Visiones
distorsionadas del budismo: Agnósticas y ateas
B. Alan Wallace
En
cuanto el budismo se encontró con la modernidad, trabajó contra los prejuicios generalizados,
religiosos y antirreligiosos, y es común para todos aquellos con tales sesgos
el tergiversar el budismo, ya sea intencional o no intencionalmente. Reputados
estudiosos del budismo, tradicionales como modernos, todos coinciden en que el
Buddha histórico enseñó una visión del karma y del renacimiento que fue muy
diferente de los anteriores abordajes de estas ideas. Además, sus enseñanzas
sobre la naturaleza y orígenes del sufrimiento, así como de la liberación son
expresadas completamente en el marco del renacimiento. La liberación es
precisamente liberarse del ciclo de nacimiento y muerte que es el samsara. Pero
para muchos contemporáneos atraídos por el budismo, las enseñanzas sobre el karma
y el renacimiento no les sientan bien, por lo que encaran un dilema. Una opción
legítima es simplemente adoptar las teorías y prácticas de diversas tradiciones
budistas que uno encuentra atractivas y beneficiosas y dejar de lado a las
demás. Es una opción ilegítima reinventar al Buddha y sus enseñanzas basada en
los prejuicios propios. Esto, lamentablemente, es la ruta seguida por Stephen
Batchelor y otras personas afines que tienen la intención de remodelar al
Buddha de acuerdo a sus propias imágenes.
La contraportada del libro más reciente de
Batchelor, titulado Confession of a Buddhist Atheist
[La confesión de un ateo budista], describe su obra como "una recuperación
impresionante y revolucionaria del Buddha histórico y su mensaje." Una
forma para que esto sea cierto, sería que su libro esté basado en un reciente
descubrimiento de manuscritos budistas antiguos, comparables a los rollos del
Mar Muerto o a la biblioteca de Nag Hammadi para el cristianismo. Pero no es
así. Otra manera es que sus afirmaciones se basen en la investigación histórica
sin precedentes por un muy logrado erudito en idiomas e historia de la India
antigua. Pero no existe tal investigación profesional o erudita que sea
evidente en este libro. En su lugar, sus afirmaciones sobre el Buddha histórico
y sus enseñanzas son casi enteramente especulativas, cuando asesta otra
puñalada al recrear el budismo conforme a su punto de vista actual.
Para obtener una imagen clara del enfoque agnóstico
vuelto ateo de Batchelor sobre el budismo, no hay que buscar más que su trabajo
anterior, Buddhism without Beliefs [Budismo sin creencias].
Pretendiendo abrazar la definición de agnosticismo de Thomas Huxley como el
método de como tomará esto, él amonesta a sus lectores: "No pretendo que
las conclusiones sean ciertas, que no sean demostradas o demostrables."1
Entonces procede a explicar quien fue realmente el Buddha y lo que realmente
enseñó, en directa oposición a las enseñanzas atribuidas al Buddha por todas
las escuelas del budismo. Si esto sigue el dictado de Huxley, esto implicaría
que Batchelor ha alcanzado al menos la capacidad de ver directamente en el
pasado, si no la completa omnisciencia en sí.
Algunos pueden creer que
las libertades que toma Batchelor en la redefinición de las enseñanzas del
Buddha están justificadas, ya que nadie sabe lo que él realmente enseñó, así
que la opinión de una persona es tan buena como otra. Esta visión ignora el
hecho de que las generaciones de budistas tradicionales, comenzando con el
primer concilio budista poco después de la muerte del Buddha, han tomado
reverentemente el máximo cuidado para preservar fielmente sus enseñanzas. Por
otra parte, los estudiosos modernos laicos budistas también han aplicado sus
formidables habilidades literarias, históricas y arqueológicas para tratar de
determinar las enseñanzas del Buddha. A pesar de las muchas diferencias
importantes entre las escuelas Theravada, Mahayana y Vajrayana del budismo, los
budistas tradicionales de todas las escuelas reconocen los suttas Pali como que
son los registros más indiscutibles de las enseñanzas del Buddha.
Ante ese consenso de
académicos profesionales y de contemplativos a lo largo de la historia, es
simplemente una expresión de arrogancia invalidar sus conclusiones, debido
simplemente a sus propias preferencias o "intuición" (que es a menudo
un mal disfrazado prejuicio). Ignorar la evidencia más convincente de lo que el
Buddha enseñó y remplazarla por afirmaciones contrarias a tal evidencia es
indefendible. Y cuando esas afirmaciones laicas, ateas sólo surgen para
corresponder con las hipótesis materialistas de la modernidad, es simplemente
ridículo atribuirlas al Buddha histórico.
Por ejemplo, contrario a toda evidencia histórica,
Batchelor escribe que el Buddha "no afirma haber tenido la experiencia que
le concedió el conocimiento esotérico privilegiado de cómo se realiza el
universo." Por citar sólo dos de las innumerables declaraciones en el
canon Pali pertenecientes al ámbito de conocimiento del Buddha: "Todo lo
que en este mundo – con sus devas, maras y brahmas, sus generaciones totales
con contemplativos y sacerdotes, príncipes y hombres – es visto, escuchado,
sentido, conocido, logrado, buscado, ponderado por el intelecto, esto ha sido
despertado plenamente por el Tathagata. Es por esto que es llamado el
Tathagata."2 De forma similar, leemos: "el mundo y sus
resultantes son conocidos plenamente por un Tathagata y está liberado de ambos;
también sabe el final de esto y el modo de ello. Habla como lo hace; es
inconquistable en el mundo."3
Batchelor aporta a su comprensión del budismo una
fuerte antipatía hacia la religión y las instituciones religiosas, y este sesgo
impregna todos sus escritos recientes. En lugar de simplemente rechazar los
elementos de las enseñanzas del Buddha que le molestan por religiosos – lo que
sería perfectamente legítimo –, Batchelor toma el paso ilegítimo de negar que
el Buddha nunca enseñó nada que sería considerado como religioso por estándares
occidentales contemporáneos, afirmando que "No hay nada particularmente
religioso o espiritual en este camino". Por el contrario, las enseñanzas
del Buddha fueron una forma de "agnosticismo existencial, terapéutico y
liberador" que fue "reflejado a través de los símbolos, metáforas,
imágenes de su mundo".4 Siendo un agnóstico él mismo, Batchelor
anula la masiva cantidad de evidencia textual de que el Buddha era otra cosa
antes que un agnóstico y recrea el Buddha a su propia imagen, promoviendo
exactamente lo que Batchelor cree en sí, concretamente, una forma de
agnosticismo existencial, terapéutico y liberador.
Puesto que Batchelor descarta todo lo que habla de
renacimiento como una pérdida de tiempo, proyecta este punto de vista en su
imagen del Buddha, declarando que él considera "solo como una distracción,
la especulación sobre vidas pasadas y futuras." Esta afirmación va en
contra de las incontables veces que el Buddha habló de la enorme importancia
del renacimiento y el karma, que está en el núcleo de sus enseñanzas tal como
está registrado en los suttas Pali. Batchelor es uno de los muchos maestros zen
en la actualidad que consideran como una mera distracción las vidas pasadas y
futuras. Pero al adoptar esta actitud, van contra las enseñanzas de Dogen
Zenji, fundador de la Escuela Soto Zen, quien habló de la importancia de las
enseñanzas sobre el renacimiento y el karma en su antología principal, Tesoro del Ojo del Verdadero Dharma (Shobogenzo). En su libro Una fe profunda en la causa y efecto
(Jinshin inga), critica a los Maestros Zen que niegan el karma, y en el Karma de los tres tiempos (Sanji go),
entra más detalle sobre este asunto.5
En cuanto a la fuente de las enseñanzas budistas
sobre el renacimiento, Batchelor especula: "En su aceptación de la idea
del renacimiento, el Buddha reflejó la cosmovisión de su tiempo". En el Kalama Sutta, el Buddha aconseja a los
demás a no aceptar creencias simplemente porque muchas personas se adhieren a
ellas, o porque están de acuerdo con una tradición, rumor, escritura o
especulación. Así que Batchelor, de hecho, ¡acusa al Buddha de no seguir su
propio consejo! En realidad, los relatos detallados del Buddha sobre el
renacimiento y el karma difieren significativamente de las visiones de otros
pensadores indios sobre estos temas; y ofrecen la amplia gama de visiónes
filosóficas durante su época, en que no había una "visión del mundo de su
tiempo," uniformemente aceptada.
En lugar de adoptar esta idea de meros rumores, el
Buddha declaró que en la primera vigilia de la noche de su iluminación, después
de purificar su mente con el logro del samadhi, ganó "conocimiento
directo" de los detalles específicos de los muchos millares de sus propias
vidas pasadas transcurridas en los muchos eones de expansión y contracción
cósmica. En la segunda vigilia de la noche, observó los múltiples renacimientos
de innumerables otros seres sensibles, observando las consecuencias de sus
actos saludables y destructivos de una vida a la siguiente. Durante la tercera
vigilia de la noche ganó conocimiento directo de las Cuatro Nobles Verdades,
revelando las causas de obtener la liberación de este ciclo de renacimiento.6
Mientras que hay amplia evidencia de que el Buddha afirmó tener conocimiento
directo del renacimiento, no existe evidencia histórica o textual de que
simplemente adoptó cierta visión preexistente, lo cual habría sido la antítesis
de todo su enfoque de no aceptar las teorías simplemente porque son comúnmente
aceptadas. No habría nada de malo si Batchelor simplemente rechazara la
autenticidad de la iluminación del Buddha y del núcleo de sus enseñanzas, pero
en cambio rechaza los más fiables relatos de la visión del Buddha y los
sustituye por los propios, aunque proyectándolos sobre el Buddha que sólo
existe en su imaginación.
Quizás el tema más importante que los lacicistas
ignoran con respecto a las enseñanzas atribuidas al Buddha es que hay métodos
contemplativos – practicados por muchas generaciones de ardientes buscadores de
la verdad – para poner muchas, si no todas, estas enseñanzas a la prueba de la
experiencia. En concreto, las afirmaciones budistas sobre la continuidad de la
conciencia individual después de la muerte y el renacimiento pueden ser
exploradas a través de la práctica del samadhi, sondear más allá de la burda
dimensión de la consciencia que depende del cerebro para un continuo más sutil
de la conciencia que supuestamente prosigue de una vida a la próxima.7
Esta preparación del samadhi no requiere previa creencia en la reencarnación,
pero demanda gran determinación y celo en el refinamiento de las habilidades de
atención. Dicha preparación a tiempo completo y rigurosa puede requerir meses o
incluso años de esfuerzo disciplinado, y es donde la ciencia budista de la
mente realmente es iniciada. Si uno está contento con sus afirmaciones
dogmáticas, materialistas – contento de aceptar la hipótesis no corroborada de
que todos los estados de conciencia son producidos por el cerebro – entonces
uno está obligado a permanecer ignorante acerca de los orígenes y la naturaleza
de la conciencia. Pero si uno está decidido a progresar desde un estado de
agnosticismo – sin saber lo que sucede en la muerte – directo al conocimiento
de las dimensiones más profundas de la consciencia, entonces el budismo ofrece
múltiples vías de descubrimiento experiencial. Muchos pueden acogerlo como una
refrescante alternativa a la ciega aceptación de las conjeturas materialistas
acerca de la consciencia que no se prestan de por sí a la confirmación o
rechazo a través de la experiencia.
Batchelor, concluye que, puesto que diferentes
escuelas budistas varían en sus interpretaciones de las enseñanzas del Buddha
en respuesta a las preguntas de la naturaleza de lo que renace y de cómo se
produce este proceso, todos sus puntos de vista se basan en nada más que en la
especulación.8 Los científicos en todos los campos de investigación
comúnmente difieren en sus interpretaciones de los resultados empíricos, por lo
que si este hecho invalida las enseñanzas budistas, debe igualmente invalidar
también los hallazgos científicos. Aunque en su opinión, el budismo comenzó
como agnóstico, "ha tendido a perder su dimensión agnóstica al ser
institucionalizado como una religión (es decir, un sistema de creencias
reveladas válidas para todo tiempo, controlado por un cuerpo de élite de
sacerdotes)."9 Puesto que no existe evidencia que el budismo
fuera alguna vez agnóstico, cualesquier afirmaciones acerca de cómo perdió este
estado son nada más que especulaciones sin fundamento, impulsadas por la
tendencia filosófica que él trae al budismo.
Como budista agnóstico,
Batchelor no considera las enseñanzas del Buddha como una fuente de respuestas
a las preguntas de dónde venimos, a dónde vamos o qué sucede después de la
muerte, con independencia de las enseñanzas extensas atribuidas al Buddha con
respecto a cada uno de estos temas. Por el contrario, aconseja a los budistas a
buscar esos conocimientos en lo que él considera los dominios adecuados:
Astrofísica, biología evolutiva, neurociencias, etc. Con este consejo, él
revela que es un miembro devoto de la congregación de la iglesia científica de
Thomas Huxley, tomando refugio en la ciencia como la manera verdadera de
contestar todas las preguntas más profundas sobre la naturaleza humana y el
universo en general. Irónicamente, un número creciente de científicos
cognitivos de mente abierta buscan colaborar con contemplativos budistas en el
estudio multidisciplinar, intercultural de la mente. Los métodos budistas y
científicos de investigación tienen sus fortalezas y limitaciones, y muchos de
los que están ansiosos de encontrar respuestas a las preguntas de dónde
venimos, dónde vamos, o qué sucede después de muerte reconocen que el budismo
tiene mucho que ofrecer en este sentido. La postura de Batchelor, por el
contrario, falla al no tener en cuenta las limitaciones de la ciencia moderna
como también las fortalezas del budismo con respecto a estas cuestiones, por lo
que la corriente de la historia está obligada a dejarlo atrás.
Habiéndose identificado a sí mismo como un
agnóstico seguidor de Huxley, Batchelor procede entonces a hacer una
declaración tras otra acerca de los límites de la consciencia humana y la
naturaleza última de la existencia humana y el universo en general, como si él
fuera el más logrado de los gnósticos. Una característica central de la meditación
budista es el cultivo del samadhi, mediante el cual los desequilibrios de la
atención de la intranquilidad y el letargo se superan poco a poco a través del
entrenamiento riguroso y sostenido. Pero en referencia a la vacilación de la
mente desde la inquietud al letargo, Batchelor responde: "Ninguna cantidad
de experiencia meditativa del oriente místico resolverá este problema, porque
tal inquietud y letargo no son meros lapsos mentales o físicos sino reflejos de
una condición existencial."10 Los adeptos contemplativos de
múltiples tradiciones, incluyendo el hinduismo y el budismo, han estado
refutando esta afirmación por miles de años, y ahora está siendo refutada por
la moderna investigación científica.11 Pero Batchelor, está tan
convencido de sus propias ideas preconcebidas con respecto a las limitaciones
de la mente humana y de la meditación que ignora toda evidencia contraria.
Aunque hay innumerables referencias en los
discursos del Buddha con respecto a la realización del vacío, Batchelor afirma:
"La vacuidad... no es algo que debemos ‘realizar' en un momento de la
visión penetrante mística que ‘se abre paso a través’ de una realidad
trascendente oculta detrás, aunque sustenta misteriosamente al mundo
empírico." Él agrega: "nosotros no podemos salir más del lenguaje y
la imaginación de lo que podemos salir de nuestros cuerpos."12
Los budistas contemplativos a lo largo de la historia han, según se informa,
experimentado estados de consciencia que trascienden el lenguaje y los
conceptos como resultado de su práctica de meditación de visión penetrante.
Pero Batchelor describe esta práctica como que conlleva más bien un estado de
perplejidad en la que uno es superado por el "asombro, la maravilla, la
incomprensión, el choque," durante el que no "sólo la mente sino todo
el organismo se siente perplejo." 13
La explicación de la
meditación de Batchelor describe las experiencias de quienes no han podido
calmar la inquietud y el letargo de sus propias mentes a través de la práctica
de samadhi y por tanto no pudieron realizar la vacuidad o trascender el
lenguaje y los conceptos a través de la práctica de vipashyana. En lugar de
reconocer estas fallas, las anuncia como triunfos y, sin una pizca de evidencia
de apoyo, las atribuye a un budismo que no existe en ninguna parte salvo en su
imaginación.
Aunque Batchelor se declara
un agnóstico, tales proclamaciones sobre las verdaderas enseñanzas del Buddha y
sobre la naturaleza de la mente humana, el universo y la realidad última
sugieren que ha asumido para sí el papel de un gnóstico de primer orden. En
lugar de presentar un budismo sin creencias, su versión está saturada con sus
propias creencias, muchas de ellas basadas en nada más que su propia
imaginación. El supuesto agnosticismo de Batchelor es absolutamente paradójico.
Por un lado, rechaza una multitud de creencias budistas basadas en las fuentes
textuales más fiables, mientras que al mismo tiempo con confianza hace una
afirmación tras otra sin siquiera sustentarlas con pruebas demostrables.
En el libro más reciente de Batchelor,14
se refiere a sí mismo como ateo, más que como un agnóstico, y cuando le
pregunté si él conserva las opiniones anteriores expresadas en su libro
publicado hace trece años, respondió que él ya no considera las enseñanzas del
Buda como agnósticas, sino como pragmáticas.15 Debe venir sin
sorpresa alguna que ya cambió su imagen de un agnóstico a la de un ateo, en
consecuencia cambia también la imagen que proyecta del Buddha. En resumen, sus
opiniones sobre la naturaleza del Buddha y sus enseñanzas son más un reflejo de
sí mismo y de sus propias opiniones que el de cualquiera de los relatos
históricos más fiables de la vida y enseñanzas del Buddha.
En su movimiento desde el agnosticismo al ateismo,
Batchelor se mueve más cerca de la posición de Sam Harris, que está dedicado al
ideal de la ciencia destruyendo la religión. En su libro Letter to a Christian Nation [Carta a una nación cristiana], Harris proclama que el problema con
la religión es el problema del dogma, en contraste con el ateísmo, del que dice
"no es una filosofía; ni siquiera es una visión del mundo; es simplemente
un reconocimiento de lo obvio".16 Esto, por supuesto, es la
actitud de los dogmáticos: están tan seguros de sus creencias que consideran
que cualesquiera que discrepe de ellos son tan estúpidos o ignorantes que no
pueden reconocer lo evidente.17
En
su artículo “Killing the Buddha” [Matando el Buddha] Harris comparte su
adevertencia con la comunidad budista, como afirma Batchelor: "La
sabiduría del Buddha está actualmente atrapada dentro de la religión del
budismo", y va más lejos al declarar que "simplemente describirse
como ‘budista’ es ser en un grado inaceptable cómplice de la violencia y la
ignorancia del mundo." Por la misma lógica, Harris, como un auto declarado
ateo, tiene que ser cómplice de la monstruosa violencia de los regímenes
comunistas en toda Asia que, basados en el dogma ateo, intentan destruir todas
las religiones y eliminar a sus seguidores. Aunque Harris recientemente se ha
distanciado de la etiqueta de "ateo", insiste todavía en que la fe
religiosa puede ser la fuerza más destructiva del mundo. Es mucho más
razonable, sin embargo, afirmar que la codicia, el odio y el engaño son las
fuerzas más destructivas de la naturaleza humana; por cuanto teístas, ateos y
agnósticos todos están propensos por igual a estas aflicciones mentales.
Harris no sólo afirma tener lo que es equivalente a
una especie de visión gnóstica en las verdaderas enseñanzas del Buddha, también
afirma conocer lo que mayoría de los budistas se dan cuenta o no: "Si la
metodología del budismo (preceptos éticos y meditación) revela verdades
genuinas sobre la mente y el mundo fenoménico – verdades como vacuidad,
altruismo y no permanencia – estas verdades no son para nada 'budistas'. Sin
duda, los más serios practicantes de meditación se dan cuenta de esto, pero no
la mayoría de los budistas". 18 A raíz de la tragedia
inenarrable de los intentos de los regímenes comunistas de aniquilar el budismo
de la faz de la tierra, esto viene como un golpe inesperado cuando personas que
han sido instruidas por maestros budistas y profesan simpatía por el budismo
parecen decididos a completar lo que los comunistas han dejado de hacer.
El dominio actual del materialismo científico de la
ciencia, la educación y los medios de comunicación seculares ha puesto en duda
muchas de las teorías y las prácticas de las religiones del mundo. Esta
situación no es sin precedente histórico. En la época de la república de
Weimar, Hitler ofreció lo que parecía ser una fe secular vital en lugar de los
credos desacreditados de la religión, Lenin y Stalin hicieron lo mismo en la
Unión Soviética y Mao Zedong siguió el ejemplo en China. Hugh Heclo, ex
profesor en la Universidad de Harvard, escribe de esta tendencia: "Si la
religión tradicional está ausente de la arena pública, es poco probable que las
religiones seculares satisfagan la búsqueda del hombre del sentido de la
existencia. … Era una fe atea en el hombre como creador de su propia grandeza
la que yacía en el corazón del comunismo, del fascismo y de todos los horrores
que se desataron en el siglo XX. Y fueron adherentes de las religiones
tradicionales – Martin Niemöller, C.S. Lewis, Dietrich Bonhoeffer, Reinhold
Niebuhr, Martin Buber – quienes advirtieron a menudo muy claramente de la
tragedia de intentar construir la propia versión del hombre de la nueva
Jerusalén en la tierra."19
Aunque Batchelor se centra
en sustituir las enseñanzas históricas del Buddha con su propia visión
secularizada y las líneas de Harris del sufrimiento infligido a la humanidad
por dogmáticos religiosos, ambos tienden a pasar por alto el hecho de que
Hitler, Stalin y Mao Zedong causaron más derramamiento de sangre, justificado
por sus ideologías seculares, que las guerras religiosas que les precedieron a lo
largo de la historia de la humanidad.
No estoy sugiriendo que
Batchelor o Harris, que son decentes, hombres bien intencionados, son de alguna
manera similares a Hitler, Stalin o Mao Zedong. Sino que estoy sugiriendo que
la tergiversación de Batchelor del budismo es similar a la propaganda comunista
china contra el budismo; y que el holocausto budista infligido por múltiples
regímenes comunistas en toda Asia durante el siglo XX estuvo basado y fue
justificado por la propaganda prácticamente idéntica a la polémica virulenta,
anti religiosa de Harris.
El comentarista budista theravada Buddhaghosa se
refiere a los "enemigos lejanos" y a los "enemigos
cercanos" de ciertas virtudes, a saber, la bondad amorosa, la compasión,
la dicha empática y la ecuanimidad. Los enemigos lejanos de cada uno de estas
virtudes son los vicios que se oponen diametralmente a sus correspondientes
virtudes, y los enemigos cercanos son los facsímiles falsos. El enemigo lejano
de la bondad amorosa, por ejemplo, es la mala intención, y de la compasión es
la crueldad. El enemigo cercano de la bondad amorosa es el apego egoísta, y el
de la compasión es la pena o el desaliento.20 Estableciendo un
paralelismo, los regímenes comunistas que están empeñados en destruir el
budismo de la faz de la tierra pueden llamarse los enemigos lejanos del
budismo, pues son diametralmente opuestos a todo lo que el budismo representa.
Batchelor y Harris, por otro lado, se presentan como simpatizantes del budismo,
pero sus visiones de la naturaleza de las enseñanzas del Buddha son falsos
facsímiles de todo aquello que ha sido transmitido con reverencia de una
generación a la siguiente desde la época del Buddha. Sin embargo, sus
intenciones, sus escritos benignos pueden ser vistos como "enemigos
cercanos" del budismo.
La popularidad de los
escritos de Batchelor, Harris y otros ateos como Richard Dawkins – tanto en la
comunidad científica como en el público en general – muestra que distan de
estar solos en cuanto a su total desencanto con las religiones tradicionales.
La ciencia moderna, tal como fue concebida por Galileo, surgió de un amor a
Dios Padre y de un deseo de conocer la mente de su creador benevolente,
omnipotente a través de conocer su creación. En la medida que la ciencia y el
cristianismo parecían compatible, los religiosos seguidores de la ciencia
podían conservar lo que los psicólogos llaman una sensación de "apego
seguro" sobre la ciencia y la religión. Pero particularmente con el
descubrimiento de Darwin de la evolución por selección natural y el surgimiento
militante de la Iglesia Científica, para muchos, el apego seguro hacia la
religión se ha convertido en una especie de evitación desdeñosa.
Los niños con estilos de
apego evitativo tienden a eludir a padres y cuidadores – ya no buscan comodidad
o contacto con ellos – y esto se vuelve especialmente pronunciado después de un
período de ausencia. Quienes hoy abrazan la ciencia, junto con las creencias
metafísicas de materialismo científico se alejan de las creencias religiosas
tradicionales y de las instituciones, ya no buscan comodidad o contacto con
ellas; y aquellos que abrazan la religión y se niegan a ser adoctrinados por
prejuicios materialistas comúnmente pierden interés por la ciencia. Esta
tendencia es vista con gran perplejidad y disgusto por la comunidad científica,
muchos de ellos están convencidos de que son únicamente objetivos, imparciales
y libre de creencias que carecen de evidencia empírica.
El ideal de Thomas Huxley
de que las creencias y la institución de la Iglesia Científica lograran el
"dominio sobre el reino entero del intelecto" está siendo promovido
por agnósticos y ateos como Batchelor y Harris. Pero si estamos siempre al
encuentro de la visión budista de la realidad, debemos primero dejar a un lado
todos nuestros prejuicios filosóficos, sean teístas, agnósticos, ateos o de
otro tipo. Luego, a través del estudio disciplinado, crítico de las fuentes más
fiables de las enseñanzas del Buddha, bajo la guía de amigos espirituales y
maestros cualificados; seguido de la práctica rigurosa y sostenida, podemos
encontrar la visión budista de la realidad. Y con este encuentro, con nuestra
propia naturaleza verdadera, podemos realizar la libertad a través de nuestra
propia experiencia. Este es el fin del agnosticismo, pues conocemos la realidad
tal como es, y la verdad nos hará libres.
B. Alan Wallace es una autor norteamericano,
traductor, maestro, investigador, intérprete y practicante budista interesado
en los cruces de los estudios sobre la consciencia y disciplinas científicas
como psicología, neurociencia cognitiva y física.
Para leer la reseña de Nancy Patton de Confession of a Buddhist Atheist
[La confesión de un ateo budista], por favor visite la opción del Editor de
este número.
Stephen Schettini ofrece su perspectiva sobre el
intercambio entre Wallace y Batechelor en “An Old Story of Faith and Doubt: Reminiscences of
Alan Wallace and Stephen Batchelor.”
—–
1. Stephen Batchelor, Buddhism without Beliefs: A Contemporary Guide to Awakening.
(New York: Riverhead Books, 1997), 17-18.
[Puede conseguirse una versión gratis en español en: www.worcel.com/archivos/6/Budismo_sin_creencias.rtf ]
5. Yuho Yokoi, Zen Master Dogen: An Introduction with Selected Writings (New
York: Weatherhill, 1976).
7. Buddhaghosa, The Path of Purification, trans. Ñāṇamoli Bhikkhu
(Kandy: Buddhist Publication Society, 1979), XIII 13-120; B. Alan
Wallace, Mind in the Balance: Meditation in Science, Buddhism, and
Christianity (New York: Columbia University Press, 2009), 115 – 118.
11. Progress in this regard
can be read by following the series of scientific papers on the “Shamatha
Project” on the website of the Santa Barbara Institute for Consciousness
Studies: http://sbinstitute.com/. Other studies have been cited elsewhere in
this volume.
17. Cf. B. Alan Wallace,
“Religion and Reason: A Review of Sam Harris’s Letter to a Christian
Nation.” In Shambhala Sun, October/November 2006: 99-104.
20. Buddhaghosa, The Path of Purification,
trans. Bhikkhu Ñāṇamoli (Kandy: Buddhist Publication Society, 1979) IX: B. Alan
Wallace, The Four Immeasurables: Cultivating a Boundless Heart (Ithaca,
NY: Snow Lion Publications, 2004).
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