspectos de nuestra vida, tales como la forma en que caminamos y cómo
hablamos con los demás. De esta manera
aprendemos a abrirnos
a la verdad
de nuestra experiencia. Cómo
vivimos, qué está
sucediendo en nuestra vida,
cómo nos afecta
nuestra experiencia -éste
es el fundamento de la realidad,
y la fuente
de la consciencia espiritual.
Es posible cultivar esta consciencia en todos los
aspectos de nuestra vida -en el trabajo, en nuestras relaciones, e incluso en
nuestras habilidades. Todos estos son maestros
potenciales a los cuales podemos abrirnos y de quienes podemos aprender cuando vemos las
posibilidades de crecimiento que existen en todo lo que hacemos. A medida que aprendemos de
nuestra experiencia, nuestro aprecio por la vida aumenta; nuestros
sentidos se vuelven más agudos; nuestra mente se vuelve más clara y más
perceptiva. Desarrollar la
consciencia, la concentración, la honestidad, la compasión y
la apertura puede
volverse una experiencia reveladora que no sólo nos
beneficiará a nosotros mismos sino que creará en nosotros cualidades que pueden
servir de guía a quienes nos rodean.
A medida que
nuestra consciencia se
desarrolla, todo nuestro marco de
referencia se va transformando. Podemos ver la interrelación que hay entre el
pensamiento y la acción, y, en consecuencia,
tenemos más sensibilidad
al comunicarnos con los
demás. Nuestras observaciones
penetran a niveles
más profundos: descubrimos cómo se producen los sentimientos y cómo
funciona el pensamiento. Cuando nuestra consciencia se desarrolla más
aún, podemos incluso
percibir el vínculo
que hay entre el pasado, el presente y el futuro, y, en consecuencia,
aprender a dirigir nuestras acciones de manera tal que nuestra vida nos
satisfaga y sea plena.
Sin embargo, al comienzo nuestra visión es limitada: no
es fácil saber cuáles
serán los resultados
de nuestras acciones. Podemos seguir
las directrices de
la sociedad, pero
pocas de ellas han sido creadas
con algo más que un propósito miope y con un resultado a la vista. Así, pues, aunque
los resultados de nuestras acciones puedan
parecer buenos en
determinado momento, a la
larga pueden ser
dañinos. Entonces, en un
momento de frustración,
podemos forzar las
situaciones y empeorar el
resultado.
Cuando
estamos conscientes se
abre nuestra visión
hacia una acción más
constructiva; y la
paciencia permite que nuestra nueva visión funcione. La
paciencia actúa en silencio, como un agente
secreto, y nos
protege de caer
en la acción inútil
y en el
desespero. Cuando conscientemente desarrollamos la paciencia,
ésta puede volverse una respuesta natural y apropiada a cada nueva situación;
nos fortalecemos aun para las circunstancias más difíciles.
Cuando la paciencia
se desarrolla intensamente,
la consciencia aparece incluso en nuestros aspectos negativos, y de esa
consciencia viene nuestra meditación. Vemos que todo lo que sucede es una
manifestación de la energía, la cual es, en sí misma, una forma de consciencia, y
nos damos cuenta
de que toda experiencia, durante todas las veinticuatro horas del
día, es
parte de la
naturaleza de la
revelación.[1] A esta consciencia pueden
llegar todos los
que la buscan;
siempre puede llegarse a
ella ahondando en
la naturaleza de la
experiencia. Nuestra experiencia
puede llevarnos mucho
más allá de nuestra manera usual de pensar, de ver y de ser. Puede
llevarnos a la misma revelación.
Cuando llegamos a un estado de verdadera consciencia,
nos volvemos como flores de loto: el loto es puro y bello, aunque crece en
el fango. Una
vez que somos
conscientes, podemos
funcionar adecuadamente aun
en medio de
la confusión del mundo.
Nuestra actitud positiva
nos beneficia a
nosotros y beneficia a los demás;
vivimos la verdad que hemos adquirido.
El samsara[2] es como una fruta venenosa. Nos la comemos con gusto,
pero al final nos ha de matar, a menos que podamos transmutar su veneno. Nada
relacionado con el samsara puede,
finalmente, darnos libertad
y felicidad o
verdaderamente satisfacer
nuestros deseos. Pero
cuando vivimos
conscientemente, el veneno
no nos hace
daño porque el nirvana[3] puede ser vivido dentro del samsara. Son lo mismo.
Sin embargo, esto puede ser muy difícil de comprender
si no sabemos primero cómo
transmutar las emociones
y cómo superar nuestros
obstáculos. Cuando estemos en capacidad de hacer esto,
entonces todo lo
que hagamos nos
será útil; pero hasta que esto ocurra, aunque muchas de
nuestras actividades nos puedan parecer satisfactorias, sólo estaremos
acumulando karma -más necesidades y
más obstáculos.
Estudiante: Pero usted ha dicho que no debemos evitar ninguna
experiencia.
Rinpoche: Esto es
verdad cuando nos
volvemos más conscientes, cuando
somos lo suficientemente fuertes
como para darnos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. Pero
primero tenemos que
aprender cómo funciona
el samsara, cómo acumulamos dolor
y frustración. Comenzamos a darnos cuenta de que no hay paz, no hay placer, no
hay nada deseable en nuestra manera
de vivir, y
de que nuestra
experiencia, de una manera o de
otra, siempre se echa a perder por la preocupación, la
culpa o la
ansiedad. Cuando nos
damos cuenta de esto, vemos que no hay otra alternativa
que despertar. Ya no podemos volver a nuestra ignorancia.
Estudiante: Sin embargo, creo que tenemos que desempeñar un
papel en
la vida y que la
mayoría de nosotros
no podemos escaparnos de estar
en el mundo.
No podemos, simplemente, alejarnos de todo. En el mundo
occidental, los aspectos legales hacen que esto sea imposible.
Rinpoche: Por eso tenemos que aceptar la responsabilidad de
nuestros compromisos y de
nuestro karma. Que seamos o no
seamos libres depende de nuestro punto de vista y de nuestra manera de
trabajar en el
mundo. Podemos aprender
a transformar las situaciones
negativas. Podemos decir
que el samsara es
nuestro campo de
entrenamiento. Sin embargo, Buda enseñó que el samsara no nos
deja paz. Debemos sufrir, envejecer
y, con el
tiempo, morir. Todo
el mundo tiene
que pasar por esto, pero muy pocos pueden aceptar esta verdad. La impermanencia es
una de las
causas del sufrimiento,
y la ansiedad mental
puede parecer aun
más dolorosa que la
enfermedad física. Incluso el monasterio o el templo más bello, o el cuerpo
humano más hermoso pertenece al samsara, y será destruido.
Estudiante: Pero incluso
si nada perdura,
parece importante gozar de la
flor o probar todo aquello que no es permanente, mientras dura.
Rinpoche: Sí, nuestro cuerpo es como una casa alquilada, y a
menos que lo
usemos, no tiene
ningún valor para
nosotros. Pero es importante
saber utilizar nuestra
vida constructivamente. La vida
es temporal y
muy valiosa. No tenemos
mucho tiempo para
perder. Podemos utilizar
bien nuestra vida... o
perder el tiempo
buscando placeres y satisfacciones que
simplemente aumentan nuestros
deseos y nuestra frustración cuando no podemos alcanzarlos. Como
las abejas, podemos ir de flor en flor; pero ¿qué haremos cuando todas las
flores se hayan
marchitado? Si aprendemos
a estar satisfechos en todo
momento, jamás perderemos el tiempo.
Estudiante: Aun así, no veo cómo podemos tender un puente entre
ignorar o rechazar el mundo, y hacer que nuestro camino espiritual sea parte
del mundo y ayude a los demás -el ideal del Bodhisattva.
Rinpoche: Debemos tener
la capacidad de
aplicar nuestras teorías y
la capacidad de
trascender el ego,
aunque sea muy difícil prescindir de él. Es posible que
podamos hacerlo durante dos
minutos, pero ¿cómo
podemos funcionar sin
ego durante toda una vida, o
simplemente durante un día? Buda tenía una gran comprensión de la mente en
todos sus niveles y etapas de desarrollo; por consiguiente, sus enseñanzas no
se limitan a un solo camino; tienen muchos aspectos. Una enseñanza puede ser
una práctica elemental para una persona, y,
sin embargo, una
instrucción más avanzada
para otra. También hay
muchas otras enseñanzas
‘internas’ que se comprenden
según la experiencia
y la comprensión
de cada individuo.
Estudiante: Cuando decido
mirar el mundo
desde la perspectiva
de mi ego
y de mi
identidad, puedo ver
que yo he creado las situaciones que me rodean.
Rinpoche: Bien. Pero,
entonces, ¿cuál es
su situación y qué
hace usted al respecto?
Estudiante: Mi ideal,
y a veces mi
acción, es obrar
correctamente por amor y por comprensión.
Rinpoche: Pero para
obrar correctamente, usted
debe estar consciente en cada
momento. ¿Cómo comenzar?
Estudiante: Hay que hacerlo todo el tiempo.
Rinpoche: Sí, pero eso
es muy difícil.
Sólo una persona
que haya llegado a
un alto grado
de despertamiento puede
obrar correctamente con cada uno de sus pensamientos. No muchos pueden
hacerlo. Es posible que estemos creciendo en sabiduría y en
conocimiento cada día,
pero aun así,
el proceso tarda mucho tiempo y cuesta mucho trabajo.
Esto tiene que ser más importante para nosotros que cualquier otra cosa.
Su actitud
es muy positiva,
y no quiero
desalentarlo, pero incluso el
Mahayana dice que
lograr la iluminación,
o despertarse, tarda treinta
y tres kalpas.[4] Podemos
ver la importancia de
actuar correctamente siempre,
e incluso tratar de hacerlo, pero nuestros apegos
todavía son un obstáculo. A veces nuestra boca es más rápida que nuestro
corazón.
Sin embargo,
de acuerdo con el Mahayana, una vez que el deseo
inicial de despertar
aparece en nosotros,
algo pasa inconscientemente
dentro de nosotros. Al principio es posible que
vayamos en contra
de este deseo
y creemos más sufrimiento, pero es a través de este
sufrimiento como podemos eliminar muchos obstáculos y despertar.
Una vez
que comencemos a
buscar el despertar,
no hay manera de echar pie atrás;
la influencia positiva de este deseo de
despertar es muy
grande. Pero tenemos
que aprender a proceder
más eficazmente. Nuestras
intenciones pueden ser buenas, pero llevarlas a cabo puede ser
difícil. ¿Qué hacer con su apego a la comida, a las diversiones o al amor?
Estudiante: He comenzado a aprender a desapegarme de todo eso.
Rinpoche: ¿Usted lo rechaza?
¿Cómo se manifiesta
su desapego?
Estudiante: Es una actitud...
Rinpoche: Su
insatisfacción quizá lo está llevando a renunciar a aquello que
realmente no le
place. La insatisfacción es muy
diferente del desapego. Es muy fácil renunciar a algo que no nos satisface,
pero es difícil
renunciar a otras
cosas. Comer, dormir y
divertirnos es muy importante para nosotros. Si nos privamos del placer,
entonces ¿qué tenemos?
El mundo
siempre está con nosotros, pero no sabemos qué nos traerá
el mundo mañana: siempre está
cambiando. Podemos estar felices, o dichosos o sufriendo y doloridos. En
otras palabras, no
podemos estar seguros
de que nuestros sentimientos se mantengan en igual
tónica de un día para otro. Es posible que mañana sea un día lleno de paz y que
usted se sienta feliz.
Estudiante: A veces, cuando me siento a meditar, la meditación
no parece tan
importante. El mundo
parece más importante. ¿Por qué?
Rinpoche: El mundo sí es
importante -usted tiene que ayudar. Trate
de no refugiarse
en su meditación,
sino de proyectarse hacia los
demás. Cuando hacemos
de la compasión
nuestra práctica, nos llenamos de gozo.
Estudiante: Entonces haga lo que haga, todo es samsara.
Rinpoche: Tal vez eso es todo lo que hay.
Estudiante: Lo que estoy encontrando es que la forma en que he
estado viviendo y las cosas que he estado haciendo, en el mejor de los casos,
me dejan vacío.
Rinpoche: Sí. En el fondo, todo es vacío. Ésa es la enseñanza
básica, pero este
punto de vista
no es, necesariamente, negativo. El budismo no es
una filosofía negativa. Al hablar del sufrimiento, el budismo sólo trata las
cosas tal como son. Las enseñanzas
nos aconsejan que
entendamos a fondo
nuestro sufrimiento para que no lo necesitemos más.
Con
frecuencia nosotros mismos nos impedimos ver nuestra situación con claridad; no
queremos aceptar la responsabilidad de
nuestros actos, o
nos da miedo
cambiar, porque es demasiado amenazante para nuestra
seguridad. El sufrimiento puede ser el único camino para despertarnos y ver claramente
la naturaleza samsárica
de nuestra condición.
Cuanto más dispuestos estemos
a admitir la
realidad del sufrimiento
en nuestra vida, más necesario es hacer algo al respecto.
Estudiante: Nosotros somos
occidentales y no
tenemos un modelo tradicional
para entender todo
esto. ¿Cómo podemos obtener la apertura que necesitamos
simplemente para vivir en sociedad?
Rinpoche: Yo creo
que los occidentales
pueden entender de inmediato
muchas de las
enseñanzas básicas de
Buda porque sufren de
una gran insatisfacción. Podemos
entender muchísimo simplemente estudiando las experiencias de nuestra
propia vida. Buda mismo adquirió sabiduría a través del curso natural de la
vida, pero en esa forma se gasta mucho tiempo, de modo que podríamos aprovechar
las enseñanzas de Buda. Sin embargo,
los occidentales suelen
tener la idea
de que el budismo es una ‘religión’, que uno tiene
que creer ciegamente, sin entender; que
uno tiene que
seguir las reglas
de otra persona. Pero
esto es un
error: el budismo
o el dharma* es realmente
el entendimiento de la realidad;
y es verificable
a través de nuestra propia experiencia.
Estudiante: Me parece que me estoy estudiando a mí mismo, no
estudiando una religión.
Rinpoche: Por esa razón, el dharma
de Buda puede aplicarse a todo el mundo. Todos los seres humanos tienen la
oportunidad de experimentar por
sí mismos la
verdad de lo
que Buda descubrió.
Tomado de: Abra
su mente. Autoconocimiento y paz interior mediante la meditación. P. 12-16.
Ed. Norma
Tarthang Tulku, nació en 1934, recibió desde muy
joven un intenso entrenamiento en filosofía y práctica Budista en el Tíbet.
Desde 1962 a 1968 enseñó filosofía en la universidad Sánscrita de la India. Los
últimos treinta años, ha vivido y trabajado en Estados Unidos. Es autor de
quince libros y fundador de Dharma
Publishing, Dharma Press, Institutos Nyingma, Centro de Odiyan, y la
Ceremonia por la Paz en el Mundo.
[1] En la tradición budista se
usa la palabra iluminación. Esta iluminación
es la revelación
de nuestra realidad
original, oculta por la ignorancia en que vive el ser humano hasta esta
experiencia. Por el
aspecto maravilloso que
puede tener la palabra
iluminación, preferimos usar,
en la mayoría
de los casos, en nuestra
traducción la palabra revelación - se revela lo que nos era desconocido -. o
despertar -, despertarse de la ignorancia (N. del Trad.).
[2] Los ciclos indefinidamente
repetidos de nacimiento, vida de sufrimiento y muerte (N. del Trad.).
[3] El estado
que trasciende el
sufrimiento, el karma
y el samsara y
que se busca,
especialmente en el
budismo, a través de la extinción
del deseo y de la consciencia individual (N. del Trad.).
[4] Período en que, de acuerdo con la cosmología hindú, el universo
pasa por un ciclo de creación y destrucción (N. del Trad.)
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